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Ya habían pasado algunos días desde que el dragón había despertado. Toda la isla había sufrido daños muy graves, caminos destruidos, casas desechas y edificios enormes hechos polvo, todo el entorno había cambiado.

Mi casa era una de las pocas que resultaron casi sin daños, solo algunos muebles y ventanas rotas, nada que no se pudiese reparar.

Esta mañana me levante, cepille mi cabello y baje para desayunar con papa.

Pase toda la mañana hablando con el sobre lo que había pasado el otro día. Hablamos sobre lo que había hecho Claus. Me recordó que Claus era mi hermano y él no sabía lo que hacía. Mis ojos se pusieron húmedos al hablar sobre mi hermano. A veces peleaba con él, recuerdo que una vez escondió mi juguete favorito en el bosque para molestarme. A veces dudaba que Claus me quisiera.

Sin embargo recordaba esas otras ocasiones. Por ejemplo, en un día de verano, mientras jugaba en el pueblo, unos niños me empezaron a molestar, a decir cosas feas sobre mí, cosa que casi todos hacían, excepto Claus, mi papa y mi mama. Claus no lo soporto más, tomo una roca del suelo y la lanzo con todas su fuerzas a uno de esos niños golpeándolo en la cabeza, el niño lloro y hasta le salió un poco de sangre. Mi mama vio lo que Claus había hecho y lo castigo por tres días. Aun así Claus lo volvió hacer la siguiente semana.

Yo le preguntaba por qué lo había hecho, pero Claus no decía nada.

Esas ocasiones me recordaban que aunque nunca se atrevía a decirlo, él me quería.

Al atardecer mi papa me pidió que llevara unas flores al cementerio, yo accedí. Me gustaba visitar a mi mama y a Claus todos los días si se podía, mucho más si iba yo solo, me daba tiempo para pensar.

Al regresar ya de noche, me fui de inmediato a dormir ya que tenía mucho sueño.

Esa noche tuve un sueño que nunca olvidare.

Esa noche soñé que Claus estaba conmigo. Jugamos todo el día sin parar, reíamos tanto que nos dolía el estómago, él estaba más feliz que nunca, igual yo.

El empezó hablar sobre cosas que nunca me había dicho, me decía que me quería mucho y que siempre le gustaba jugar conmigo.

Me conto como a veces, en navidad, se levantaba temprano y ponía algunos de sus dulces en mi bolsa de regalo sin que me diera cuenta. Me dio mucho felicidad saber que mi hermano hacia esas cosas por mí.

Me conto que buscara algo en una caja debajo de nuestra cama, y de ahí ya no puedo recordar nada.

Al despertar recordé lo que Claus me había dicho, y aunque sabía que había sido un sueño, la busque, y en menos de 1 minuto la tenía en mis manos.

Abrí la caja y me di cuenta que era un álbum de fotos, tenía muchas. Me quede toda la mañana viéndolas. Al tener que irme tome una foto de mi hermano y yo, la puse en el respaldo de mi cama. Las demás las puse donde estaban.
Ese día más tarde, pase por el cementerio, vi las tumbas de mi mama y Claus, entonces tuve una gran idea.

Corrí a la florería y compre algo especial.

Compre muchos girasoles, fui a las tumbas, quite las otras flores y puse los girasoles. Los girasoles son más felices que unas tristes flores de cementerio.

Ahora cada vez que siento un poco de tristeza o si extraño a mi mama o a Claus voy al cementerio. Ahora es un lugar feliz.

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Ya habían pasado algunos días desde que el dragón había despertado. Toda la isla había sufrido daños muy graves, caminos destruidos, casas desechas y edificios enormes hechos polvo, todo el entorno había cambiado.

Mi casa era una de las pocas que resultaron casi sin daños, solo algunos muebles y ventanas rotas, nada que no se pudiese reparar.

Esta mañana me levante, cepille mi cabello y baje para desayunar con papa.

Pase toda la mañana hablando con el sobre lo que había pasado el otro día. Hablamos sobre lo que había hecho Claus. Me recordó que Claus era mi hermano y él no sabía lo que hacía. Mis ojos se pusieron húmedos al hablar sobre mi hermano. A veces peleaba con él, recuerdo que una vez escondió mi juguete favorito en el bosque para molestarme. A veces dudaba que Claus me quisiera.

Sin embargo recordaba esas otras ocasiones. Por ejemplo, en un día de verano, mientras jugaba en el pueblo, unos niños me empezaron a molestar, a decir cosas feas sobre mí, cosa que casi todos hacían, excepto Claus, mi papa y mi mama. Claus no lo soporto más, tomo una roca del suelo y la lanzo con todas su fuerzas a uno de esos niños golpeándolo en la cabeza, el niño lloro y hasta le salió un poco de sangre. Mi mama vio lo que Claus había hecho y lo castigo por tres días. Aun así Claus lo volvió hacer la siguiente semana.

Yo le preguntaba por qué lo había hecho, pero Claus no decía nada.

Esas ocasiones me recordaban que aunque nunca se atrevía a decirlo, él me quería.

Al atardecer mi papa me pidió que llevara unas flores al cementerio, yo accedí. Me gustaba visitar a mi mama y a Claus todos los días si se podía, mucho más si iba yo solo, me daba tiempo para pensar.

Al regresar ya de noche, me fui de inmediato a dormir ya que tenía mucho sueño.

Esa noche tuve un sueño que nunca olvidare.

Esa noche soñé que Claus estaba conmigo. Jugamos todo el día sin parar, reíamos tanto que nos dolía el estómago, él estaba más feliz que nunca, igual yo.

El empezó hablar sobre cosas que nunca me había dicho, me decía que me quería mucho y que siempre le gustaba jugar conmigo.

Me conto como a veces, en navidad, se levantaba temprano y ponía algunos de sus dulces en mi bolsa de regalo sin que me diera cuenta. Me dio mucho felicidad saber que mi hermano hacia esas cosas por mí.

Me conto que buscara algo en una caja debajo de nuestra cama, y de ahí ya no puedo recordar nada.

Al despertar recordé lo que Claus me había dicho, y aunque sabía que había sido un sueño, la busque, y en menos de 1 minuto la tenía en mis manos.

Abrí la caja y me di cuenta que era un álbum de fotos, tenía muchas. Me quede toda la mañana viéndolas. Al tener que irme tome una foto de mi hermano y yo, la puse en el respaldo de mi cama. Las demás las puse donde estaban.
Ese día más tarde, pase por el cementerio, vi las tumbas de mi mama y Claus, entonces tuve una gran idea.

Corrí a la florería y compre algo especial.

Compre muchos girasoles, fui a las tumbas, quite las otras flores y puse los girasoles. Los girasoles son más felices que unas tristes flores de cementerio.

Ahora cada vez que siento un poco de tristeza o si extraño a mi mama o a Claus voy al cementerio. Ahora es un lugar feliz.