HOME | DD

Lorenoide — Rapidos en Jalcomulco Veracruz
Published: 2014-04-20 00:00:18 +0000 UTC; Views: 120; Favourites: 0; Downloads: 0
Redirect to original
Description -¿Cómo nos vamos a llamar?
-Las "No caídas"
Y pum, que me caigo.

Afortunadamente al inicio del recorrido íbamos en primer lugar, y teníamos la ventaja de tener al río para nosotros solos. 
Desde una piedra peluda, patos sobre una pata en las piedras, rocas con forma de elefante y ballena, un árbol con flores rosas, "La Bruja", en donde una balsa se volcó, hasta "El Huevo", en donde uno sale estrellado.
Y casual que una de las balsas se atoró entre las piedras y no llevábamos ni quince minutos de recorrido. 
Resultó que fueron veinticuatro rápidos, y los pasamos sentados, parados y hasta acostados. 
-Puede que se mojen.
Claro, es posible, pero solo te mojas todo entero. Y pues ya qué, si ya estás empapado dentro de la balsa, ¿por que no? Empápate más metiéndote al agua. Pero eso si, allá tu como te vuelves a subir. Pareces un saco de papas, guapísimo con el casco y chaleco de diseñador, pataleando para intentar subir a la balsa sin mucho éxito. Ya ni te importa si te ves como pescado ahogado queriendo salvarte.

En uno de los rápidos ni me di cuenta cuando una balsa nos pasó, y de repente hubo cuatro delante de nosotros. La verdad es que ni pude enojarme con ellos por haber mancillado mi lindo paisaje porque entonces vi las montañas. Cómo se ha de ver uno, como hormigas entre todo eso y con la fuerza del río.
-Ay, pero si ni estaba tan fuerte.
Si, diles eso a los que se voltearon. Uno habría pensado que se cayeron por las cataratas del Niagara de lo blancos que salieron. Ay, esa Bruja.

Dato curioso: cuando te pique un alacrán, toma leche.

Nuestro guía, “El Pelón”, nos llevo por todo el camino. Nos decía como movernos, cómo se llamaba cada esquina del río, los pájaros que habían, los peces que se pescaban.
-Escuchen el sonido del río -nos decía mientras íbamos acostados en la balsa, -escuchen el sonido de los pájaros…
*Beep Beep*
-… Escuchen el sonido de mi reloj.


-¡Vamos Vivian! ¡Échate!
-¡¡Ahhh!!
Lo mismo pasó cuatro veces y no se echaba. En una roca de cuatro metros de alto en la que la mitad del grupo se aventó.
Por alguna razón les encanta morir de miedo y con la angustia de que los empujen por atrás y que la gravedad los jale hacia el agua donde simplemente no hay manera en que caigas grácilmente. Pareces más bien un piedra esponjosa que un adolescente emocionado.

Eso fue un poco más adelante de la mitad del recorrido. No traía reloj, así que no tenía ni idea de cuanto tiempo había pasado, pero cierta es la frase “cuando crees que has llegado, apenas estás a mitad de camino”, y así de repente ya no podíamos seguir. Nos dolían los brazos, las piernas, los ojos, la cabeza y yo ya no quería saber nada mas de saltitos en los que solo unas cuantas personas se salpican mientras que las demás casi se caen con un grito bastante vergonzoso…no hablo de mí.. , o que una ola de agua fría te llegue por atrás como le pasó a Isabel.
Sí, si, muy bonito todo, pero por el amor de Dios, ya quería llegar a la orilla.
Nada en este mundo da mas envidia que ver a las personas frente a ti llegar al final del camino mientras tú ya solo te mueves en piloto automático.

Ah, y total, nos terminamos llamando los “Sin Zapatos” porque casi todos perdimos uno en el agüita traicionera.
Related content
Comments: 0