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Description

Nombre: Velphi (Nombre real: Amira)
Edad: 22 años
Estatura | Peso: 1,70 mts - 62 kg
Raza: Tiefling | Mestizo infernal

Arma: Jambia (daga árabe)
Clase: Mágica | Bardo | Fuego
Foco: Pulsera de turmalinas rojas

Marcado: No

Agrupación: La Orden de Sangre
“Ingresó por necesidad al encontrarse viviendo en Cymeria y ser apadrinada de un sujeto con cierto nombre. No le complacen los métodos pero si las regalías que se obtienen de formar parte debido al respeto obligado que la gente les ofrece”

Stats:

  HP: 2
  DEF: 1
  AGI: 1
  STR: 1
  WIS: 3 - { 15 ATK | 30 MP }
  CHA: 3

Personalidad:
Agradable | Simpática | Social | Sarcástica | Credula | Infantil | Ruidosa
Velphi es una tiefling un tanto diferente al resto en lo que respecta al rasgo más característico de su raza, desconfianza, pues a pesar de no dar del todo el codo a los demás suele pecar de curiosa y buscar compañía en el otro. Abriéndose (hasta donde quiere) y entrando rápido en charla.
Disfruta de las bromas, la música y el baile, por lo que no faltará momento en que se ande en medio de una caminata tarareando algo o dando saltitos cual niña.
De la misma forma lanzará puchero si la callan o le llaman la atención por su comportamiento. No puede evitar ser ruidosa y hacerse notar.
No tiene mal carácter ni mal genio en general, pero no deja de ser un tiefling y si la buscan, la encuentran. Lo más probable es que termine hablando en infernal por lo bajo o soltando alguna maldición de palabra (no efectiva, nada con magia solo curseadas de insultos).
Esconde bastante sus emociones reales y todo es un constante motivo de algarabía y felicidad. No será fácil verle la cara real tras esta máscara de sí misma. Más que nada porque ni ella misma sabe que la tiene.
Para cerrar, es el tipo de Tiefling que no te va a lanzar una fireball porque sí, PERO puede que te toque un “despacito” en medio de la party y quieras patearle el trasero por boba.

Historia:
Velphi desconoce sus raíces pues solo recuerda lo que vivió con su madre el tiempo que estuvo con ella. Pero haciendo un poco de memoria puede llegar a traer algunos recuerdos a la mente.
Hace varios años atrás una humana cuya procedencia era desconocida pero con una belleza remarcable y repleta de mugre, moraba las calles del reino de Hiva cargando un bebé mal visto por muchos y odiado por otros. No obstante, le amaba sin importar que tan diferentes pudieran ser entre ambas, pues no dejaban de ser madre e hija.
Los primeros años de vida de la niña fueron quizás los mejores de su infancia, que aunque repletos de austeridades y pobreza, desbordaban de emociones dulces y cálidas; que aún se conservan intactas en la memoria de la joven.
Al alcanzar los seis años de edad aproximadamente la mujer falleció producto de algo que ya venía gestando hacía algunos años, y dejando completamente sola a la pequeña Amira; nombre que se le dio al nacer. Se le enseñó la primera lección cruda de vida. “cuando hay mucha paz, el río trae consigo más que agua ”.
A partir de este momento debió valerse por sí misma y aprender de los demás niños huérfanos de las calles. De los cuales debía cuidarse a veces ya que no todos estaban de acuerdo con compartir espacio con un ser como ella. No obstante, con el tiempo logró hacerse de un pequeño grupo de mocosos con los cuales solía merodear los mercados y tomar lo ajeno con sigilo. Esto último no era su fuerte, y por desgracia fue lo que la llevó a más problemas futuros.
Desde pequeña su amor por la música, inculcado por su madre, fue creciendo poco a poco hasta convertirse en algo necesario en su día a día. A tal punto que terminó aprendiendo a tocar el tambor derbake solamente escuchando a otros.
No cabía duda que sus habilidades musicales eran remarcables, pero para una niña como ella sin mucha más posibilidad que mendigar monedas. No entraba en su cabeza qué más sería posible hacer con los sonidos. Por lo que poniendo un tanto en segundo plano lo que debía estar en primero, decidió que robar para vivir sería su modo de vida.

