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No puedo hablar, no puedo cantar, tampoco gritar de desesperación. No me caracterizo por ser comunicativo, ni cansador, sino más bien cansado de escuchar tanta extravagancia. A veces me mareo escuchando tantas palabras que dicen tan poco, respiro hondo, mastico chicle, fumo, pienso, me desconecto, me voy a blanco, a negro, azul, rojo, amarillo,..; resultado de años de terapia, yoga, pilates, hipnosis, gurúes, semillas y medicina alternativa logré escuchar el silencio. Lo disfruto, música del silencio…

Me voy, ya es un hecho.

Primer avión, lleno de personas, no llevo lápiz ni papel, no quiero escribir y seguro que nadie entiende mis señas burlonas, sí, eso me han dicho. No me importa, no saben lo que hacen.

Departures, London, England, "Somebody can turn off the background music?", "no answer", jajajaja, que normal, que cotidiano. ¡Tanta bulla!

Rent a bike, Hermosa, Antigua, roja y está muy lejos de ser invisible. Estoy en la mitad de la ciudad, "Hey you body!", "Be carefull!", casi me pasan por encima y "beep", la infaltable y aguda bocina de tono largo. Si no gritas, te ignoran. Yo no grito, me ignoran. Un graffiti "be yourself", se confunden "be inside yourself", se malentiende. El Big Ben, hasta él necesita gritar, "Taan Taan Taan", 3 pm, y solo bastaba con mirarlo para saber lo que estaba diciendo."Camden Town", punk, hippie, bohemio, perro, gato, rata y pulga, todos en el mismo metro cuadrado. Me gusta aquí, un intento de evasión, nada es aparente, está textualmente inarmónico. Como siempre nadie aparenta mirar a nadie, y como siempre todos observan a todos.

"Arrivo", "noleggiare una moto vespa", verde lima pastel, vintage, y mas rápida que la bicicleta roja.

Verona, Italia, Romeo y Julieta, lujuriosa Julieta con un pecho al vento, todos le ponen las manos encima, ella no puede hacer nada al respecto. Cerca de la Arena di Verona me acerco al tumulto para mirar que sucede, intento filtrarme entre la gente, me pisan el dedo chico, dolor, a quien le importa. Sigo avanzando, no veo nada, ahora ni hablo, ni veo. Cabezas, mas cabezas, abajo, zapatos de cuero italiano hediondos a queso Parmesano. La gente se aparta, todos se empujan, no se disculpan, ni se miran, pero se tocan. Me alejo rápidamente, esto es justo de lo que me estaba escapando y casi me atrapa de nuevo. Ni pizza margherita, ni fettuccini putonesca, ni vino di la casa y se me olvido la Vespa vintage. Me voy de Italia sin un blue jean Dolce&Gabbana escarchado.
Siguiente avión, dirección París, me muero por un crêpe, sentado en la escalera del Sacre Coeur.

Sorpresivo discurso, "Que no cunda el pánico. Damas y Caballeros, disfruten de sus últimos minutos de vida, hemos raptado el avión y vamos directamente hacia la famosa Torre Eiffel", después la repetición burlona en inglés, que repentino, casi igual que las torres gemelas, muy poco original, leve diferencia geográfica. Todos tragan saliva, se miran desorientados, abunda la desesperación, ahora todos quieren llamar a sus amigos y familiares para no morir con la carga de no haberles sonreído lo suficiente y no haberlos mirado a los ojos con pasión. No hay señal, ni wi-fi, maldita tecnología, nos aleja, nos individualiza, nos da falsas esperanzas. Maldita globalización, que nos quitó la expresión, ella avanza, nosotros retrocedemos.

10, 9, 8, 7,6…. Tantas ideas dando vuelta alrededor de mi cabeza, van muy rápido, me quitan el aire, me asfixian…y lo último que estoy viendo es la fría y caprichosa ciudad de París por la ventanilla empañada de arrepentimiento.

Y pensar que todo esto lo encontré en una grabadora de cassette. Pude entenderlo y sentirlo sólo escuchando la música de fondo y me sonrío en el reflejo de la ventana del café, con restos de espuma de mocachino en el bigote, por los resultados de nuestra fusión, dos ovejas muy negras, desmatizadas en una sociedad muy blanca, igual que una clínica siquiátrica.

