Description
Para
EN EDICIÓN
He hecho la ficha más ancha para que quepan las alas, si no se puede hacer eso pues ya la editaré.
Añado que me he basado en el formato de algunas fichas de Aseannor para hacer la mía.
|Información básica |
Nombre: Gerd . Nombre de origen escandinavo cuyo significado es "Fortaleza"
Edad: 39
Sexo: Macho
Especie: Hainu
Fecha de nacimiento : 23 Agosto
Altura y peso: 1.90 / 83 kg
Género: Masculino
Rango: Señor de las cuchillas, los asesinos y los espías.
Clase: Hurto
| Apariencia |
Cicatrices: Tiene en total 3 conjuntos de cicatrices. Las primeras y más visibles son tres marcas de arañado en su ojo derecho, herida que lo dejó ciego del mismo. En el torso tiene dos heridas alargadas que parecen haber sido hechas con algo afilado. En la espalda tiene una quemadura que ocupa gran parte del torso. (+ datos en la historia)
Vestimenta: Suele llevar poca ropa y bastante apretada, de este modo tiene todo sujeto y no le causa molestias a la hora de moverse y luchar. (Además, ponerse mucha ropa con las alas es bastante engorroso.)
Al igual que su sobrino Ergav, tiene una característica bufanda que no se quita casi nunca, la cual está unida por un broche que contiene una perla escarlata.
Tiene la costumbre de llevar el torso al aire, o , como mucho, tapado con una tela oscura que se pega al cuerpo y se ata por la espalda. La misma tela es la que usa para cubrir sus brazos desde el codo hasta los nudillos, los cuales deja al descubierto para causar más daño en caso de golpear a alguien con un puñetazo.
Así mismo, lleva una faja negra, en la cual tiene, a modo de riñonera, una bolsa donde guarda objetos personales pero de poco peso, al fin y al cabo, la mayor intención de su modo de vestir es evitar cualquier peso extra que pueda menguar su velocidad y agilidad.
Lo que cuelga de su faja y parecería una armadura, son en realidad cuchillas que se unen entre ellas a partir de un fuerte imán, lo que quiere decir que incluso cuando no lleva armas encima, puede simplemente coger una de las cuchillas y usarla de manera ofensiva o defensiva.
Añadidos: Tiene los ojos (o en este caso, el ojo) de color violeta, al igual que el resto de su familia.
Su cola es corta, se la cortó él mismo en una ocasión porque entorpecía sus movimientos y podía ser una desventaja.
De vez en cuando se pone piercings en las orejas.
Tiene una pequeña perilla y un poco de patillas.
Voz: www.youtube.com/watch?v=QAbf3M…
| Habilidades |
Juicio final: Con gran fuerza, Gerd potencia toda su energía en un solo brazo con el cual golpeará la tierra a sus pies causando un enorme temblor que, dependiendo de la potencia que haya usado en el ataque, abrirá unas grietas en el suelo que pueden hacer caer a aquellos que estén cerca, sean amigos o enemigos.
Un ataque poderoso pero arriesgado que sirve para paralizar y amedrentar más que para agredir.
Sincronía: Durante unos segundos, Gerd se sincroniza con la naturaleza, conecta con ella y se convierten en uno solo. Esta habilidad mejora su fuerza, su velocidad y su resistencia. También le permite predecir levemente y hasta cierto punto los ataques contrarios para esquivarlos.
Cuando esto sucede aparecen unas extrañas marcas en su piel, sus ojos se vuelven verdes y le rodea una aura clara y fresca con olor a bosque.
Cólera: Habilidad que no controla y que solo se muestra cuando Gerd se encuentra en una situación de extremo estrés, tensión y furia. Todas las malas emociones escondidas en el cuerpo del hainu toman posesión de su cuerpo y, al igual que en la sincronía, conectan con la naturaleza para obtener poder. Cuando esto sucede, Gerd obtiene una fuerza y velocidad aún mayores que en el modo sincronía, sin embargo, pierde la consciencia y no controla sus ataques, siendo capaz de dirigir su violencia a sus amigos. En este estado solo ataca con unas largas zarpas que le crecen, NUNCA con armas. Del mismo modo, a pesar de ser rápido, no se defiende de los ataques.
