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La simple razón.

Frío… el es así, inexpresivo y reservado. Un demonio pura-sangre, llegando a ser un asesino profesional. En otras palabras debería temerle, al igual que muchas personas sin embargo yo…yo no le tengo miedo, ¿Qué quién soy? Pues una muchacha de tan solo catorce años, una hibrida mitad conejo, mucha gente dice que debería estar enferma o sin juicio alguno si podía decir semejantes cosas y sin titubear, pero la razón es una sola y es realmente grande, es una palabra que en verdad no tiene limite alguno y sobrepasa cualquier cosa ya sea la edad, la distancia o especie tal vez…

Amor.

No son simples mariposas en el estomagó, no es un "Te quiero" y ya, es algo que existió entre el y yo desde el momento en el que no conocimos y que poco a poco va fluyendo con fervor.

Puede que yo llegué a demostrarlo más que el, hasta el punto de aburrirlo en algunas ocasiones. Puede también que el casi nunca me diga lo que siente, eso no me duele… ¿Por qué a de lastimar si uno ya sabe como se llega a sentir el otro con tan solo rozar sus manos? Al igual que yo, solo falta una caricia, un susurro, una mirada y una mezcla de sentimientos salen a flote.

— Yara-kun… —Murmure con mis mejillas teñidas de un suave color rojizo mientras era observada por el ojíazul.

— ¿Nani? —Pregunto con voz monótona y luego aparto la vista hacia el horizonte.

— Te amo —Esta vez se quedo en silencio, pero solo pasaron un par de segundos para que el tacto de nuestros labios se hiciera presente y que sus frías manos fuesen envueltas por las mías, derritiéndolas con el calor que emanaban. Ese no fue un beso, fue un pacto entre dos personas que juraron amarse por lo que resta de la eternidad o incluso mas allá de esta…

Si esto se consideraba algo malo, ¿Por qué es que se sentía tan bien…?

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La simple razón.

Frío… el es así, inexpresivo y reservado. Un demonio pura-sangre, llegando a ser un asesino profesional. En otras palabras debería temerle, al igual que muchas personas sin embargo yo…yo no le tengo miedo, ¿Qué quién soy? Pues una muchacha de tan solo catorce años, una hibrida mitad conejo, mucha gente dice que debería estar enferma o sin juicio alguno si podía decir semejantes cosas y sin titubear, pero la razón es una sola y es realmente grande, es una palabra que en verdad no tiene limite alguno y sobrepasa cualquier cosa ya sea la edad, la distancia o especie tal vez…

Amor.

No son simples mariposas en el estomagó, no es un "Te quiero" y ya, es algo que existió entre el y yo desde el momento en el que no conocimos y que poco a poco va fluyendo con fervor.

Puede que yo llegué a demostrarlo más que el, hasta el punto de aburrirlo en algunas ocasiones. Puede también que el casi nunca me diga lo que siente, eso no me duele… ¿Por qué a de lastimar si uno ya sabe como se llega a sentir el otro con tan solo rozar sus manos? Al igual que yo, solo falta una caricia, un susurro, una mirada y una mezcla de sentimientos salen a flote.

— Yara-kun… —Murmure con mis mejillas teñidas de un suave color rojizo mientras era observada por el ojíazul.

— ¿Nani? —Pregunto con voz monótona y luego aparto la vista hacia el horizonte.

— Te amo —Esta vez se quedo en silencio, pero solo pasaron un par de segundos para que el tacto de nuestros labios se hiciera presente y que sus frías manos fuesen envueltas por las mías, derritiéndolas con el calor que emanaban. Ese no fue un beso, fue un pacto entre dos personas que juraron amarse por lo que resta de la eternidad o incluso mas allá de esta…

Si esto se consideraba algo malo, ¿Por qué es que se sentía tan bien…?