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Dando una ligera toma a el papel entre sus manos y exhalando el humo por su boca, el hombre siguió caminando lentamente por la acera,. Hoy era uno de los días en que le era permitido ese ritual de autodestrucción, tenia como costumbre desde hace años realizarlo cada vez que, embriagado en sus recuerdos, necesitaba un pequeño consuelo.
De esta manera, se alejo del sitio de su enseñanza con un paso lento.
No había entrado ni siquiera para ver si el interior de los pasillos seguía del mismo color, ni para recordar donde se encontraba su antigua aula. Ni siquiera se acerco al lugar donde se solían encontrar el y sus compañeros en los breves minutos que tenían de descanso entre clases. No quería que los recuerdos le abrumaran aun sabiendo que, el volver por ese camino de piedra hasta su hogar, seria mas doloroso que visitar de nuevo su antiguo pupitre.
El paisaje había cambiado, era natural, la ultima vez que lo vio aun quedaba algo de verde naturaleza en el, pero la horrenda mano humana había destruido lo que quedaba en un afán de construcción artificial, cosa que le apenaba interiormente. No quedaba rastro de los seres verdes que acariciaba al lado del camino ni de los pequeños colores que se hallaban en la parte superior de ellos. Aun así, siguió avanzando tras un ligero parón seguido de un suspiro vació.
Cerro sus ojos por un momento y recordó como en tiempos remotos, estando el en lo que llaman flor de la vida, avanzaba lentamente por ese camino de la misma manera que lo hacia ahora, con los ojos cerrados y en silencio. Aun así, había una diferencia, mientras que ahora lo único que oía por sus oídos era el susurro del viento, en aquellos tiempos prefería alejarse de lo que conocía como realidad mediante el uso de los instrumentos y las voces sonando en sus oídos.
De igual manera, porque había decidido estancarse en los recuerdos de nuevo? Era ese un día del mes donde solía hacerlo a causa de una antigua conexión de carácter sentimental.
Había alguien que había perdurado en su mente hasta entonces y que seguía haciéndolo.
Tal vez por esa razón, como hacia antaño, seguía ese camino con la esperanza de encontrarla, aun cuando apenas recordaba su rostro y había olvidado su voz.
Terminada la cremación del papel, tiro los restos en el recipiente mas cercano.
Entonces, de repente, tras de si, oyó dos silabas que marcaban su existencia, dos silabas suyas que servían para referirse a el, una dulce y tierna voz que le era familiar estaba llamándole.
Se giro lentamente y observo una pequeña figura, como tratándose de una ilusión, una figura borrosa, cuyos ojos no eran posiblemente divisibles al igual que el resto de su rostro, una figura pequeña, diminuta, en el llamado fruto de la vida.
Una figura, sonriente.
Parpadeo en un instante solo para ver como esa figura había desaparecido para su desesperación pero, tras quitar su asombro de encima, comprendió que solo era una imagen mas de sus memorias.
Aun así, el devolvió la sonrisa a la ya desaparecida figura mientras salio por su garganta una ligera palabra de agradecimiento, casi imperceptible para el oído humano pero ala vez clara y llena de sentimiento.
El hombre dio media vuelta y se dirigió hacia su aula con un gesto de felicidad inocente en su cara.

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Dando una ligera toma a el papel entre sus manos y exhalando el humo por su boca, el hombre siguió caminando lentamente por la acera,. Hoy era uno de los días en que le era permitido ese ritual de autodestrucción, tenia como costumbre desde hace años realizarlo cada vez que, embriagado en sus recuerdos, necesitaba un pequeño consuelo.
De esta manera, se alejo del sitio de su enseñanza con un paso lento.
No había entrado ni siquiera para ver si el interior de los pasillos seguía del mismo color, ni para recordar donde se encontraba su antigua aula. Ni siquiera se acerco al lugar donde se solían encontrar el y sus compañeros en los breves minutos que tenían de descanso entre clases. No quería que los recuerdos le abrumaran aun sabiendo que, el volver por ese camino de piedra hasta su hogar, seria mas doloroso que visitar de nuevo su antiguo pupitre.
El paisaje había cambiado, era natural, la ultima vez que lo vio aun quedaba algo de verde naturaleza en el, pero la horrenda mano humana había destruido lo que quedaba en un afán de construcción artificial, cosa que le apenaba interiormente. No quedaba rastro de los seres verdes que acariciaba al lado del camino ni de los pequeños colores que se hallaban en la parte superior de ellos. Aun así, siguió avanzando tras un ligero parón seguido de un suspiro vació.
Cerro sus ojos por un momento y recordó como en tiempos remotos, estando el en lo que llaman flor de la vida, avanzaba lentamente por ese camino de la misma manera que lo hacia ahora, con los ojos cerrados y en silencio. Aun así, había una diferencia, mientras que ahora lo único que oía por sus oídos era el susurro del viento, en aquellos tiempos prefería alejarse de lo que conocía como realidad mediante el uso de los instrumentos y las voces sonando en sus oídos.
De igual manera, porque había decidido estancarse en los recuerdos de nuevo? Era ese un día del mes donde solía hacerlo a causa de una antigua conexión de carácter sentimental.
Había alguien que había perdurado en su mente hasta entonces y que seguía haciéndolo.
Tal vez por esa razón, como hacia antaño, seguía ese camino con la esperanza de encontrarla, aun cuando apenas recordaba su rostro y había olvidado su voz.
Terminada la cremación del papel, tiro los restos en el recipiente mas cercano.
Entonces, de repente, tras de si, oyó dos silabas que marcaban su existencia, dos silabas suyas que servían para referirse a el, una dulce y tierna voz que le era familiar estaba llamándole.
Se giro lentamente y observo una pequeña figura, como tratándose de una ilusión, una figura borrosa, cuyos ojos no eran posiblemente divisibles al igual que el resto de su rostro, una figura pequeña, diminuta, en el llamado fruto de la vida.
Una figura, sonriente.
Parpadeo en un instante solo para ver como esa figura había desaparecido para su desesperación pero, tras quitar su asombro de encima, comprendió que solo era una imagen mas de sus memorias.
Aun así, el devolvió la sonrisa a la ya desaparecida figura mientras salio por su garganta una ligera palabra de agradecimiento, casi imperceptible para el oído humano pero ala vez clara y llena de sentimiento.
El hombre dio media vuelta y se dirigió hacia su aula con un gesto de felicidad inocente en su cara.