Durante esta habilidad su aspecto también cambia un poco, convirtiéndose todo el en una sombra negra envuelta de una aura oscura de calor.
| Personalidad |
Gerd es un hombre alto y de aspecto duro, cualquiera pensaría que se trata de una persona de carácter tosco y agresivo.
Esto no podría alejarse más de la realidad.
Bulgakov es alguien con un carácter muy bromista y singular, disfruta de la compañía de la gente y de una buena cena con bebida y música. Es muy difícil ponerlo de mal humor, puesto que incluso cuando es insultado o humillado prefiere tomarse las cosas sin mucha seriedad y disfrutar de la vida al margen de los problemas y las preocupaciones que deberían perturbarlo.
Es un hombre verdaderamente sociable, y, teniendo en cuenta que estar solo le aburre de sobremanera, no es extraño verlo entablando conversaciones irrelevantes con gente de la calle al azar, intentando hacer algún amigo más para irse de copas.
Por si no estaba claro, adora beber y emborracharse, disfruta muchísimo de atiborrarse de manjares y alcohol para luego volver a su hogar dando tumbos y cantando en la calle bajo las estrellas, molestando a los vecinos con sus desafinadas notas.
A pesar de su posición y de su aspecto, Gerd es amable y bonachón, además de que se lleva de maravilla con los niños de la ciudad, quienes antes le temían, pero ahora le admiran.
En ocasiones llega a poner de los nervios a quienes le rodean, puesto que su forma de ser despreocupada y alegre puede llegar a ser muy molesta si la situación es tensa o si su intención es la de hacerlo enfadar. Y no, no es imposible hacerlo enfadar, al fin y al cabo es "humano", sin embargo, son muy pocos los temas que lo enfurezcan seriamente o que sean capaces de causarle una ira suficiente como para que pierda los estribos, ya que, cuando Gerd se cabrea de verdad es incapaz de contener su violencia.
A pesar de todo, puede ponerse serio si la situación verdaderamente lo requiere y de este modo sorprender a los presentes con una capacidad intelectual que realmente no aparenta. Puede que parezca ser un tontorrón, sin embargo, al menos en cuanto a estrategias de batalla y otros aspectos relacionados con la lucha se refiere, tiene muchos conocimientos. Eso sí, no le preguntes sobre ciencia o matemáticas porque de eso si que no tiene idea.
En su juventud solía ser altivo y muy, muy coqueto, sin embargo, en la actualidad prefiere la compañía de amigos y amigas antes que la de algún amante. No es que no tenga necesidades biológicas o que ya no sea capaz de sentir atracción y amor, lo único que pasa es que ha llegado a una edad en la que esas cosas pasan a segundo plano y prefiere tener a su alrededor personas cuyo aprecio por él no sea, según su opinión, tan frágil como lo es en los que forman parte de una relación romántica.
Como ya he dicho antes, cuando se trata de una lucha, Gerd es capaz de ponerse verdaderamente serio y concentrarse lo máximo posible para derribar a su enemigo tan pronto como pueda. Del mismo modo, aunque se un buen hombre en muchos aspectos, no tiene reparo en robar, espiar o asesinar durante sus misiones.
Está obsesionado con gustarle a su sobrino Ergav, y es muy común encontrarlo persiguiéndolo por la ciudad intentando ganarse su afecto sin mucho resultado. El joven hainu nunca le ha perdonado a su tío que se fuese de la ciudad dejándolos a su suerte, a pesar de que el mayor le ha explicado cientos de veces que desconocía la lamentable situación en la que se encontraban sus sobrinos.