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No puedo hablar, no puedo cantar, tampoco gritar de desesperación. No me caracterizo por ser comunicativo, ni cansador, sino más bien cansado de escuchar tanta extravagancia. A veces me mareo escuchando tantas palabras que dicen tan poco, respiro hondo, mastico chicle, fumo, pienso, me desconecto, me voy a blanco, a negro, azul, rojo, amarillo,..; resultado de años de terapia, yoga, pilates, hipnosis, gurúes, semillas y medicina alternativa logré escuchar el silencio. Lo disfruto, música del silencio…

Me voy, ya es un hecho.

Primer avión, lleno de personas, no llevo lápiz ni papel, no quiero escribir y seguro que nadie entiende mis señas burlonas, sí, eso me han dicho. No me importa, no saben lo que hacen.

Departures, London, England, "Somebody can turn off the background music?", "no answer", jajajaja, que normal, que cotidiano. ¡Tanta bulla!

Rent a bike, Hermosa, Antigua, roja y está muy lejos de ser invisible. Estoy en la mitad de la ciudad, "Hey you body!", "Be carefull!", casi me pasan por encima y "beep", la infaltable y aguda bocina de tono largo. Si no gritas, te ignoran. Yo no grito, me ignoran. Un graffiti "be yourself", se confunden "be inside yourself", se malentiende. El Big Ben, hasta él necesita gritar, "Taan Taan Taan", 3 pm, y solo bastaba con mirarlo para saber lo que estaba diciendo."Camden Town", punk, hippie, bohemio, perro, gato, rata y pulga, todos en el mismo metro cuadrado. Me gusta aquí, un intento de evasión, nada es aparente, está textualmente inarmónico. Como siempre nadie aparenta mirar a nadie, y como siempre todos observan a todos.

"Arrivo", "noleggiare una moto vespa", verde lima pastel, vintage, y mas rápida que la bicicleta roja.

Verona, Italia, Romeo y Julieta, lujuriosa Julieta con un pecho al vento, todos le ponen las manos encima, ella no puede hacer nada al respecto. Cerca de la Arena di Verona me acerco al tumulto para mirar que sucede, intento filtrarme entre la gente, me pisan el dedo chico, dolor, a quien le importa. Sigo avanzando, no veo nada, ahora ni hablo, ni veo. Cabezas, mas cabezas, abajo, zapatos de cuero italiano hediondos a queso Parmesano. La gente se aparta, todos se empujan, no se disculpan, ni se miran, pero se tocan. Me alejo rápidamente, esto es justo de lo que me estaba escapando y casi me atrapa de nuevo. Ni pizza margherita, ni fettuccini putonesca, ni vino di la casa y se me olvido la Vespa vintage. Me voy de Italia sin un blue jean Dolce&Gabbana escarchado.
Siguiente avión, dirección París, me muero por un crêpe, sentado en la escalera del Sacre Coeur.

Sorpresivo discurso, "Que no cunda el pánico. Damas y Caballeros, disfruten de sus últimos minutos de vida, hemos raptado el avión y vamos directamente hacia la famosa Torre Eiffel", después la repetición burlona en inglés, que repentino, casi igual que las torres gemelas, muy poco original, leve diferencia geográfica. Todos tragan saliva, se miran desorientados, abunda la desesperación, ahora todos quieren llamar a sus amigos y familiares para no morir con la carga de no haberles sonreído lo suficiente y no haberlos mirado a los ojos con pasión. No hay señal, ni wi-fi, maldita tecnología, nos aleja, nos individualiza, nos da falsas esperanzas. Maldita globalización, que nos quitó la expresión, ella avanza, nosotros retrocedemos.

10, 9, 8, 7,6…. Tantas ideas dando vuelta alrededor de mi cabeza, van muy rápido, me quitan el aire, me asfixian…y lo último que estoy viendo es la fría y caprichosa ciudad de París por la ventanilla empañada de arrepentimiento.

Y pensar que todo esto lo encontré en una grabadora de cassette. Pude entenderlo y sentirlo sólo escuchando la música de fondo y me sonrío en el reflejo de la ventana del café, con restos de espuma de mocachino en el bigote, por los resultados de nuestra fusión, dos ovejas muy negras, desmatizadas en una sociedad muy blanca, igual que una clínica siquiátrica.