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Emilia se paso los dos años en Kolkos, no solo en la contienda interminable contra el Lich y sus secuaces -que aun no sabemos en que terminara- Sino que también estudiando en profundidad la cultura del país y mas que cualquier otra cosa, el uso de runas.

Físicamente el único cambio significativo son sus tatuajes, gracias a estos ya no necesita usar gafas. Por otro lado su personalidad se volvió menos infantil, después de todo mucha gente murió en Kolkos y su regreso a casa fue bastante malo, y eso que había tenido otros muy malos(?)

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Antes de volver a Sonnelan, Emilia decidió viajar a Ulvard ya que debia reportarse en la torre de su país, visitar a sus padres y por sobretodo a su querido abuelo. Al llegar a casa su madre la recibió con un fuerte abrazo al verla con sana y salva después de tres años fuera en lugares tan peligrosos como Kolkos y Sonelan. Luego tuvo tiempo de escandalizarse por la presencia de la chica, tenia marcas en el cuerpo un montón de historias a su espalda, pero intentaba ser comprensiva después de todo lo que había vivido, ademas de tenerle una que otra mala noticia.

Su padre por otro lado ni siquiera fue a recibirla, claro que eso no era nada nuevo para Emilia. Al entrar a su oficina el hombre la escudriño de arriba a abajo con una mirada des-aprobatoria, se acerco de forma tranquila y al estar a suficiente distancia le dio una fuerte bofetada que la hubiera tirado al piso de no haber estado lo suficientemente cerca del muro para sujetarse. Quien se creía que era? porque había viajado a un lugar como Kolkos sin siquiera preguntar y mas que nada, porque había dejado de escribir? Como es que su única hija se había convertido en eso?, una vergüenza para su familia. Seguramente todo Ulvard estaría comentando como la chica llamaba la atención y se comportaba tan tranquilamente, una descarada, una escandalosa!. Le pidió que se apartara de su vista lo antes posible y que en cuanto entregara los papeles de intercambio se marchara de nuevo.

Emilia bastante triste se fue al cuarto de su abuelo, después de todo él era el único que siempre la había entendido en esa fría casa. Al entrar el anciano recostado en su cama se giró a ver a la visita con ojos lechosos, -Quien esta ahí?- Pregunto, extrañado. Emilia se acerco tan rapido como pudo al costado de su cama y tomo la mano del hombre - Soy yo abuelito... Emilia-. Ya se le había hecho extraño, ya que su abuelo siempre sabia que era ella, en cuanto abría la puerta. Pero su madre ya le había advertido que hace ya un año la enfermedad del olvido había atacado a su anciano padre. Emilia lo miro con ojos tristes esperando ver la reacción de su abuelo. El solo apretó su mano mientras la miraba, al parecer la reconocía o eso quería creer ella. O quizás ella había cambiado demacrado desde la ultima vez que lo visito. El hombre sonrió y por un momento los ojos de Emilia se iluminaron, si la reconocía!, era el mismo de siempre! le sonrió y beso la mano del anciano. -Estoy aquí abuelito.. tengo tanto que contarte...- Pero la sonrisa no duro demasiado, se desvaneció en cuanto las palabras salieron de la boca de aquel hombre. -Mi nieta también se llama Emilia, es una niña encantadora...
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Emilia se paso los dos años en Kolkos, no solo en la contienda interminable contra el Lich y sus secuaces -que aun no sabemos en que terminara- Sino que también estudiando en profundidad la cultura del país y mas que cualquier otra cosa, el uso de runas.

Físicamente el único cambio significativo son sus tatuajes, gracias a estos ya no necesita usar gafas. Por otro lado su personalidad se volvió menos infantil, después de todo mucha gente murió en Kolkos y su regreso a casa fue bastante malo, y eso que había tenido otros muy malos(?)

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Antes de volver a Sonnelan, Emilia decidió viajar a Ulvard ya que debia reportarse en la torre de su país, visitar a sus padres y por sobretodo a su querido abuelo. Al llegar a casa su madre la recibió con un fuerte abrazo al verla con sana y salva después de tres años fuera en lugares tan peligrosos como Kolkos y Sonelan. Luego tuvo tiempo de escandalizarse por la presencia de la chica, tenia marcas en el cuerpo un montón de historias a su espalda, pero intentaba ser comprensiva después de todo lo que había vivido, ademas de tenerle una que otra mala noticia.

Su padre por otro lado ni siquiera fue a recibirla, claro que eso no era nada nuevo para Emilia. Al entrar a su oficina el hombre la escudriño de arriba a abajo con una mirada des-aprobatoria, se acerco de forma tranquila y al estar a suficiente distancia le dio una fuerte bofetada que la hubiera tirado al piso de no haber estado lo suficientemente cerca del muro para sujetarse. Quien se creía que era? porque había viajado a un lugar como Kolkos sin siquiera preguntar y mas que nada, porque había dejado de escribir? Como es que su única hija se había convertido en eso?, una vergüenza para su familia. Seguramente todo Ulvard estaría comentando como la chica llamaba la atención y se comportaba tan tranquilamente, una descarada, una escandalosa!. Le pidió que se apartara de su vista lo antes posible y que en cuanto entregara los papeles de intercambio se marchara de nuevo.

Emilia bastante triste se fue al cuarto de su abuelo, después de todo él era el único que siempre la había entendido en esa fría casa. Al entrar el anciano recostado en su cama se giró a ver a la visita con ojos lechosos, -Quien esta ahí?- Pregunto, extrañado. Emilia se acerco tan rapido como pudo al costado de su cama y tomo la mano del hombre - Soy yo abuelito... Emilia-. Ya se le había hecho extraño, ya que su abuelo siempre sabia que era ella, en cuanto abría la puerta. Pero su madre ya le había advertido que hace ya un año la enfermedad del olvido había atacado a su anciano padre. Emilia lo miro con ojos tristes esperando ver la reacción de su abuelo. El solo apretó su mano mientras la miraba, al parecer la reconocía o eso quería creer ella. O quizás ella había cambiado demacrado desde la ultima vez que lo visito. El hombre sonrió y por un momento los ojos de Emilia se iluminaron, si la reconocía!, era el mismo de siempre! le sonrió y beso la mano del anciano. -Estoy aquí abuelito.. tengo tanto que contarte...- Pero la sonrisa no duro demasiado, se desvaneció en cuanto las palabras salieron de la boca de aquel hombre. -Mi nieta también se llama Emilia, es una niña encantadora...
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