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Happyano
— Maestra Aqua: capitulo 3
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2011-09-06 16:49:47 +0000 UTC
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Description
Los primeros rayos de luz inundaron la habitación, arrastrándola poco a poco de las profundidades de su sueño. Al no estar acostumbrada a madrugar, se tapó el rostro con la almohada y maldijo al Sol. No se despertó hasta darse cuenta de que era una ridiculez insultar al astro rey. Además, Ni si quiera estaba del todo segura de que aquella estrella fuera el Sol. Allí, de cara al techo, donde dormitaba en una jaula una peculiar ave de plumaje dorado, reflexionó sobre la rapidez de los últimos acontecimientos. Pero poco tiempo tuvo para pensar, pues la velocidad de estos seguía siendo frenética, en la mesita le habían dejado lo que parecía ser el horario de las clases. Según informaba, debía estar presente en el patio en menos de quince minutos para el inicio de las clases.
Se levantó de un brinco de la cama, mirando nerviosamente a todas partes en busca de algo que ponerse; al fin encontró lo que parecía ser el uniforme de la escuela. Comenzó a vestirse rápidamente, sintiéndose extraña con los pantalones. Mientras tanto, el ave había comenzado a emitir un estridente chillido, como si de un despertador se tratase.
-A buenas horas, pajarraco -se quejó la muchacha, pensando en no comprarse ningún animal el resto de su vida.
Como si lo hubiese oído, el animal inició una sentida protesta volando caóticamente por la jaula hasta estamparse con los barrotes.
Salió de su dormitorio y recorrió a toda velocidad los pasilllos sin tiempo para contemplar el exquisito sentido artístico que tenía cada rincón del lugar. Estuvo cinco minutos bajando las escaleras, saltando los escalones de tres en tres, hasta que se dejó caer al suelo cuando llegó al nivel inferior, en el cual, para su alegría, se situaba el anhelado patio. Se incorporó, limpiándose la suciedad, y se acercó al patio con la cabeza bien alta, un gesto orgulloso que había adoptado involuntariamente debido a su favorable condición.
El patio no tenía nada de extraordinario. Era tan solo una extensión de césped de predecible color verdoso. Lo más crioso del conjunto era una estatua giratoria con una bola nblanca y otra negra. Cuando se acercó más, Aqua pudo percibir un curioso efecto óptico; a medida que giraban las dos bolas, daba la impresión de que la blanca aumentaba de tamaño mientras la negra disminuía.
El maestro Genov se hallaba detrás de la estatua, con una caja de metal de considerable tamaño que al parecer acababa de cargar, pues tenía la cara enrojecida por le esfuerzo, aunque intentara ocultarlo con su eterna sonrisa. Los alumnos se encontraban a su alrededor, y habían vuelto a dirigirle la mirada con la misma sutieza que cuando había entrado en el comedor. Aqua fue bajando lentamente la cabeza hasta mirar el suelo. Luego recordó qué era la dignidad y la volvió a alzar.
-¡Aquí viene la alumna estrella! -Exclamó con entusiasmo el joven profesor.
-Lo siento, no suelo llegar tarde. Mi despertador no funciona bien -se disculpó frunciendo el ceño.
-No has llegado tarde, querida -contestó, y luego se dirigió al resto de la clase, adoptando una actitud más grave-. Escuchad, Aqua es una alumna muy especial, así que quien no se comporte como un caballero con ella tendrá que vérselas conmigo.
-Pero esto es clase de combate cuerpo a cuerpo -protestó un alumno que Aqua reconoció al instante; era el chico de apariencia salvaje que la había mirado con displicencia horas antes-. Si no hay sangre, no tiene sentido.
