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Ten-rei Amatsu || 14 años || 49 kg / 1, 57m || Aliento del cielo

Su Aliento se deriva del viento: el cielo genera el cambio de las presiones atmosféricas que producen las corrientes de aire, denominadas viento

Personalidad:
Ten rei es una chica muy activa y generosa. Le gusta ayudar en lo que pueda y a quien pida su ayuda, sin pedir nada a cambio, lo que normalmente es con algunos encargos o ayudando a las personas mayores, lo que se le da muy bien ya que vive con sus abuelos. Ella es como un libro abierto, le es difícil ocultar lo que siente y piensa, puesto que siempre hace alguna mueca, le da un tic nervioso o su tono de voz le delata; mismo por lo que es mala mintiendo. Decidida en lo que quiere, tratando de ver el no hacer tantos pasos o rodeos para alcanzar su objetivo; también gusta de participar en los retos, si alguien la reta, no dudará en aceptarlo.

Siempre ha estado interesada en las leyendas, teniendo su curiosidad por saber de dónde provienen o cómo se originaron, así como también siente cierta curiosidad por muchas otras cosas como “¿Cuánta sal hay en el mar? ¿Qué ruido hacen los zorros? ¿Cómo se genera un arco iris? ¿Existen los extraterrestres?”, y demás.

Historia:
Hija de dos padres japoneses quienes fallecieron cuando la pequeña tenía seis años. Ambos trabajaban y siempre regresaban tarde a casa, dejando a la menor a cuidado de una guardería mientras tanto; sin embargo, ese día en particular nunca regresaron. Hubo una investigación, encontrando más que algunas de las pertenencias de los padres con marcas de rasguños o en mal estado, pero nada más, hasta ahora sigue siendo un misterio su desaparición.
La pequeña quedó a cargo de sus abuelos maternos, quienes tenían más contacto con ella y les reconocía más fácilmente. Los mayores de encargaron de que tuviera lo que necesitase, que no le faltara nada y, de igual forma, enseñarle a como sobresalir por sí misma.

Una vida tranquila y feliz, la chica asistía a la escuela como cualquier otro de su edad, y a su vez ayudaba en la casa con encargos o limpieza. No se quejaba de nada, pero a veces sentía un ligero vacío al ver a sus demás compañeros siendo acompañados por sus padres. No es que le molestara el vivir con sus abuelos y aunque no recuerda mucho de los suyos, no dejaba de preguntarse qué les había ocurrido. Era uno de esos misterios sin resolver que le causaba curiosidad.

Mientras hacia las compras para la cena, escuchó algo rodar y al voltearse a ver, notó que a un señor se le habían caído unas naranjas. Detuvo lo que estaba haciendo y se acercó a ayudarle. El hombre le agradeció la ayuda, sonriendo misteriosamente y despidiéndose de ella. Le pareció algo extraño, y ya que lo pensaba más, sus ropas eran algo distintas y no pudo verle bien el rostro. Un encuentro algo extraño para ella, pero no había pasado nada más, por lo que lo dejó pasar.

Un día mientras lavaba los platos de la comida, un cacareo cercano le hizo sobresaltarse. Se trataba de un cuervo el cual traía una carta consigo. Aleteaba y agitaba a modo de hacer que la chica se acercara y tomara la carta. ¿Era para ella? ¡Si! Su nombre estaba escrito ahí. Algo extraño pero no le dio mucha importancia pues estaba emocionada por saber que decía.
Interesante palabras, pero una sobresalía más para ella entre todas; “Demonio”.
¿Acaso hablaban sobre esas leyendas de criaturas que atacan humanos? ¿Eran reales? Tal vez podría ser una explicación hacia aquellas extrañas desapariciones, o al menos eso le parecía. Estaba dispuesta a averiguarlo, por lo que aceptó, sólo que ahora tenía el problema de hablarlo con sus abuelos y a la vez no.

El problema radicaba en que tenía que ocultar aquella información sobre demonios y cazadores o lo que sea, y no era nada buena mintiendo. Pero para su suerte, no era necesario el decirles todo. Con solo comentar sobre una invitación a una escuela privada fue suficiente. Eso les haría creer que fue elegida por sus buenas notas y no tuvo que dar muchos detalles, sus abuelos siempre le daban libertad.
Llegado el día, estaba más que lista con lo que creía necesario para emprender su viaje, logrando convencer a sus abuelos de que podía llegar a la estación por su cuenta y claro, prometiendo mandarles una carta cada semana. La emoción le hizo apresurarse, logrando llegar a la estación de Ide sin tanto problema. Ya sólo debía esperar por lo siguiente que pasaría.

Extras:
- Le gusta mucho el helado, en especial el de pistache.
- Su mamá y abuela tienen los mismos lunares que ella, bajo el ojo izquierdo. Por lo que cree que es un distintivo de entre las mujeres de su familia.
- Le encantan las historias y leyendas sobre fantasmas y demonios.
- No le asustan las historias de terror, pero las películas si le sobresaltan; cree que no se siente igual escucharlo que verlo.
- No le gusta el olor de las cebollas. Siempre termina llorando cuando las corta.
- El color gris es su color menos favorito, le parece un negro muy descolorido.