Puede que tenga muchos amigos y que se lleve bien con la mayoría de la gente, sin embargo, dejando de lado a Ergav y sus hermanos, no siente verdadero afecto por nadie, y no es que haga esto a propósito ni mucho menos. Simplemente no puede evitar no sentir amor por quienes le rodean. Quizás este sea el mejor modo de evitar un dolor parecido al que sintió tras el fallecimiento de su hermana.
Tal vez algún día sea capaz de querer a alguien de manera genuina y pura de nuevo.
| Historia |
Parte 1: Los Bulgakov
Hace varias décadas, los Bulgakov eran conocidos por ser un linaje de fuertes perros alados cuyos servicios como asesinos a la realeza no eran un secreto y los convertía en una familia respetada y temida por los ciudadanos.
Asesinatos, espionaje, robo, todos los trabajos sucios que avergonzarían a cualquier guerrero, eran el día a día para los fuertes miembros de esta gran estirpe.
El cabeza de familia cambiaba cada generación, siendo siempre el hombre más viejo y, por lo tanto, más sabio y con más experiencia del clan. Este sujeto era quien se encargaba de recibir las misiones de parte del rey y repartirlas entre sus descendientes dependiendo de la dificultad de las mismas.
Este grupo de luchadores, entrenados desde la infancia, eran también bastante conservadores en cuanto a sus propias costumbres, que eran independientes a las del resto de las especies. Algunas eran:
Fuerza Koviana: Según las normas del clan, todo niño o niña que cumplía los 7 años empezaba un severo entrenamiento que le haría conseguir una musculatura permanente que usaría más adelante para acatar misiones de su nivel. En esta familia no se perdonaba la debilidad.
Orgullo Hainu: Una de las características de la vestimenta del linaje Bulgakov es tener el pecho al descubierto. Para estos animales, mostrar el pecho es un modo de expresar orgullo y osadía. Del mismo modo esconderlo supone cobardía, puesto que un verdadero luchador no teme morir por una herida frontal, al fin y al cabo, si es lo suficientemente fuerte, debería ser capaz de evitarla.
[A los niños pequeños se les permite ir tapados]
Unión de Sangre: Era costumbre que los Bulgakov se casasen y tuviesen crías entre ellos, normalmente siendo primos o parientes algo más lejanos, para, de este modo, mantener la sangre Hainu intacta. Sin embargo, se aceptaba que aquellos descontentos con su matrimonio tuviesen uno o varios amantes, lo único importante era asegurar la descendencia del linaje. El no cumplir con esta norma suponía la expulsión inmediata del clan y el repudio, desprecio y desprestigio del mismo, tanto para el traidor como para su descendencia. Nunca podrían ser Bulgakov de verdad.
Durante muchos años, los Bulgakov fueron prácticamente un ejército de mercenarios unidos por la misma sangre.
No obstante, con forme los años pasaron y cada vez la paz era más constante en el reino, los servicios de la familia fueron menos necesarios y, en consecuencia, la familia se hizo más pequeña y menos reconocida. Aún así, seguía siendo una fiel servidora a los deseos de la corona.
Parte 2: Astrid y Gerd, hermanos de armas tomar.
Primero una, luego el otro. Astrid como hermana mayor, Gerd como el menor.
Los dos hainus nacieron en el seno de la familia Bulgakov como hijos de la rama principal del clan , siendo nietos del cabeza de la familia de aquel entonces.
Su infancia fue más o menos igual que la de todos sus primos y primas, ambos crecieron en una zona de la ciudad habitada prácticamente solo por los Bulgakov y, durante sus 7 primeros años de vida fueron relativamente felices, sin muchas presiones a pesar de las caras preocupadas de los adultos, quienes veían como cada día el clan perdía reconocimiento y miembros y temían por su desaparición.
