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Miércoles
Querido Diario:

El resentimiento que siento hacia mi prima Oriana es superior a cualquier otro sentimiento que yo conozca. En mis diecisiete años de vida nadie me ha hecho sentir tan miserable, poca cosa e insignificante como ella. En la fiesta de verano, cuando se suponía que era mi momento de lucirme frente a Alfredo, ella se encargó de acaparar su atención toda la noche, batiéndole sus lindas pestañas y sonriendo; y claro, como a los hombres les fascinan las caras bonitas, me quedé relegada al olvido en cuestión de minutos. No sé qué es lo que ella tiene que hace que todo el mundo la adore… Ay Dios, si supieran lo egoísta y hueca que es… No conoce un libro ni por casualidad y se pasa el día preocupada del maquillaje, las revistas y los pajaritos. Y lo ESTÚPIDA que es!!! Oriana no sabe distinguir la biología de la historia… Su mayor acierto escolar fue entrar al equipo de Gimnasia, porque dio el examen vestida con una malla muy apegada al cuerpo, frente al profesor Fernández, que todas sabemos muy bien deja caer la baba frente a las estudiantes más desarrolladas…

Lunes
Querido Diario:

Quisiera comenzar escribiéndote cosas divertidas o simpáticas, pero simplemente no puedo: Oriana ya se encargó de aguarme el día. Le contó a algunas compañeras que estoy enamorada de Alfredo, y hoy todo el Colegio se dedicó a verme pasar y a dejar escapar risitas de burla por los pasillos. Él casi ni me miró; cuando me lo encontré en la biblioteca fingió estar muy concentrado en sus tareas y me hizo un gesto vago con la mano mientras se sonrojaba. Cómo la odio! Cómo quisiera, alguna vez, poder cobrarme todas las que me ha hecho! Gozaría enormemente su desgracia, verla derrotada sería mi triunfo… Espero pacientemente que ese día llegue…

Domingo
Querido Diario:

Mi madre se ha puesto también de parte de Oriana! Esta tarde estuvo hablando conmigo, diciéndome que se daba perfecta cuenta de mi odio hacia ella. Dijo que se me notaba en mi forma de hablarle y mirarla, y que quería que dejara de sentir esas cosas tan feas. Que tenía que superar los malos sentimientos, y que algún día íbamos a ser amigas si realmente lo queríamos. Yo le pregunté, llorando, por qué primero no averiguaba las razones de mis sentimientos hacia la maldita de Oriana, pero mi mamá me contestó que razones para odiar no debo tener nunca, menos si se trata de un miembro de la familia. Le dije a los gritos que para mí esa estúpida no era nadie, y menos que nadie, y podrás creer que me atravesó la cara de una bofetada? Esto no se lo perdonaré jamás.

Viernes
Querido Diario:

La mayor parte del tiempo me siento terriblemente incomprendida. Te tengo solo a ti, como único confidente. Las pocas amigas que tenía han sido arrebatadas de mi lado por mi prima… Y además ya no puedo confiar en nadie después del incidente del Colegio. Mi madre sigue enojada conmigo, y yo con mucha pena por lo injusta que ha sido. Lloro todas las noches y me levanto a clases hecha un guiñapo; no quisiera ver a nadie, no hablar, no sonreír, ni responder las preguntas de mis profesores…

Después del Colegio me fui a caminar por ahí, hasta donde me dieran las piernas, y sin quererlo me encontré de frente con Alfredo. Me quedé mirándolo un poco confundida, y cuando iba a saludarlo me di cuenta de que no estaba solo. Llevaba de la mano a una chica que vive cerca de su casa, y me la presentó como su novia… No imagino cómo podría desahogar la tristeza enorme que siento en el pecho. Quisiera morir.

Martes
Querido Diario:

Mi madre acaba de decirme llorando que a Oriana le han descubierto un cáncer incurable. Dice que es muy común en los adolescentes, y que lamentablemente ataca con una virulencia invencible. La estuve escuchando atentamente, pero al mismo tiempo mi mente vagaba registrando todos los recuerdos que tengo de mi prima, reconstruyendo sus humillaciones y burlas, tratando de activar mi odio con reconcentrada energía y disfrutar de ese exquisito plato de venganza… Pero no pude. Lo que siento es una profunda piedad por ella. No sé si tristeza, puede que también. En verdad lamento lo que le pasa, y lo que todavía le queda por enfrentar. Me la imagino sin su hermoso cabello castaño, demacrada y postrada en una cama, esperando, a tan corta edad, la visita de la muerte. Me asombra enormemente descubrir que Oriana es tan mortal como yo; casi la había puesto en la categoría de diosa o algo por el estilo. Sufrirá mucho en el futuro…

Increíblemente, asoman un par de lágrimas a mis ojos mientras mi madre me abraza y me dice que me quiere.