Este error lo pagó caro, y algunos años más tarde cuando intentaba llevarse la cartera de un sujeto distraído, terminó siendo capturada por la guardia de este y presa por ladrona.
Su desenlace era simple, le cortarían la mano o sería vendida como esclava exótica a algún turista tonto, o quizás a un ricachón con aires de sultán. Para su mala suerte fue la segunda opción.

Al principio pensó sería algo llevadero pues a pesar de ser esclava, trabajaba para entretener a los hijos pequeños de un elfo excéntrico que por alguna razón había decidido mudarse a tales zonas inapropiadas para esos seres de piel delicada.
Pero en un simple descuido en el cual sin querer desafinó una nota al cantar para el hombre de la casa, que le había traído a distraerlo de su latente dolor de cabeza durante una madrugada. Recibió al inicio una reprimenda que escaló en segundos a una bofetada que la dejó muda.

El resto fueron más golpes al punto de dejarla amoratada por algunos días, los que debió “esconder su inmundicia” para no alterar la paz de la casa y a los hijos del señor elfo.
Amira no comprendió la razón del arranque sin sentido que tuvo contra ella el patrón, hasta que comenzó a hacerse algo cotidiano con el paso de los años.
Si bien aprendió a leer y escribir entre otras cosas, pues aunque sirvienta no se le podía permitir rebajar la calidad del hogar. También conoció el sabor de huesos rotos y mucho odio sin sentido hacia su persona por el mero hecho de existir.

Volviéndose el saco de boxeo del sujeto comenzó a mentar una actitud requerida para no recibir sus descargas de estrés más de la cuenta. Pero un día las cosas se fueron de manos cuando luego de una fuerte pelea entre los padres de los niños, estos rompieron sin querer un jarrón de alto valor que le adjudicaron a Amira entre risas. Por desgracia la chica no podía decir nada, un esclavo no tenía palabra.
Esa noche fue convocada como siempre luego de haber recibido previamente algunos zamarreos delante de los mocosos malditos. Y esperando lo usual a poca gana, esta vez se encontró con algo totalmente diferente, ya que no solo la esperaba el hombre sino que toda la familia y el resto de la servidumbre.
Al parecer para el desconocimiento de la niña el objeto roto era una urna antigua de algún antepasado fulano de la familia, y romper algo tan valioso se pagaba más que caro.