-Cuando te enfrentas a la oscuridad, señorito, la menor de tus preocupaciones es sangrar -contestó secamente Génov. Al advertir que todos estaban en silencio sepulcral pareció arrepentirse de sus palabras y continuó:-. El miedo es algo normal en los primerizos. Os recuerdo que no debéis preocuparos; a medida que avance el curso os iréis dando cuenta de si esto es realmente vuestra vocación. Hay gente que abandona, sí, pero también salen excelentes guerreros de la llave-espada -Y dicho eso se apartó a un lado para dejar bien a la vista la caja que había traído-. Hoy vais a elegir vuestras armas. O bien serás ellas las que os elijan a vosotros. Vuestra voluntad y la de ella darán como resultado el arma. En cierto modo, las llaves-espada son como los corazones: capaces de lo mejor y lo peor. El tiempo dirá si sirven a la luz o a la oscuridad -y, acto seguido, al ver la mezcla entre excitación e inquietud de todos los años volvió a su tono desenfadado:-. Este es el profecimiento que debo seguir todos los años; pero estoy seguro de que ninguno de vosotros serviréis a la oscuridad.
A continuación sacó del bolsillo de su pantalón una hoja y les indicó que avanzaran hacia la caja en cuanto pronunciara sus nombres. Esto provocó que se disipara todo rastro de temor y cuchicheos emocionados prorrumpieran por todas partes.
Leyó el primer nombre y uno de los alumnos se abrió paso entre la multitud. Cuando llegó a la caja su rostro pareció contrariado, pero no vaciló en mejer el brazo en el interior del compartimento. Cuando lo sacó, empuñaba una llave-espada amarillenta brillaba intensamente a la luz.
Era divertido para Aqua ver como de diferentes en tamaño, peso y color eran las llaves-espada, pues era una forma de tratar de adivinar la personalidad de su portador. Algunas eran de esperanzador color verde, y otras de apasionado rojo. Unas eran pequeñas y de apariencia insignificante y otras robustas y resistentes. Le llamó especialmente la atención la llave-espada del desagradable chico del cabello alborotado; como había supuesto, era una arma de gran magnitud, lo cual denotaba sin duda una desmedida ambición. Era sorprendente también que el color marrón de esta hiciera referencia a su nombre: Terra.
-Vaya, esa tendrás que cogerla con las dos manos -le aconsejó el maestro Génov al ver lo dificultoso que le resultaba a Terra coger el arma.
Terra no hizo demasiado caso a la sugerencia del maestro, pero para deleite de Aqua, no tuvo más remedio que terminar cogiéndola con las dos manos.
Llegó el turno de Aqua, y la muchacha se acercó con lentitud, deseando que no le acompañara la misma suerte que a Terra. Se asomó para ver el interior de la caja, pero para su sorpresa, no había llave-espada alguna. Al ver que su expectante profesor le animaba a que metiera el brazo, se decidió a hacerlo. Esperó un par de segundos hasta que para su asombros sintió una empuñadura en su mano. Era un arma elegante: frágil pero resistente, de color azul y notoriamente afilada.
-Vaya, el aul denota un carácter tendente a la serenidad y el filo indica claramente que dejas una profunda huella en la gente -observó con alegría y fascinación el profesor Génov; Aqua se sonrojó un poco por los halagos de su profesor, que claramente sentía predilección por ella.
Los ejercicios que mandó hacer poco después el maestro fueron una decepción para los que esperaban algo más emocionante; como si en una clase cualquiera de gimnasia estuviera, Aqua practicó algunos estiramientos básicos y recorrió el patio varias veces seguidas. Era tan solo una preparación física para los ejercicios que vendrían después, por lo que por el momento no podían usar sus armas, que, a regañadientes, tuvieron que devolver a la caja. El maestro Génov les animó prometiéndoles que en poco tiempo podrían comenzar con actividades más entretenidas, y se mostró cercano y simpático en todo momento, lo cual permitió que se ganara las simpatías de casi toda la clase. Terra, malhumorado por el arma que le había correspondido, no cesaba de murmurar expresiones de fastidio mientras corría a más velocidad que el resto. Aqua tampoco simpatizaba demasiado con el profesor, pues aunque estaba de acuerdo con su decisión de prepararse físicamente antes de practicar con las llaves-espada, le agergonzaba profundamente que no dejara de felicitarla por sus progresos, aunque estos no existieran y se dejara patente la clara desventaja respecto a sus compañeros. Lo único que le resultó reconfortante al finalizar la clase fue que Terra apenas pudiera mantenerse en pie debido al esfuerzo realizado.
