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ahau — La luz by-nc-nd
Published: 2008-09-09 01:54:46 +0000 UTC; Views: 206; Favourites: 0; Downloads: 8
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Description No veo nada, y no he visto nada desde hace años. Ya mi cuerpo no resiste los embates de tanta experiencia acumulada. Las células trabajan ya no con el ritmo que antaño me permitía hacer las labores que me pedía la comunidad. Pero, a pesar de verlo todo negro, puedo estar seguro que mi entorno está tan hermoso como la última vez que lo vi.
Es decir, ayudé a construir el pueblo con mis propias manos. Me eligieron líder y encaminé a las familias a un porvenir del que aún me agradecen. Y con mi ceguera a cuestas uso mis otros sentidos para ubicarme...
Pero esta vez ya no puedo hacerlo. Escucho a los niños jugando, debe de ser un día radiante. Ya se acerca la hora del almuerzo, y un dolor en el pecho pregona mi hora. Así que me levanto. Llamo a mi amada y le digo que voy. A dónde, pregunta. Silencio... Y empiezo a caminar.
A paso lento, salgo de mi cabaña y paso por el pueblo. Quiero ir a la playa una última vez. Los niños me miran, como si tuviese más energía de la que según recuerdan poseo. Y me siguen, me ayudan con los obstáculos, y les agradezco. Otras personas ven el evento, y se acercan a mí. Sin saberlo, tenía a toda la comuidad siguiendo mi trayecto, saliendo del pueblo. Los podía escuchar, oler su sudor por las labores que dejaron pendientes. Sentir su respiración y sus cuchicheos. Todos atentos a lo que estaba haciendo.
Ya integrándome en el bosque, sentía a todos hablándome de los viejos tiempos, cuando no había nada más que palos, unas cuantas personas y una explanada. Y vinimos e hicimos de esos materiales un pueblo tan bonito que cuando lo publicité alrededor del territorio conocido tuvimos inmigrantes de todos los rincones. No puedo quejarme de mi vida, la utilicé para bien. Y ya me voy.
Siento un beso. Es mi amada. ¡Ay, los recuerdos! Sonrío como no lo hacía en meses. Ya no extraño nada, todo el pueblito está conmigo.
Y ahí, detrás de los pocos árboles (según lo que recuerdo, no deben de haber crecido tan rápido) está la playa. La brisa cae sobre mi rostro arrugado y muchas experiencias relacionadas con el mar vienen a mi mente. Las imágenes aún son vívidas, pero prefiero dejarlas de lado. Ya cuando sentía mis pies en la arena húmeda, me dí vuelta. Podía ver cómo toda la gente ahí reunida se esforzaba en quedar en silencio. Y bueno, "Me voy", les digo. "No se sientan tristes. Yo estaré con ustedes siempre en mi memoria y mi corazón. Ya saben cómo vivir por su cuenta, así que nos vemos y buena suerte". Me golpeo el pecho y recibo un ardoroso abrazo de mi amada. Sus lágrimas pasan por mi mejilla de manera dulce, y los niños siguen rondando alrededor mío. Oigo sollozos, pero también oigo sonrisas y lágrimas de felicidad.
Y de repente, apenas el agua marina atraviesa mis pies, escucho un sonido. Música desde atrás mío. Es una música armoniosa, tocada desde lo profundo del alma. Y lo más increíble, veo una luz a mis espaldas. Y me doy vuelta a observarla. No podría describir el conjunto de la música bailando en coordinación absoluta con las luces. Podría decirse que vi a una pareja bailando su máxima expresión de amor. Y me invitaban a unirme. Y corría, con una sonrisa que ya no era sólo porque no estaba ciego, sino porque tenía energía, una energía como para reir a carcajadas, y unirme al baile del cuál yo era el principal integrante, al vaivén de la música y la luz, danzando y envolviéndolo todo, al punto de cubrir mis alrededores, y de impregnarse en mi ser sonriente y dichoso, de asimilarme con ella y derretirme en ella, perdíendome en un baile eterno, y riendo. Riendo a tal punto de que lo único que quedaba de mí eran las carcajadas, arrastradas por el viento a toda la costa y el mar, al pueblo y al bosque. A todos los pueblos, y a todo el mundo.... Y desvaneciéndose poco a poco... Hasta no oirse nada... Sólo el crepitar de las olas y el abrazo del mar con la arena. Y la felicidad... Oh, sí. La felicidad.

Me enteraría después que, si ponían atención, los lugareños podían escuchar aún mis risas.
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