Intentó salir corriendo cuando vio dos guardias armados esperándola. Y soltando su pequeño tambor para aquellas épocas. Intentó saltar por una ventana y huir lejos, pero no pudo.
Fue tomada con velocidad por los mayores y entre pataleos y forcejeos la postraron contra un tronco que habían llevado a la sala, para atarla de brazos extendidos hacia los lados.
Lo que vino a continuación nunca lo esperó, y sin poder siquiera rogar le arrancaron su prenda superior a latigazos dados con ferocidad y zaña pura. Quince de ellos logró contar hasta perder el conocimiento entre gritos y las risas de aquellos niños que cuidaba y les leía cuentos por las noches.
Despertó días después repleta de dolores y mucha fiebre productos del terrible daño que se encargó de cuidar la única criada que no le repudiaba. Y para cuando tuvo las fuerzas nuevamente para volver a su trabajo diario, se asqueó al punto de la ira al recibir de parte de la familia y los demás empleados, risas y murmullos por su presunto “descuido”.
La gota que rebalsó el vaso fue una acusación de robo como broma sugerida de aquellos diablillos que cuidaba. Y sin meditarlo se las ingenio para hacer un desastre en la casa y bajarle un diente a uno de los mocosos.
Segundos después escapaba con lo que tenía encima y se metía dentro del primer carro mercante de polisona para volverse sirvienta de alguien más, así, hasta llegar a las lejanas zonas de Cymeria.
Intentó replicar su modo de vida anterior, vagando en las calles y viviendo de lo poco. No obstante, aquí era diferente y antes de ser abierta como carne de cerdo fue rescatada por un sujeto ebrio que pasaría a ser “tutor” el resto de su vida, o hasta ser adulta.
Aquí es donde su verdadera aventura dio inicio pues aprendió muchas cosas, además de tomar a la música como más que un simple oficio.
Y adoctrinada por este sujeto conoció el significado del poder que tenían sus melodías. Como también el que a veces uno debe sacrificar para tener.
Cuando tuvo edad suficiente según el hombre, fue inscrita en la Secta de la Orden de Sangre, no por moda sino por seguridad. Nadie a la redonda le metería mano a la apadrinada del cantinero y mejor contrabandista de Cymeria, además de ser parte de aquella banda de locos. Con ello tenía una carta de emergencia por si pasaba algo.
Los años continuaron transcurriendo como también muchos acontecimientos más. El primero fue el cambio de nombre, pues no deseaba que nadie supiera sus raíces más allá de ser una infernal proveniente de zonas calurosas.
El segundo fue el acostumbrarse a tener que hacer trabajos indecorosos y un tanto crueles. Ella no disfrutaba en lo más mínimo los “pasatiempos” de los integrantes de la Orden de Sangre, pero trabajo era trabajo. Así que a sus modos sacaba la información que hacía falta de quien no quería. Aún así nunca dañó a nadie que no se lo mereciera, quizás.
Su vida dentro de todo era simple, riesgosa y entretenida. Lo único que tenía en falta eran algunos detalles a resolver de su vida pasada y más por aprender de su magia. Si...algo que descubrió cuando se le dijo que tenía habilidad para ser un bardo; y fue casi obligada a aprender cómo para tener más que una utilidad dentro de su “hogar” o la facción. Pero ese es otro tema que se contará luego...

Gustos | Disgustos:

- Tocar música (encuentra música en todos lados).
- Bailar y cantar en su idioma (procedencia).
- Hablar en exceso .
- Compañía de otros.
- Joyas y tatuajes de henna.

- Que le toquen los cuernos, son sensibles y duelen.
- Ser ignorada, la matan.
- Aquellos que preguntan más de lo que ella quiere contar.
- Los que dicen que la música no sirve, amigo para qué hablaste.
- Andar descalza, las sandalias son su mantra.

Extras:
- Su verdadero nombre es Amira que significa entre otros “princesa”, pues para su madre era su pequeña princesa sin importar sus diferencias de raza.
- No tiene miedo en llevar parte de su piel descubierta, como tampoco que se vean las cientos de marcas de látigo en su espalda u otras cicatrices. Son parte de ella y le recuerdan quien es y en que NO se convertirá nunca.
- Su cola es bastante larga y gruesa, como también presenta pelaje en la punta. La usa mucho para tomar algunas cosas o estabilizarse para escapar entre los techos y callejones.
- Uno de sus cuernos más grandes falta ya que de chica se lo quitaron. Ha intentado recuperarlo con magia y varios etc, pero no hubo caso.
- Le gustan los tatuajes de henna, siempre se hace alguno. Nada permanente porque es coqueta aunque no parece, y le gusta variar.
- La pulsera que tiene era de su madre (su foco arcano), lo único que le queda. Se la colocó de niña y actualmente tienen que romperle la mano para poder sacarla. Lo bueno es que no se sale(?).
- Tiene varias joyas que las ha comprado (toma prestadas) a lo largo de su vida, algunas muy viejas, otras no tanto.
- No le gusta andar descalza, no hay una razón que quiera contar.
- Sus cuernos y colas son sitios sensibles y no le gusta que los toquen bajo ningún concepto. Su cola más que nada porque le da cosquillas, pero los cuernos es tema aparte, le duelen y sentir manos sobre ellos la altera demasiado.
- Su voz es algo así: www.youtube.com/watch?v=F_RRk9…
- Su habilidad con el tambor: www.youtube.com/watch?v=bmvsoa…
- Así es el tambor que lleva siempre Tambor de copa o derbake