Como debía ser, Gerd empezó su entrenamiento tras su séptimo aniversario, justamente un año después de Astrid, quien ya iba por el octavo. Durante varios años, dedicaron la mayor parte de su tiempo a entrenar para hacerse fuertes y aprender a atacar y defenderse como todo buen hainu y, a pesar de que casi siempre estaban ocupados luchando o cumpliendo pequeñas misiones, aún encontraban tiempo para escaparse juntos por la ciudad o la montaña y cometer travesuras a la vez que vivían infinitas aventuras. Si bien, al ser hermanos, discutían muy seguidamente, esto no impedía que estuviesen verdaderamente unidos y se contasen absolutamente todo el uno al otro.
El problema llegó cuando Astrid cumplió la mayoría de edad, puesto que las mujeres Bulgakov solían contraer matrimonio concertado entre los 18 y los 25 años, siendo esta la época de mayor fertilidad para ellas y, por consiguiente, el momento ideal para traer al mundo niños sanos y fuertes. Los hombres, por el contrario, tenían la opción de atrasar su matrimonio hasta los 40 años, por lo que no era extraño ver a niñas casadas con sus primos con 20 años de diferencia entre sus edades.
Astrid era una muchacha con mucho carácter y amante de la libertad, por lo que la simple idea de tener que casarse con un viejo (o al menos para ella lo eran) y tener hijos con él, le resultaba verdaderamente asquerosa.
El cabeza de familia se mostró comprensivo, y decidió no comprometerla hasta que cumpliese los 25 años, momento en el que ya habría adquirido cierta madurez y seguramente entendería mejor las razones de las costumbres Kovianas, al fin y al cabo, después de tantos años de linaje, tampoco era la primera que se negaba a cumplir las costumbres en un inicio.
Gerd, no obstante, conocía a su hermana como la palma de su mano, y temía que esta terminase abandonando el clan con la única intención de evitar el matrimonio y detestaba la sola idea de imaginar a su hermana repudiada por su familia, apartada de sus seres queridos y viviendo de mala manera bajo un puente.
Parte 3: El amor es un huracán.
Poco después de su vigésimo primer aniversario, Astrid junto con Gerd conocieron al que sería, aún sin quererlo, el causante de muchos desastres futuros.
Todo empezó un día que paseaban por el mercado de la ciudad después de una misión, dispuestos a gastar todo el dinero de la recompensa en algún capricho para los dos. Fue entonces cuando uno de los niños pobres que solían mendigar por la zona, junto con un bebé que llevaba en brazos, se acercó a ellos y les suplicó que le diesen dinero para comprar comida, puesto que su madre no podía trabajar por una enfermedad y su hermanito pequeño moría de hambre. Gerd, quien por aquel entonces era un orgulloso Bulgakov quien, siguiendo con la educación que se le había dado, consideraba al resto de razas simple escoria que no tenían derecho a tocar a alguien de una posición social tan superior a la de ellos, no dudó en hacer una mueca de asco y empujar al niño, quien no cayó con el bebé en brazos gracias a que Astrid lo sujetó a tiempo.
"¿Es que no tienes corazón?" Le preguntó, a lo que Gerd la miró con confusión.
"¿Qué más da? Son simples mendigos pulgosos,te pegarán la rabia." Respondió con el ceño fruncido, fastidiado por como su hermana defendía a unos desconocidos que solo pedían sin dar nada a cambio.
Entonces, de la tienda de enfrente, salió un jovencito con delantal, de aspecto rechoncho y modesto. El vendedor de raza canina se acercó al niño con una cesta llena hasta arriba de frutas y verduras, la cual le entregó con una gran sonrisa, para, con ternura, acariciarle la cabeza al pequeño mendigo.
"Toma, compártelo con tus hermanos, y ven a por más cuando se haya acabado." Dijo con amabilidad, recibiendo un "Gracias" por parte del muchachito, que echó a correr , bebé en brazos y cesta al hombro.
Después de aquello, el buen mercader volvió a su tienda sin comentar nada más, dejando perplejos a Astrid y a Gerd, quienes pudieron observar el aspecto deplorable de la tiendecita, cuyos frutos, a pesar de ser escasos, eran verdaderamente apetitosos.
Que hombre tan ingenuo fue lo que pensó Gerd.
