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La clase había terminado, estuvimos probado algo realmente divertido aquel día, un tinte que podía pintar casi cualquier cosa, pintamos unas ratitas y unas flores!! Mi poción había quedado especialmente bien, y por primera vez el maestro me había felicitado… o algo parecido, es una persona bastante dura. Esto no le agrado mucho al grupo que suele ser el predilecto en pociones, aunque, ellos siempre hacen trampa, muchas veces cuando el trabajo no es en clases compran las pociones ya hechas, lo sé bien porque en más de una ocasión me han ofrecido dinero para que yo las haga, pero ese tipo de cosas no es para mí.

Supongo que lo que realmente les molesto fue que al fin alguien me había notado, por lo general, aunque hago un buen trabajo, siempre quedo en segundo lugar, los maestros olvidan mi nombre con facilidad y como no me siento cómoda con la mayoría de mis compañeros, no tengo realmente amigos.

Como sea, aquella tarde me dirigía a mi cuarto después de clases, con una gran sonrisa, cuando empezaron a caminar detrás de mí, cantando esa horrible canción… “Emilia fantasma deambula el pasillo, métela al armario y pone el pestillo”, como siempre intente ignorarlos –y alejarme de los armarios-, pero no querían encerrarme de nuevo, uno de los chicos me sujeto la muñeca y me dijo que dejarían de molestarme si yo me aseguraba de seguir manteniendo un bajo perfil. Aparte mi mano con fuerza y lo mire con dureza, -le informare al maestro que están molestándome- aunque bien sabía que no me harían caso, nunca lo hacen. Una de las chicas empezó a reír, entonces me empujaron y buscaron dentro de mi bolso. Otro de los chicos saco mi pócima y comento “bien, quieres llamar la atención, te daremos algo para que te vean!” y empezó a vaciar la poción en mi cabeza. Intente resistirme, pero no tuvo caso, dejaron el frasco vacío y se fueron comentando su azaña entre risas –viste que cara puso?-

Llegue a mi cuarto corriendo y prepare un antídoto lo más rápido que pude, pero entre los nervios y mis gafas rotas no me quedo del todo bien, logre gritar al menos la pintura de mi piel, pero cuando probé con mi cabello, no funciono del todo. Mi abuelo me descubrió llorando en el cuarto baño y me llevo a la sala –Deja que te vea bien… mira nada más! Te han hecho un favor, ahora nadie podrá pasarte por alto! No está nada mal, pero si te molesta, puedes quedarte esto… - Se quitó el sombrero y lo puso en mi cabeza, me quedaba enorme, pero me sentía mucho mejor.

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Para EV "una historia que contar"

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La clase había terminado, estuvimos probado algo realmente divertido aquel día, un tinte que podía pintar casi cualquier cosa, pintamos unas ratitas y unas flores!! Mi poción había quedado especialmente bien, y por primera vez el maestro me había felicitado… o algo parecido, es una persona bastante dura. Esto no le agrado mucho al grupo que suele ser el predilecto en pociones, aunque, ellos siempre hacen trampa, muchas veces cuando el trabajo no es en clases compran las pociones ya hechas, lo sé bien porque en más de una ocasión me han ofrecido dinero para que yo las haga, pero ese tipo de cosas no es para mí.

Supongo que lo que realmente les molesto fue que al fin alguien me había notado, por lo general, aunque hago un buen trabajo, siempre quedo en segundo lugar, los maestros olvidan mi nombre con facilidad y como no me siento cómoda con la mayoría de mis compañeros, no tengo realmente amigos.

Como sea, aquella tarde me dirigía a mi cuarto después de clases, con una gran sonrisa, cuando empezaron a caminar detrás de mí, cantando esa horrible canción… “Emilia fantasma deambula el pasillo, métela al armario y pone el pestillo”, como siempre intente ignorarlos –y alejarme de los armarios-, pero no querían encerrarme de nuevo, uno de los chicos me sujeto la muñeca y me dijo que dejarían de molestarme si yo me aseguraba de seguir manteniendo un bajo perfil. Aparte mi mano con fuerza y lo mire con dureza, -le informare al maestro que están molestándome- aunque bien sabía que no me harían caso, nunca lo hacen. Una de las chicas empezó a reír, entonces me empujaron y buscaron dentro de mi bolso. Otro de los chicos saco mi pócima y comento “bien, quieres llamar la atención, te daremos algo para que te vean!” y empezó a vaciar la poción en mi cabeza. Intente resistirme, pero no tuvo caso, dejaron el frasco vacío y se fueron comentando su azaña entre risas –viste que cara puso?-

Llegue a mi cuarto corriendo y prepare un antídoto lo más rápido que pude, pero entre los nervios y mis gafas rotas no me quedo del todo bien, logre gritar al menos la pintura de mi piel, pero cuando probé con mi cabello, no funciono del todo. Mi abuelo me descubrió llorando en el cuarto baño y me llevo a la sala –Deja que te vea bien… mira nada más! Te han hecho un favor, ahora nadie podrá pasarte por alto! No está nada mal, pero si te molesta, puedes quedarte esto… - Se quitó el sombrero y lo puso en mi cabeza, me quedaba enorme, pero me sentía mucho mejor.

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Para EV "una historia que contar"