Description

Nombre: Velphi (Nombre real: Amira)
Edad: 22 años
Estatura | Peso: 1,70 mts - 62 kg
Raza: Tiefling | Mestizo infernal

Arma: Jambia (daga árabe)
Clase: Mágica | Bardo | Fuego
Foco: Pulsera de turmalinas rojas

Marcado: No

Agrupación: La Orden de Sangre
“Ingresó por necesidad al encontrarse viviendo en Cymeria y ser apadrinada de un sujeto con cierto nombre. No le complacen los métodos pero si las regalías que se obtienen de formar parte debido al respeto obligado que la gente les ofrece”

Stats:

  HP: 2
  DEF: 1
  AGI: 1
  STR: 1
  WIS: 3 - { 15 ATK | 30 MP }
  CHA: 3

Personalidad:
Agradable | Simpática | Social | Sarcástica | Credula | Infantil | Ruidosa
Velphi es una tiefling un tanto diferente al resto en lo que respecta al rasgo más característico de su raza, desconfianza, pues a pesar de no dar del todo el codo a los demás suele pecar de curiosa y buscar compañía en el otro. Abriéndose (hasta donde quiere) y entrando rápido en charla.
Disfruta de las bromas, la música y el baile, por lo que no faltará momento en que se ande en medio de una caminata tarareando algo o dando saltitos cual niña.
De la misma forma lanzará puchero si la callan o le llaman la atención por su comportamiento. No puede evitar ser ruidosa y hacerse notar.
No tiene mal carácter ni mal genio en general, pero no deja de ser un tiefling y si la buscan, la encuentran. Lo más probable es que termine hablando en infernal por lo bajo o soltando alguna maldición de palabra (no efectiva, nada con magia solo curseadas de insultos).
Esconde bastante sus emociones reales y todo es un constante motivo de algarabía y felicidad. No será fácil verle la cara real tras esta máscara de sí misma. Más que nada porque ni ella misma sabe que la tiene.
Para cerrar, es el tipo de Tiefling que no te va a lanzar una fireball porque sí, PERO puede que te toque un “despacito” en medio de la party y quieras patearle el trasero por boba.

Historia:
Velphi desconoce sus raíces pues solo recuerda lo que vivió con su madre el tiempo que estuvo con ella. Pero haciendo un poco de memoria puede llegar a traer algunos recuerdos a la mente.
Hace varios años atrás una humana cuya procedencia era desconocida pero con una belleza remarcable y repleta de mugre, moraba las calles del reino de Hiva cargando un bebé mal visto por muchos y odiado por otros. No obstante, le amaba sin importar que tan diferentes pudieran ser entre ambas, pues no dejaban de ser madre e hija.
Los primeros años de vida de la niña fueron quizás los mejores de su infancia, que aunque repletos de austeridades y pobreza, desbordaban de emociones dulces y cálidas; que aún se conservan intactas en la memoria de la joven.
Al alcanzar los seis años de edad aproximadamente la mujer falleció producto de algo que ya venía gestando hacía algunos años, y dejando completamente sola a la pequeña Amira; nombre que se le dio al nacer. Se le enseñó la primera lección cruda de vida. “cuando hay mucha paz, el río trae consigo más que agua ”.
A partir de este momento debió valerse por sí misma y aprender de los demás niños huérfanos de las calles. De los cuales debía cuidarse a veces ya que no todos estaban de acuerdo con compartir espacio con un ser como ella. No obstante, con el tiempo logró hacerse de un pequeño grupo de mocosos con los cuales solía merodear los mercados y tomar lo ajeno con sigilo. Esto último no era su fuerte, y por desgracia fue lo que la llevó a más problemas futuros.
Desde pequeña su amor por la música, inculcado por su madre, fue creciendo poco a poco hasta convertirse en algo necesario en su día a día. A tal punto que terminó aprendiendo a tocar el tambor derbake solamente escuchando a otros.
No cabía duda que sus habilidades musicales eran remarcables, pero para una niña como ella sin mucha más posibilidad que mendigar monedas. No entraba en su cabeza qué más sería posible hacer con los sonidos. Por lo que poniendo un tanto en segundo plano lo que debía estar en primero, decidió que robar para vivir sería su modo de vida.