Que hombre tan maravilloso fue lo que pensó Astrid.
Durante los meses siguientes, la joven hainu estuvo desapareciendo constantemente y faltando a sus entrenamientos. Gerd, a pesar de no seguirla nunca, sabía perfectamente que la muchacha estaba viéndose con aquel vendedor de atractivo inexistente y bondad innecesaria.
Al principio solo se iba unas horas, luego pasaba varias noches fuera de casa y, al cabo de medio año, finalmente llegó un momento en el que no volvió a su hogar por dos meses enteros, lo cual causó que tanto sus padres como el cabeza de familia empezasen a sospechar y decidiesen reunirse con ella para interrogarla una vez volviese.
Y menuda sorpresa se llevaron cuando la vieron volver a casa, de la mano del vendedor cuyo nombre daría a conocer como Fredo, y, lo que es más impactante, con un pequeño pero notable bulto creciendo por segundos en su vientre.
Efectivamente, estaba embarazada de un niño cuya sangre sería inevitablemente mestiza.
La decisión fue tomada rápidamente y sin demasiado conflicto, Astrid y su futuro hijo quedaban expulsados de la familia. Podía apellidarse Bulgakov, sin embargo, para ese clan sería simple y llanamente una renegada ingrata, la cual no tendría derecho a volver a pisar el territorio de la familia o recibir algún trato por parte de la misma.
Gerd enfureció al escuchar el veredicto e insistió a su abuelo para que le diese otra oportunidad y que permitiese a Astrid deshacerse del niño y de Fredo y volver a formar parte de la familia. Sus suplicas no tuvieron efecto, puesto que, no solo la decisión era definitiva, sino que su hermana estaba tremendamente feliz de abandonar el clan y crear una vida junto aquel patán.
Así pues, Astrid y Fredo se fueron juntos a vivir a una pequeña granja, esperando con ansias su primer hijo.
Parte 4: El legado de Astrid.
Los meses pasaron y la furia de Gerd hacia su hermana menguó, él también creía que lo había traicionado, sin embargo, no era capaz de seguir enfadado con ella, al fin y al cabo, habían crecido juntos y la quería más que a nadie. Esto no aplicaba para Fredo, no obstante, aquel hombre se había ganado el odio eterno del hainu.
El joven canino se escurrió hasta la granja para estar presente el día del nacimiento de su sobrino.
A pesar de detestar la presencia de su cuñado, no pudo estar de mal humor cuando vio al pequeño bebé de rasgos Bulgakov en brazos del rostro agotado pero infinitamente feliz de su hermana mayor. ¿Cómo no iba a sonreír cuando aquel pequeñajo, con solo unos minutos en este mundo, lo único que hacía era reír sin parar?
"¿Qué nombre has pensado para él?" Preguntó, sentado junto a la cama de Astrid, cogiendo con solo dos dedos la mano del niñito.
"Yo...había pensado en Fredo Junior" Comentó Fredo desde detrás, para callar repentinamente tras la mirada asesina del hainu.
"Debería tener un nombre llamativo, algo relacionado con él, al igual que nuestros nombres tienen significados que nos representan." Comentó Astrid con una gran sonrisa.
"Oh, he oído que "Ergav" significa Azul en Estonio. Su pelo es azul, yo creo que le pega" Añadió Gerd, moviendo la manita del chiquillo de un lado hacia el otro.
"...Suena bien."
Meses después descubrirían que Ergav en realidad significaba rojo, y este error se convertiría en una pequeña broma entre los dos hermanos que afectaría más adelante a los nombres de los otros 5 hijos que Astrid tendría.
Durante los siguientes 6 años, Gerd aprovechó su tiempo libre para pasarse por la granja, donde veía nacer y crecer uno detrás de otro a sus sobrinos, siendo Ergav su favorito por su carácter independiente y aventurero que tanto le recordaba a él y a su hermana cuando eran pequeños y exploraban la ciudad. Los niños, por su parte, adoraban a su tío y lo imitaban en todo lo que hacía.