Domingo
Querido Diario:

Estoy sentada en mi dormitorio, frente a la ventana que da al Sur. Una brisa tibia entra y me desordena un poco el cabello, que excepcionalmente recogí en un moño. Acabamos de llegar del Cementerio donde reposan los restos de mi prima, y quise subir de inmediato a escribir sobre esto.

Tengo mucha pena; más que todo por haber malgastado tanto tiempo odiándola en vez de conocerla y quererla por lo que era. Comprendo muy bien ahora que ella sentía cosas parecidas hacia mí; que mi inteligencia y mi pequeño cúmulo de conocimientos la intimidaban. Me confesó que también me encontraba divertida, interesante, madura y muy capaz, cualidades que le hubiesen gustado para sí misma y que sin embargo jamás había logrado conseguir. Yo hubiese querido hacerle saber que en estos meses de sufrimiento y enfermedad se transformó en una joven ejemplar, de extraordinario temple y valor. Que su forma de vivir la vida que le quedaba me enseñó mucho acerca de cómo tengo que vivir la mía. Oriana está muerta, y en su partida se lleva con ella toda aquella época de borrasca y odios.

Yo, que sigo viva, elijo quedarme con los últimos meses que compartimos, con los recuerdos dulces de nuestros paseos en el Parque y los helados robados en el Hospital.

Tengo una fotografía que nos tomó mi madre hace un tiempo. Nos vemos muy distintas a cómo éramos el último verano. No solamente porque en vez de hacernos muecas, estemos sonriendo, sino además por otro detalle que no logro discernir...

Mi madre acaba de acercarse, y pregunta si puede leer lo que está escrito en la pantalla. Le digo que sí, abriéndole mi corazón completamente, para que comience a conocerme mejor. Una vez que ha leído todo, se vuelve hacia mí con los ojos llenos de lágrimas, y me abraza. Le digo que tuvo razón en cada cosa que me aconsejó. Ella dice que a pesar de eso, la perdone por los errores que ha cometido. Que me ama y que está orgullosa de mí. Y por último agrega:

- Lo que ves de distinto en ti y en Oriana, es que ambas dejaron de ser niñas al mismo tiempo…

Miro de nuevo la foto, y compruebo maravillada que mi madre tiene razón.

Una vez más.

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Miércoles
Querido Diario:

El resentimiento que siento hacia mi prima Oriana es superior a cualquier otro sentimiento que yo conozca. En mis diecisiete años de vida nadie me ha hecho sentir tan miserable, poca cosa e insignificante como ella. En la fiesta de verano, cuando se suponía que era mi momento de lucirme frente a Alfredo, ella se encargó de acaparar su atención toda la noche, batiéndole sus lindas pestañas y sonriendo; y claro, como a los hombres les fascinan las caras bonitas, me quedé relegada al olvido en cuestión de minutos. No sé qué es lo que ella tiene que hace que todo el mundo la adore… Ay Dios, si supieran lo egoísta y hueca que es… No conoce un libro ni por casualidad y se pasa el día preocupada del maquillaje, las revistas y los pajaritos. Y lo ESTÚPIDA que es!!! Oriana no sabe distinguir la biología de la historia… Su mayor acierto escolar fue entrar al equipo de Gimnasia, porque dio el examen vestida con una malla muy apegada al cuerpo, frente al profesor Fernández, que todas sabemos muy bien deja caer la baba frente a las estudiantes más desarrolladas…

Lunes
Querido Diario:

Quisiera comenzar escribiéndote cosas divertidas o simpáticas, pero simplemente no puedo: Oriana ya se encargó de aguarme el día. Le contó a algunas compañeras que estoy enamorada de Alfredo, y hoy todo el Colegio se dedicó a verme pasar y a dejar escapar risitas de burla por los pasillos. Él casi ni me miró; cuando me lo encontré en la biblioteca fingió estar muy concentrado en sus tareas y me hizo un gesto vago con la mano mientras se sonrojaba. Cómo la odio! Cómo quisiera, alguna vez, poder cobrarme todas las que me ha hecho! Gozaría enormemente su desgracia, verla derrotada sería mi triunfo… Espero pacientemente que ese día llegue…

Domingo
Querido Diario:

Mi madre se ha puesto también de parte de Oriana! Esta tarde estuvo hablando conmigo, diciéndome que se daba perfecta cuenta de mi odio hacia ella. Dijo que se me notaba en mi forma de hablarle y mirarla, y que quería que dejara de sentir esas cosas tan feas. Que tenía que superar los malos sentimientos, y que algún día íbamos a ser amigas si realmente lo queríamos. Yo le pregunté, llorando, por qué primero no averiguaba las razones de mis sentimientos hacia la maldita de Oriana, pero mi mamá me contestó que razones para odiar no debo tener nunca, menos si se trata de un miembro de la familia. Le dije a los gritos que para mí esa estúpida no era nadie, y menos que nadie, y podrás creer que me atravesó la cara de una bofetada? Esto no se lo perdonaré jamás.