Seguidamente tenían clases de control lumínico, así que se dirigieron todos en tropel a una austera pero espaciosa aula situada en el segundo piso.
La maestra Elektra era el tipo de persona que se tomaba su trabajo con extrema seriedad. A diferencia de Eraqus y Génov, no había tratado a Aqua de un modo especial; los había atacado a todos con preguntas imposibles de responder sobre "la naturaleza difícilmente previsible de la luz".
-¡Vaya, pero si son conocimientos generales! -Se extrañaba al ver que sus preguntas eran respondidas con largos silencios o tartamudeos que culminaban en incoherencias.
-Pensaba que nos enseñarían a hacer cosas molonas con la luz -susurró por lo bajo uno de los estudiantes.
-Pero usted no podrá trabajar con ella si no comprende sus tendencias, señor Hoolg -saltó de repente la maestra Elektra, para sorpresa del alumno, quien no esperaba ser escuchado, ni mucho menos ser reconocido-. El control lumínico no consiste tan solo en soltar chispitas, requiere un gran control de las turbaciones internas del alma, y una gran capacidad de discernimiento.
Cuando terminó de hablar repartió a cada uno un folio con una serie de preguntas que a Aqua no le resultaron demasiado difícil contestar, pues tenía los conocimientos básicos en moralidad que se precisaban para responderlas. El decoro y las formalidades eran materia importante en su mundo, pero también existían grandes filósofos cuyos textos había estudiado con su madre.
Cuando la profesora anunció el fin de la clase, todos tuvieron que dejarle en su mesa la hoja con las preguntas contestadas. Algunos solo pudieron responder la mitad de las preguntas, por lo que la maestra Elektra no perdió ocasión de reprender su lentitud.
Según el horario, Aqua tenía un descanso para comer, así que se dirigió hacia el comedor con la esperanza de ver al señor Eraqus para contarle sus impresiones. Durante el camino oyó que Terra molestaba a la profesora Elektra con observaciones pretenciosas.
Para su desgracia, Eraqus no se encontraba presente durante la comida. Aqua tuvo que sentarse entences en una mesa alejada del resto, mientras criticaba mentalmente la antipatía de los alumnos al no haber tenido la decencia de presentarse ante ella. Por supuesto nunca se le pasó por la cabeza hacerlo ella misma, pues al haber tantos chicos y solo una chica pensaba que estaban obligados a presentarse ellos mismos como haría todo buen caballero. Pero era impensable que denominar a aquella gente caballeros; por sus rudas formas y tosca manera de hablar, más bien eran plebeyos o hijos de burgueses recién adinerados. Recorrió la vista por todo el comedor, haciendo un gesto de censura cada vez que hacían gala de bastas maneras , hasta que se fijó en Terra, que estaba al otro extremo del comedor, alejado del bullicio. Fruncía el ceño y se llevaba las manos a la cabeza mientras leía un libro. Aqua consideró que sentarse junto a él sería rebajarse en extremo y se apresuró a sacar un libro. Pero recordó que no tenía libro alguno.
Afortunadamente el señor Eraqus había ordenado que ella pudiera disponer de todo lo necesario; al rato apareció la bibliotecaria de la escuela, una señora de aspecto demacrado, como si no hubiese visto la luz del día en años, y le proporcionó un impoluto volumen de Historia de la Luz y la Oscuridad.
De esa manera pudo seguir las explicaciones en la siguiente clase. El maestro Xehanort, un hombre que había estado treinta años en la profesión, realizaba su labor con cierta desgana y parecía más deseoso incluso que sus alumnos de terminar la clase cuanto antes. Después de dar las justas explicaciones y proceder a mandarles algunas actividades, desenvolvió su periódico y escondió su calva tras él. Por suerte, a Aqua le interesaba lo suficiente la asignatura como para ignorar las desatenciones de su maestro. Pronto quedó absorta ante la cantidad de información fascianante que contenía el libro, y fue devorando página tras página subrayando lo más destacable y relacionando conceptos. Una página que relataba las apreciaciones de los primeros teóricos le llamó poderosamente la atención.