Sin embargo, a veces solía entristecerse cuando recordaba que Astrid nunca volvería a formar parte del clan y que sus sobrinitos, cuya sangre Koviana era evidente en su físico y fuerza, tampoco serían nunca reconocidos como verdaderos Bulgakov, a pesar de que no tenían la culpa de que su padre fuese un patético granjero.
La desgracia llegó durante el último parto de la hainu. El bebé estaba en una posición invertida y resultaba imposible sacarlo del útero, causando que el no-nato se ahogase dentro del vientre de su madre y que Astrid sufriese unos dolores insoportables.
Cuando la madrona salió de la habitación, gritando en pánico que ambos se morían, Fredo se quedó congelado y Gerd entró a la velocidad del rayo para encontrarse a una Astrid demacrada, ensangrentada y llorando de puro dolor acostada en una cama bañada en rojo.
Al ver a su hermano, la mujer alargó el brazo, tomando así su mano para, entre convulsiones, decir las palabras que el canino más temía escuchar.
"Córtame. Por favor. No dejes que muera. No permitas que mi ángel fallezca. Córtame."
Gerd se dispuso a protestar, no obstante, la mirada de su hermana le hizo comprender que no hacer lo que le pedía y permitir la muerte del niño no iba a evitar que ella muriese.
No estaba pidiéndole que la sacrificase para salvar a su hijo.
Estaba pidiéndole que acortase lo inevitable para permitir que al menos uno de los dos viviese.
Y con lágrimas recorriéndole las mejillas, con el corazón en un puño, el estomago hecho un nudo y la mente en blanco, Gerd sacó una daga y abrió el estómago de su propia hermana en canal , bañándose en la sangre de la misma, que gritaba de agonía, para introducir sus manos en aquella masa de carne cortada y sacar con dificultad una pequeña bolita blanca que a duras penas vivía aún.
"Gracias"
El hainu salió de la habitación, entregando el bebé aún lleno de sangre a la madrona ante la mirada impactada del padre de la criatura, cuya expresión cambió a pánico cuando Gerd lo cogió del cuello y le propinó un puñetazo que perfectamente le podría haber roto la mandíbula.
Y sin decir nada más, se fue de la casa, y luego de la ciudad, y caminó y caminó lo más lejos que pudo, intentando sacar de su mente imágenes de la cara infantil de Astrid corriendo por las calles de la ciudad, que se cruzaban con flashes de sus propias manos llenas de la sangre de su hermana ya fallecida.
Era el infierno en vida.
Parte 5: La cura del alma, el viaje hasta el presente.
Gerd pasó meses caminando, quizás incluso años, sin embargo, ni siquiera parecía ser consciente de su propia existencia, puesto que, con la intención de evitar el dolor, había entrado en una especie de trance que solo lo mantenía con la suficiente voluntad como para seguir viviendo.
Subiendo a lo alto de un monte, encontró un monje que fue capaz de ver el dolor en su alma y se lo llevó hasta su templo.
Pasó los siguientes años leyendo y aprendiendo sobre los seres vivos, las almas, la vida y todo lo que conformaba el mundo. Allí le enseñaron a meditar, a buscar la paz interior y vaciar mente y alma de sentimientos dolorosos. También aprendió allí a amar al prójimo y tratar con equidad a aquellos que le rodeaban, puesto que, al fin y al cabo, todos venían del polvo y en polvo se convertían.
Por las noches soñaba una y otra vez con el parto de su hermana, y a veces deseaba volver a la ciudad para asesinar al que era, según él, el causante de la muerte de Astrid.
También quería ver a sus sobrinos, deseaba estar allí con ellos y ayudarles en aquellos momentos tan duros, sin embargo, no se sentía con fuerza suficiente como para ver aquel lugar de nuevo. Al menos no aún. Solo podía confiar en que aquel patán de Fredo los estuviese cuidando adecuadamente, al fin y al cabo, eran el legado de su hermana, lo último que le quedaba de ella.