Viernes
Querido Diario:

La mayor parte del tiempo me siento terriblemente incomprendida. Te tengo solo a ti, como único confidente. Las pocas amigas que tenía han sido arrebatadas de mi lado por mi prima… Y además ya no puedo confiar en nadie después del incidente del Colegio. Mi madre sigue enojada conmigo, y yo con mucha pena por lo injusta que ha sido. Lloro todas las noches y me levanto a clases hecha un guiñapo; no quisiera ver a nadie, no hablar, no sonreír, ni responder las preguntas de mis profesores…

Después del Colegio me fui a caminar por ahí, hasta donde me dieran las piernas, y sin quererlo me encontré de frente con Alfredo. Me quedé mirándolo un poco confundida, y cuando iba a saludarlo me di cuenta de que no estaba solo. Llevaba de la mano a una chica que vive cerca de su casa, y me la presentó como su novia… No imagino cómo podría desahogar la tristeza enorme que siento en el pecho. Quisiera morir.

Martes
Querido Diario:

Mi madre acaba de decirme llorando que a Oriana le han descubierto un cáncer incurable. Dice que es muy común en los adolescentes, y que lamentablemente ataca con una virulencia invencible. La estuve escuchando atentamente, pero al mismo tiempo mi mente vagaba registrando todos los recuerdos que tengo de mi prima, reconstruyendo sus humillaciones y burlas, tratando de activar mi odio con reconcentrada energía y disfrutar de ese exquisito plato de venganza… Pero no pude. Lo que siento es una profunda piedad por ella. No sé si tristeza, puede que también. En verdad lamento lo que le pasa, y lo que todavía le queda por enfrentar. Me la imagino sin su hermoso cabello castaño, demacrada y postrada en una cama, esperando, a tan corta edad, la visita de la muerte. Me asombra enormemente descubrir que Oriana es tan mortal como yo; casi la había puesto en la categoría de diosa o algo por el estilo. Sufrirá mucho en el futuro…

Increíblemente, asoman un par de lágrimas a mis ojos mientras mi madre me abraza y me dice que me quiere.

Domingo
Querido Diario:

Estoy sentada en mi dormitorio, frente a la ventana que da al Sur. Una brisa tibia entra y me desordena un poco el cabello, que excepcionalmente recogí en un moño. Acabamos de llegar del Cementerio donde reposan los restos de mi prima, y quise subir de inmediato a escribir sobre esto.

Tengo mucha pena; más que todo por haber malgastado tanto tiempo odiándola en vez de conocerla y quererla por lo que era. Comprendo muy bien ahora que ella sentía cosas parecidas hacia mí; que mi inteligencia y mi pequeño cúmulo de conocimientos la intimidaban. Me confesó que también me encontraba divertida, interesante, madura y muy capaz, cualidades que le hubiesen gustado para sí misma y que sin embargo jamás había logrado conseguir. Yo hubiese querido hacerle saber que en estos meses de sufrimiento y enfermedad se transformó en una joven ejemplar, de extraordinario temple y valor. Que su forma de vivir la vida que le quedaba me enseñó mucho acerca de cómo tengo que vivir la mía. Oriana está muerta, y en su partida se lleva con ella toda aquella época de borrasca y odios.

Yo, que sigo viva, elijo quedarme con los últimos meses que compartimos, con los recuerdos dulces de nuestros paseos en el Parque y los helados robados en el Hospital.

Tengo una fotografía que nos tomó mi madre hace un tiempo. Nos vemos muy distintas a cómo éramos el último verano. No solamente porque en vez de hacernos muecas, estemos sonriendo, sino además por otro detalle que no logro discernir...

Mi madre acaba de acercarse, y pregunta si puede leer lo que está escrito en la pantalla. Le digo que sí, abriéndole mi corazón completamente, para que comience a conocerme mejor. Una vez que ha leído todo, se vuelve hacia mí con los ojos llenos de lágrimas, y me abraza. Le digo que tuvo razón en cada cosa que me aconsejó. Ella dice que a pesar de eso, la perdone por los errores que ha cometido. Que me ama y que está orgullosa de mí. Y por último agrega:

- Lo que ves de distinto en ti y en Oriana, es que ambas dejaron de ser niñas al mismo tiempo…

Miro de nuevo la foto, y compruebo maravillada que mi madre tiene razón.

Una vez más.