Este error lo pagó caro, y algunos años más tarde cuando intentaba llevarse la cartera de un sujeto distraído, terminó siendo capturada por la guardia de este y presa por ladrona.
Su desenlace era simple, le cortarían la mano o sería vendida como esclava exótica a algún turista tonto, o quizás a un ricachón con aires de sultán. Para su mala suerte fue la segunda opción.

Al principio pensó sería algo llevadero pues a pesar de ser esclava, trabajaba para entretener a los hijos pequeños de un elfo excéntrico que por alguna razón había decidido mudarse a tales zonas inapropiadas para esos seres de piel delicada.
Pero en un simple descuido en el cual sin querer desafinó una nota al cantar para el hombre de la casa, que le había traído a distraerlo de su latente dolor de cabeza durante una madrugada. Recibió al inicio una reprimenda que escaló en segundos a una bofetada que la dejó muda.

El resto fueron más golpes al punto de dejarla amoratada por algunos días, los que debió “esconder su inmundicia” para no alterar la paz de la casa y a los hijos del señor elfo.
Amira no comprendió la razón del arranque sin sentido que tuvo contra ella el patrón, hasta que comenzó a hacerse algo cotidiano con el paso de los años.
Si bien aprendió a leer y escribir entre otras cosas, pues aunque sirvienta no se le podía permitir rebajar la calidad del hogar. También conoció el sabor de huesos rotos y mucho odio sin sentido hacia su persona por el mero hecho de existir.

Volviéndose el saco de boxeo del sujeto comenzó a mentar una actitud requerida para no recibir sus descargas de estrés más de la cuenta. Pero un día las cosas se fueron de manos cuando luego de una fuerte pelea entre los padres de los niños, estos rompieron sin querer un jarrón de alto valor que le adjudicaron a Amira entre risas. Por desgracia la chica no podía decir nada, un esclavo no tenía palabra.
Esa noche fue convocada como siempre luego de haber recibido previamente algunos zamarreos delante de los mocosos malditos. Y esperando lo usual a poca gana, esta vez se encontró con algo totalmente diferente, ya que no solo la esperaba el hombre sino que toda la familia y el resto de la servidumbre.
Al parecer para el desconocimiento de la niña el objeto roto era una urna antigua de algún antepasado fulano de la familia, y romper algo tan valioso se pagaba más que caro.