¿El clan? El clan había perdido tanta importancia durante esos años que casi nunca se detenía a pensar en si el cabeza de familia lo buscaría o que pronto llegaría a la edad en la que le obligarían a casarse. ¿De qué servía ser un Bulgakov de todos modos? Solo después de ver la realidad desde otra perspectiva fue capaz de comprender que aquello era todo menos una familia, porque las familias no obligan a sus niños a luchar ni abandonan a una mujer embarazada a su suerte por el simple hecho de haberse enamorado.
Las familias se apoyan y se quieren.
Un día abandonó el templo, decidido a ver el mundo con aquellos nuevos ojos que había desarrollado.
Así pues, empezó un nuevo viaje por las ciudades de Aseannor, donde vivió muchas experiencias, en las cuales ayudaba a los ciudadanos en pequeñas tareas que luego se convertirían en peligrosas misiones para proteger los hogares de monstruos y bestias. Día tras día, su nombre se iba haciendo conocido por todos los territorios del reino como el viajero Hainu que ayudaba a aquellos que lo necesitaban.
Como es de esperar teniendo en cuenta que su nombre se hizo conocido por todo el reino, los Bulgakov no tardaron mucho en enviar a dos de sus miembros en busca del ya adulto hainu para exigirle que volviese inmediatamente a su ciudad para atenerse a las consecuencias de sus actos.
Gerd detestaba la idea de regresar a aquella ciudad, temía hasta el punto de hacerle temblar que el ver las calles que tantos recuerdos le traían lo hiciese volver a caer en un agujero de dolor y tristeza. Le aterrorizaba enfrentar a sus sobrinos y confesarles que no había sido capaz de salvar a su madre y, en parte también temía no tener suficiente auto-control como para no darle una paliza a Fredo.
Sin embargo, una parte de él sabía que era su deber volver, era necesario que regresase a aquella ciudad para abandonar la familia Bulgakov, cuya ideología llena de orgullo y prejuicios había sido en parte causante del final fatal de su hermana. Por otra parte, también deseaba ver el aspecto de los pequeños de Astrid, después de tantos años, debían haber crecido y seguramente Ergav sería de todo menos pequeño.
Así pues, decidió poner todos sus miedos e inseguridades en el hombro y volver a su lugar de nacimiento escoltado por los dos soldados hainu.
Como suponía, su regreso al territorio del clan no fue recibido con simpatía. Con forme caminaba por las calles que habían sido el seno de su infancia muchos años atrás, se daba cuenta de que aquello era solo el hogar de una falsa familia llena de odio y discriminación, donde muchas caras conocidas que en un pasado le habían sonreído por ser uno de los miembros más fuertes, ahora le observaban con desprecio. Sus expresiones confirmaban algo que Gerd ya había supuesto, sus visitas secretas a la familia de su hermana y su importante presencia en el momento de su muerte habían llegado a oídos de los Bulgakov.
Cuando entró en su antigua casa recibió algo aún peor, la mirada distante y fría de un padre a quien el joven hainu solo había buscado complacer hacía tan solo unos años. Era evidente que para él, quien ahora era el cabecilla del clan y también el actual señor de los los ladrones, Gerd ya no era un hijo.
Tal y como había pasado tiempo atrás, se dio un juicio rápido cuyo evidente veredicto fue apoyado por todos los presentes. Gerd y toda su descendencia quedaba expulsado del clan.
El hainu no protestó como lo hizo cuando su hermana mayor recibió el mismo trato, muy por el contrario, no pudo evitar soltar una risa por lo bajo.
Y ahí habría acabado todo de no ser por el comentario de su padre:
"Deberías haber muerto junto con la patética de tu hermana"
Y, por primera vez después de muchos años, algo se encendió dentro de Gerd. Una llama de ira, rencor y odio que había mantenido apagada los últimos años gracias a mucha meditación, un fuego que empezó pequeño pero que se expandió a la velocidad de la luz por la ardiente sangre del hainu. Sus musculos se tensaron, su mente se quedó en blanco y su cuerpo empezó a desprender un calor abrasador acompañado de una aura oscura.