"Existían discrepancias entre los estudiosos de la luz en los tiempos más remotos. Céfiro, afamado observador de los devenires de la luz y la oscuridad, elaboró un primer tratado en el que se estipulaban los rasgos que permitían distinguir la luz. El teórico fue aceptado socialmente y obtuvo el poder para gobernar durante muchos años, hasta que Chloro el Pensador trató de introducir algunos cambios en el pensamiento general. Su más importante innovación fue el concepto de "motivación". Citaba en una de sus cartas a Céfiro: "La motivación se instala en los corazones y los ilumina u oscurece; dicho con un ejemplo, no podrían considerarse iguales de bondadosos el padre que azota a su hijo con la intención de enderezarlo que aquel que descarga todo su odio en él"
Cuando el rey Céfiro leyó la carta de Chloro lo hizo encerrar inmediatamente. La razón era que se había visto reflejado en el ejemplo del padre iracundo. Y, ciertamente, el era un rey despótico que castigaba cruelmente todo intento de oposición. Tiempo tardó en percatarse de que había estado sirviendo a la oscuridad."
Aqua estuvo esperando a que todos se hubieran marchado cuando hubo terminado la clase, pues tenía que hacer algunas preguntas al profesor Xehanort sobre la historia del rey Céfiro. Aunque, a decir verdad, lo había decidido en el momento en el que vio a Terra acercarse al maestro. Sorprendente, este no le respondía con dejadez, sino que parecía muy interesado en lo que decía el chico.
-Pues yo opino que el rey Céfiro no lo hizo tan mal si consiguió que mucha gente sirviera a la luz.
-Cómo puedes decir eso -le interrumpió la muchacha. Aqua pensaba que Terra, en un intento de hacerse notar sobre el resto, había dicho una enorme desfachatez-. El rey los sometió a todos y ni si quiera tuvo piedad con los que hacían sugerencias.
-Interesante apreciación -dijo el maestro, mesándose la barbilla-. Sí, a pesar de que al final cedió a la oscuridad, creo no hay que olvidar la gran labor que hizo por su pueblo.
Ante eso, Terra compuso una sonrisa de oreja a oreja y Aqua miró al maestro con incredulidad. Pero, a pesar de que quería replicar, los celos le impedían pensar con claridad. El maestro se despidió, dedicándole una significativa mirada a Terra que Aqua no pudo comprender.
Se quedaron los dos solos. Terra no perdió mucho el tiempo; recogió sus cosas y se despidió de ella lanzándole una mirada de odio. Aqua quiso tirarle el lápiz que llevaba en la mano.
Iba a irse cuando vio algo en la mesa del profesor que le llamó la atención. Al instante se llenó de alegría al ver la cara que pondría Terra cuando le devolviera amablemente el periódico al maestro Eraqus. Agarró el conjunto de papeles a punto de desunirse y se alejó de la clase. No pudo evitar fijarse en la noticia de la primera plana mientras caminaba por los pasillos.
"... se ha descubierto caso de experimentación ilegal con personas. Las autoridades han descubierto que la víctima es un varón de unos ocho años que responde al nombre de "Ventus". Los recientes informes indican que es responsable de los delitos sea probablemente el padre de la víctima, quien, al parecer, en una frenética huida, ha olvidado en su departamento unos documentos en los que expone detalladamente le proceso de experimentación, entre los cuales está la fragmentación de corazones. El perfil es el de un hombre trastornado..."
Una tos repentina hizo que dejara de leer; antes de que pudiera decir palabra el maestro Xehanort le había quitado el periódico de las manos, había escupido un breve "gracias" y se había marchado del lugar, dejándola reflexionando en el pasillo que estaba oscureciendo por momentos.
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