Intentó salir corriendo cuando vio dos guardias armados esperándola. Y soltando su pequeño tambor para aquellas épocas. Intentó saltar por una ventana y huir lejos, pero no pudo.
Fue tomada con velocidad por los mayores y entre pataleos y forcejeos la postraron contra un tronco que habían llevado a la sala, para atarla de brazos extendidos hacia los lados.
Lo que vino a continuación nunca lo esperó, y sin poder siquiera rogar le arrancaron su prenda superior a latigazos dados con ferocidad y zaña pura. Quince de ellos logró contar hasta perder el conocimiento entre gritos y las risas de aquellos niños que cuidaba y les leía cuentos por las noches.
Despertó días después repleta de dolores y mucha fiebre productos del terrible daño que se encargó de cuidar la única criada que no le repudiaba. Y para cuando tuvo las fuerzas nuevamente para volver a su trabajo diario, se asqueó al punto de la ira al recibir de parte de la familia y los demás empleados, risas y murmullos por su presunto “descuido”.
La gota que rebalsó el vaso fue una acusación de robo como broma sugerida de aquellos diablillos que cuidaba. Y sin meditarlo se las ingenio para hacer un desastre en la casa y bajarle un diente a uno de los mocosos.
Segundos después escapaba con lo que tenía encima y se metía dentro del primer carro mercante de polisona para volverse sirvienta de alguien más, así, hasta llegar a las lejanas zonas de Cymeria.
Intentó replicar su modo de vida anterior, vagando en las calles y viviendo de lo poco. No obstante, aquí era diferente y antes de ser abierta como carne de cerdo fue rescatada por un sujeto ebrio que pasaría a ser “tutor” el resto de su vida, o hasta ser adulta.
Aquí es donde su verdadera aventura dio inicio pues aprendió muchas cosas, además de tomar a la música como más que un simple oficio.
Y adoctrinada por este sujeto conoció el significado del poder que tenían sus melodías. Como también el que a veces uno debe sacrificar para tener.
Cuando tuvo edad suficiente según el hombre, fue inscrita en la Secta de la Orden de Sangre, no por moda sino por seguridad. Nadie a la redonda le metería mano a la apadrinada del cantinero y mejor contrabandista de Cymeria, además de ser parte de aquella banda de locos. Con ello tenía una carta de emergencia por si pasaba algo.
Los años continuaron transcurriendo como también muchos acontecimientos más. El primero fue el cambio de nombre, pues no deseaba que nadie supiera sus raíces más allá de ser una infernal proveniente de zonas calurosas.
El segundo fue el acostumbrarse a tener que hacer trabajos indecorosos y un tanto crueles. Ella no disfrutaba en lo más mínimo los “pasatiempos” de los integrantes de la Orden de Sangre, pero trabajo era trabajo. Así que a sus modos sacaba la información que hacía falta de quien no quería. Aún así nunca dañó a nadie que no se lo mereciera, quizás.
Su vida dentro de todo era simple, riesgosa y entretenida. Lo único que tenía en falta eran algunos detalles a resolver de su vida pasada y más por aprender de su magia. Si...algo que descubrió cuando se le dijo que tenía habilidad para ser un bardo; y fue casi obligada a aprender cómo para tener más que una utilidad dentro de su “hogar” o la facción. Pero ese es otro tema que se contará luego...

Gustos | Disgustos:

- Tocar música (encuentra música en todos lados).
- Bailar y cantar en su idioma (procedencia).
- Hablar en exceso .
- Compañía de otros.
- Joyas y tatuajes de henna.

- Que le toquen los cuernos, son sensibles y duelen.
- Ser ignorada, la matan.
- Aquellos que preguntan más de lo que ella quiere contar.
- Los que dicen que la música no sirve, amigo para qué hablaste.
- Andar descalza, las sandalias son su mantra.

Extras:
- Su verdadero nombre es Amira que significa entre otros “princesa”, pues para su madre era su pequeña princesa sin importar sus diferencias de raza.
- No tiene miedo en llevar parte de su piel descubierta, como tampoco que se vean las cientos de marcas de látigo en su espalda u otras cicatrices. Son parte de ella y le recuerdan quien es y en que NO se convertirá nunca.
- Su cola es bastante larga y gruesa, como también presenta pelaje en la punta. La usa mucho para tomar algunas cosas o estabilizarse para escapar entre los techos y callejones.
- Uno de sus cuernos más grandes falta ya que de chica se lo quitaron. Ha intentado recuperarlo con magia y varios etc, pero no hubo caso.
- Le gustan los tatuajes de henna, siempre se hace alguno. Nada permanente porque es coqueta aunque no parece, y le gusta variar.
- La pulsera que tiene era de su madre (su foco arcano), lo único que le queda. Se la colocó de niña y actualmente tienen que romperle la mano para poder sacarla. Lo bueno es que no se sale(?).
- Tiene varias joyas que las ha comprado (toma prestadas) a lo largo de su vida, algunas muy viejas, otras no tanto.
- No le gusta andar descalza, no hay una razón que quiera contar.
- Sus cuernos y colas son sitios sensibles y no le gusta que los toquen bajo ningún concepto. Su cola más que nada porque le da cosquillas, pero los cuernos es tema aparte, le duelen y sentir manos sobre ellos la altera demasiado.
- Su voz es algo así: www.youtube.com/watch?v=F_RRk9…
- Su habilidad con el tambor: www.youtube.com/watch?v=bmvsoa…
- Así es el tambor que lleva siempre Tambor de copa o derbake