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Yo quisiera (TnM)- tercera parte

El viento hace danzar las hojas de los árboles con delicadeza, con lentitud. Siento los graznidos de los patos del lago que se encuentra cerca.
Observo mis manos, una manicura digna de alabanza, un anillo, simple y hermoso, resaltando en piel clara de unos de mis dedos.
Bajo la vista hacia mi falda, miro un vestido fino de tela blanca, lo acaricio suavemente. Y suspiro sin decidirlo.
Nuevamente dirijo la mirada al paisaje de ensueño que tenía al frente y sonrío, sin más.
Aún dudaba de si aquello era un sueño. Luego de diez años, de tantos obstáculos que enfrentar, la historia terminada feliz, mi historia…La mía y la de Thomas.
Unos brazos me aprisionaron en un abrazo por detrás, dejándome inmóvil. Un aroma conocido y querido me envolvió. Acerque mi rostro al que se encontraba apoyado en mi hombro y me deleite con su tibio calor. Me siento segura. El rostro se mueve y su cabello acaricia mi mejilla. Siento sus labios rozando mi oído y luego el tibio aliento.
-¿Qué quieres hacer ahora, Marie?
Me estremezco de felicidad, creo es uno de los días más felices de mi vida, aunque siempre que este a su lado sería feliz.
-No lo sé- dije, mientras me recargaba sobre su pecho.
Una sonrisa rozó mi mejilla y se convirtió en un tierno beso.
Me voltee y le sonreí.
-Te amo- me dijo de una manera única, con esos ojos llenos de amor. Me acongoje y luché con las lágrimas, perdí la batalla.
Me abrazo y lloré en su pecho, lágrimas de felicidad. Levante la mirada solo para decirle un- También te amo- y limpió mis lágrimas con dulces besos.
No podía más que sonreír, disfrutando del amor que invadía el ambiente. Recordé brevemente el día siguiente del primer “te amo”.
Nos encontrábamos en la plaza, Thomas y yo. Aún me sentía un poco extraña por lo de ayer, pero sumamente feliz.
- Vaya, vaya, los tortolitos admitieron su amor-
- ¡Fred!- le regaño Jazz luego de darle un golpecito en el brazo.
- Bueno, bueno- dijo Fred levantando las manos en señal de rendimiento.
- Estoy tan feliz, luego de una u otra manera sucedió finalmente!- exclamó Jazz más emocionada que la pareja, es decir, nosotros.
- - ¿y ustedes?- los retó Thomas con mirada juguetona, mientras que yo solo estaba sonrojada.
Fred se puso como tomate y bajo la mirada, Jazz solo se limitó a mirarnos con duda, esperanzada.

Me hundí más en el aroma de Thomas.
El mayor problema empezó un año más tarde, cuando Thomas y yo confesamos todo a nuestros padres. Mi padre fue el que más se enfadó, tal vez el único, ya que los demás de dieron cuenta hacía rato.
Con ayuda de los demás y el tiempo lo acepto- y pensar que ahora en más de una ocasión, en muchas, me insinuó que quería un nieto-.
Las demás parejas a la mira se decidieron un poco después de nosotros, todos muy felices.
Thomas colocó unos mechones de mi cabello detrás de mí oreja y me sonrío. Acaricié su rostro.
- Soy muy feliz- le comenté.
- Igual yo, tú me haces feliz- luego de derretir mi corazón de una manera tan dulce besó mi frente.
- Tomy, mí Tomy- le aclaré mientras lo abrazaba más fuerte.
- Que no me digas así- me dijo con una sonrisa, recodando los viejos tiempos. Luego suspiró- Marie, mí Marie-.

*El que se respiraba era un amor tan fuerte y sincero que nada podría acabar con él, ni siquiera el más grande de los obstáculos. Porque estaba predestinado a ser, ahora y para toda la eternidad.*

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Yo quisiera (TnM)- tercera parte

El viento hace danzar las hojas de los árboles con delicadeza, con lentitud. Siento los graznidos de los patos del lago que se encuentra cerca.
Observo mis manos, una manicura digna de alabanza, un anillo, simple y hermoso, resaltando en piel clara de unos de mis dedos.
Bajo la vista hacia mi falda, miro un vestido fino de tela blanca, lo acaricio suavemente. Y suspiro sin decidirlo.
Nuevamente dirijo la mirada al paisaje de ensueño que tenía al frente y sonrío, sin más.
Aún dudaba de si aquello era un sueño. Luego de diez años, de tantos obstáculos que enfrentar, la historia terminada feliz, mi historia…La mía y la de Thomas.
Unos brazos me aprisionaron en un abrazo por detrás, dejándome inmóvil. Un aroma conocido y querido me envolvió. Acerque mi rostro al que se encontraba apoyado en mi hombro y me deleite con su tibio calor. Me siento segura. El rostro se mueve y su cabello acaricia mi mejilla. Siento sus labios rozando mi oído y luego el tibio aliento.
-¿Qué quieres hacer ahora, Marie?
Me estremezco de felicidad, creo es uno de los días más felices de mi vida, aunque siempre que este a su lado sería feliz.
-No lo sé- dije, mientras me recargaba sobre su pecho.
Una sonrisa rozó mi mejilla y se convirtió en un tierno beso.
Me voltee y le sonreí.
-Te amo- me dijo de una manera única, con esos ojos llenos de amor. Me acongoje y luché con las lágrimas, perdí la batalla.
Me abrazo y lloré en su pecho, lágrimas de felicidad. Levante la mirada solo para decirle un- También te amo- y limpió mis lágrimas con dulces besos.
No podía más que sonreír, disfrutando del amor que invadía el ambiente. Recordé brevemente el día siguiente del primer “te amo”.
Nos encontrábamos en la plaza, Thomas y yo. Aún me sentía un poco extraña por lo de ayer, pero sumamente feliz.
- Vaya, vaya, los tortolitos admitieron su amor-
- ¡Fred!- le regaño Jazz luego de darle un golpecito en el brazo.
- Bueno, bueno- dijo Fred levantando las manos en señal de rendimiento.
- Estoy tan feliz, luego de una u otra manera sucedió finalmente!- exclamó Jazz más emocionada que la pareja, es decir, nosotros.
- - ¿y ustedes?- los retó Thomas con mirada juguetona, mientras que yo solo estaba sonrojada.
Fred se puso como tomate y bajo la mirada, Jazz solo se limitó a mirarnos con duda, esperanzada.

Me hundí más en el aroma de Thomas.
El mayor problema empezó un año más tarde, cuando Thomas y yo confesamos todo a nuestros padres. Mi padre fue el que más se enfadó, tal vez el único, ya que los demás de dieron cuenta hacía rato.
Con ayuda de los demás y el tiempo lo acepto- y pensar que ahora en más de una ocasión, en muchas, me insinuó que quería un nieto-.
Las demás parejas a la mira se decidieron un poco después de nosotros, todos muy felices.
Thomas colocó unos mechones de mi cabello detrás de mí oreja y me sonrío. Acaricié su rostro.
- Soy muy feliz- le comenté.
- Igual yo, tú me haces feliz- luego de derretir mi corazón de una manera tan dulce besó mi frente.
- Tomy, mí Tomy- le aclaré mientras lo abrazaba más fuerte.
- Que no me digas así- me dijo con una sonrisa, recodando los viejos tiempos. Luego suspiró- Marie, mí Marie-.

*El que se respiraba era un amor tan fuerte y sincero que nada podría acabar con él, ni siquiera el más grande de los obstáculos. Porque estaba predestinado a ser, ahora y para toda la eternidad.*