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Ten-rei Amatsu || 14 años || 49 kg / 1, 57m || Aliento del cielo

Su Aliento se deriva del viento: el cielo genera el cambio de las presiones atmosféricas que producen las corrientes de aire, denominadas viento

Personalidad:
Ten rei es una chica muy activa y generosa. Le gusta ayudar en lo que pueda y a quien pida su ayuda, sin pedir nada a cambio, lo que normalmente es con algunos encargos o ayudando a las personas mayores, lo que se le da muy bien ya que vive con sus abuelos. Ella es como un libro abierto, le es difícil ocultar lo que siente y piensa, puesto que siempre hace alguna mueca, le da un tic nervioso o su tono de voz le delata; mismo por lo que es mala mintiendo. Decidida en lo que quiere, tratando de ver el no hacer tantos pasos o rodeos para alcanzar su objetivo; también gusta de participar en los retos, si alguien la reta, no dudará en aceptarlo.

Siempre ha estado interesada en las leyendas, teniendo su curiosidad por saber de dónde provienen o cómo se originaron, así como también siente cierta curiosidad por muchas otras cosas como “¿Cuánta sal hay en el mar? ¿Qué ruido hacen los zorros? ¿Cómo se genera un arco iris? ¿Existen los extraterrestres?”, y demás.

Historia:
Hija de dos padres japoneses quienes fallecieron cuando la pequeña tenía seis años. Ambos trabajaban y siempre regresaban tarde a casa, dejando a la menor a cuidado de una guardería mientras tanto; sin embargo, ese día en particular nunca regresaron. Hubo una investigación, encontrando más que algunas de las pertenencias de los padres con marcas de rasguños o en mal estado, pero nada más, hasta ahora sigue siendo un misterio su desaparición.
La pequeña quedó a cargo de sus abuelos maternos, quienes tenían más contacto con ella y les reconocía más fácilmente. Los mayores de encargaron de que tuviera lo que necesitase, que no le faltara nada y, de igual forma, enseñarle a como sobresalir por sí misma.

Una vida tranquila y feliz, la chica asistía a la escuela como cualquier otro de su edad, y a su vez ayudaba en la casa con encargos o limpieza. No se quejaba de nada, pero a veces sentía un ligero vacío al ver a sus demás compañeros siendo acompañados por sus padres. No es que le molestara el vivir con sus abuelos y aunque no recuerda mucho de los suyos, no dejaba de preguntarse qué les había ocurrido. Era uno de esos misterios sin resolver que le causaba curiosidad.

Mientras hacia las compras para la cena, escuchó algo rodar y al voltearse a ver, notó que a un señor se le habían caído unas naranjas. Detuvo lo que estaba haciendo y se acercó a ayudarle. El hombre le agradeció la ayuda, sonriendo misteriosamente y despidiéndose de ella. Le pareció algo extraño, y ya que lo pensaba más, sus ropas eran algo distintas y no pudo verle bien el rostro. Un encuentro algo extraño para ella, pero no había pasado nada más, por lo que lo dejó pasar.

Un día mientras lavaba los platos de la comida, un cacareo cercano le hizo sobresaltarse. Se trataba de un cuervo el cual traía una carta consigo. Aleteaba y agitaba a modo de hacer que la chica se acercara y tomara la carta. ¿Era para ella? ¡Si! Su nombre estaba escrito ahí. Algo extraño pero no le dio mucha importancia pues estaba emocionada por saber que decía.
Interesante palabras, pero una sobresalía más para ella entre todas; “Demonio”.
¿Acaso hablaban sobre esas leyendas de criaturas que atacan humanos? ¿Eran reales? Tal vez podría ser una explicación hacia aquellas extrañas desapariciones, o al menos eso le parecía. Estaba dispuesta a averiguarlo, por lo que aceptó, sólo que ahora tenía el problema de hablarlo con sus abuelos y a la vez no.

El problema radicaba en que tenía que ocultar aquella información sobre demonios y cazadores o lo que sea, y no era nada buena mintiendo. Pero para su suerte, no era necesario el decirles todo. Con solo comentar sobre una invitación a una escuela privada fue suficiente. Eso les haría creer que fue elegida por sus buenas notas y no tuvo que dar muchos detalles, sus abuelos siempre le daban libertad.
Llegado el día, estaba más que lista con lo que creía necesario para emprender su viaje, logrando convencer a sus abuelos de que podía llegar a la estación por su cuenta y claro, prometiendo mandarles una carta cada semana. La emoción le hizo apresurarse, logrando llegar a la estación de Ide sin tanto problema. Ya sólo debía esperar por lo siguiente que pasaría.

Extras:
- Le gusta mucho el helado, en especial el de pistache.
- Su mamá y abuela tienen los mismos lunares que ella, bajo el ojo izquierdo. Por lo que cree que es un distintivo de entre las mujeres de su familia.
- Le encantan las historias y leyendas sobre fantasmas y demonios.
- No le asustan las historias de terror, pero las películas si le sobresaltan; cree que no se siente igual escucharlo que verlo.
- No le gusta el olor de las cebollas. Siempre termina llorando cuando las corta.
- El color gris es su color menos favorito, le parece un negro muy descolorido.