Lo que sucedió a continuación pasó tan deprisa que incluso los presentes fueron incapaces de verlo con exactitud.
Gerd, quien parecía fuera de sí mismo, corrió muy velozmente hasta su padre para atacarlo con sus propias garras, sin siquiera usar armas. El cabeza de familia no era un novato, así que pudo parar el ataque de manera momentánea sacando sus garras y cortándole el ojo de gravedad , causando así que el joven hainu soltase un chillido de dolor con una voz estridente, aguda y nada propia del muchacho . El rey aprovechó aquello para sacar su espada e intentar cortar a su hijo en dos. Éste, no obstante, detuvo su grito y corrió al otro lado de la sala para luego volver a dirigirse hasta él . Gerd se movía como si fuese una sombra y, asegurándose esta vez de que el hombre no tenía tiempo de defenderse, se colocó tras de él y lo empujó de un zarpazo que le dejó la espalda completamente ensangrentada.
El adulto, aún confuso por las súbitas habilidades del ladrón, se giró e intentó levantarse para atacar únicamente para ser nuevamente detenido por un corte en el estómago que vino de la nada.
Gerd era rápido, era una sombra asesina y fuera de sí que solo se podía percibir por el calor que desprendía.
Durante los siguientes minutos, el señor de los ladrones intentó sin éxito atacar al menor, que rápidamente causaba cientos de heridas en el cuerpo del contrario que, a pesar de ser poderoso, terminó cayendo al suelo derrotado, ensangrentado e inconsciente.
El monstruoso Hainu, aún lleno de furia, colocó sus afiladas uñas en el cuello del mayor, dispuesto a decapitarlo frente a decenas de adultos y niños, que observaban la situación con los ojos abiertos.
Iba a dar el golpe final cuando...
"¿Es que no tienes corazón?"
Quizás fue una alucinación.
O quizás solo se lo imaginó para protegerse.
El caso es que Gerd pudo escuchar la voz de su hermana pronunciar las palabras que le había dicho hacía ya tantos años, cuando aún eran jóvenes.
El aura oscura del menor desapareció y volvió a sus sentidos, con el corazón latiéndole a toda velocidad y un ojo ciego para siempre.
Pronto empezaron a sonar las aclamaciones y aplausos de sus familiares hainus quienes celebraban la victoria del nuevo cabeza de familia.
Al fin y al cabo, según las leyes Kovianas, si un Bulgakov mayor de 30 años retaba al cabeza de familia y ganaba, obtenía su título.
Así pues, sin quererlo ni beberlo, Gerd se convirtió en el cabeza de los Bulgakov y, más adelante, cuando su victoria contra el anterior Lord se hizo pública, en el Señor de los ladrones a petición del rey.
Por cierto, la cara que puso cuando descubrió que su cuñado había sido encarcelado y sus sobrinos habían tenido que sobrevivir por su cuenta desde hacía años no tuvo precio.
Pero bueno, eso ya es otra historia.
Ah, y por si os lo preguntáis, Gerd no echó a su padre de la familia. Le permitió que viviese tranquilamente siempre que no le volviese a dirigir la palabra ni mencionar a Astrid.
Continuará
| Sexualidad |
Orientación sexual: Bisexual
Orientación romántica: Birromantica
Condición: Activo
Preferencias Hombres: Le gustan los hombres de aspecto un poco más pequeño al suyo, pero que tengan un cuerpo bonito. Eso sí, sólo mamíferos.
Preferencias Mujeres: Le gustan las mujeres con carácter y fuertes, también mamíferos.
| Extras y datos curiosos |
Me he basado en el personaje de One Piece llamado Shanks.
Más de cerca->
Es el tío de los hermanos Bulgakov
Su sobrino favorito es Ergav porque le recuerda a él de joven
Su hermana fallecida :
Mature Content
Su cuñado: