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Description

Wesh desde joven había sido una especie de centauro trovador incluso un bardo, se ganaba la vida así e incluso así divertía a su hijo pequeño en ausencia de su madre, aunque a veces se alejaba un poco de su gente para conocer los cambios en el mundo, las fusiones de algunos lugares o la aparición de otros jamás vistos llamaron su atención. No negaría que había lugares que, aunque fueran aterradores existían algunos fascinantes que jamás habría llegado a conocer en circunstancia normales.

Recientemente un día llego a una especie de capilla en ruinas que no había estado ahí antes, era el mejor ejemplo de lo que exploraba. - Curioso... ¿rendían culto a alguien aquí? ¿Una deidad del mundo de donde proviene? -murmuro caminando por los pasillos, provocando que su trote provocase un resonante eco, pero el pensamiento seguía presente. Incluso la arquitectura parecía ser antigua, no como los templos que había visto, la pregunta persistía al adentrarse al lugar ¿Por qué esta era diferente?

Obtuvo su respuesta al llegar al altar donde se encontraba ahí la mayor sorpresa, crucificado había un hombre que no mostraba signos de descomposición, pero tampoco parecía estar vivo por las telarañas y el polvo que lo cubrían, incluso había una espada oxidada de oricalco incrustada en su pecho, más extraño era lo que parecía un conejo de pelaje oscuro que no mostraba señales de vida. - Vaya… ¿Qué es esto? ¿Un sacrificio a un dios? ¿O un castigo? - En cuanto se acercó se apoyó sobre sus patas traseras ganando altura, pero al tocar la espada esta lo repelió provocando una onda expansiva que lo mando a volar, cayendo al suelo de forma estrepitosa. - Un sello… Este lugar es su prisión. - Dice entre adolorido y sorprendido levantándose para volver a acercarse, esta vez con mucha más cautela, prestando por fin atención a la placa puesta en el altar donde estaba el hombre, como si fuera una especie de exhibición. - ¿Qué dice aquí?

Yo Neona Moth, sacerdotisa de la sangre del reino de Ostok
Dejo aquí un testimonio de mi crimen y pecado por complicidad.
Por orden y amenaza de la duquesa de Hammuk-Asur, hermana de su majestad
Condeno a este hijo de la noche a la muerte dormida bajo el sello que resguarda su poder
Consagro esta espada de oricalco para no darle muerte, pero le niega la no vida
Aunque siendo inocente de lo que se le acusa, solo será libre rompiendo el sello
Rogare por el día que logren liberarlo de su condena.
Yo que lancé el sello no pude, ese fue mi pecado.
Larga vida al rey de Ostok
Larga vida al duque de Equinox-Ocaranza

Que los ancestros me perdonen.

Wesh miro confundido la placa tras terminar de leerla. - Ostok… me suena ese nombre. - susurro confundido ignorando los moretones que se iban formado por los golpes de la caída. – Debió ser algo muy malo para que este pobre desdichado acabara peor que en el limbo.

En momentos de dudas así realmente extrañaba lidiar con el padre y el hermano de Kokay, ellos sabrían que decir sobre este descubrimiento, aunque Regulo quisiera aun hacer brochetas de centauro con él por mucho que lo aceptara como esposo de su hija. - ¿Quién es este pobre hombre? – Fue la pregunta que recorrió su mente. No se percató del conejo de pelaje negro y ojos rojos que lo observaba para salir corriendo del lugar, como si encontrara motivación para actuar finalmente.

En poco tiempo gracias a sus relatos, entre los centauros de su clan se corrió el rumor de un hombre condenado en un lugar consagrado a las sombras por el aspecto del lugar. A la vez que en otro lugar la hija mayor del ultimo príncipe de Ostok intentaba darle voz a un extraño conejo porque al parecer la criatura lo pidió.