Description
「Pokemon Rebellion」
✢ An ice cold heart, still trying to beat. ✢
Con los sueños del pasado enterrados en el olvido,
sin saberlo, busca reencontrarse con una nostálgica melodía.
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『 DATOS GENERALES 』
𝐵𝒾𝑔 𝑜𝓅𝑒𝓃 𝓁𝒶𝓃𝒹,
𝓎𝑜𝓊 𝒽𝑜𝓁𝒹 𝓉𝒽𝑒 𝓌𝑒𝒾𝑔𝒽𝓉 𝑜𝒻 𝓉𝒽𝑒 𝒶𝒾𝓇
𝒾𝓃 𝓎𝑜𝓊𝓇 𝒽𝒶𝓃𝒹𝓈
❆ 𝐍𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞:
Cosette Belmont.
❆ 𝐄𝐝𝐚𝐝:
23 años [25.12]
❆ 𝐆é𝐧𝐞𝐫𝐨:
Cis fémenino.
❆ 𝐀𝐥𝐭𝐮𝐫𝐚 ; 𝐏𝐞𝐬𝐨:
155 cm, 56 kg.
❆ 𝐑𝐞𝐠𝐢ó𝐧 :
Galar - Pueblo Auriga [Circhester].❆ 𝐎𝐒:
Homosexual.❆ 𝐄𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐞𝐧𝐭𝐚𝐥:
Not interested.❆ 𝗠𝗼𝗰𝗵𝗶𝗹𝗮
Aquí pues .
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『 HISTORIA 』
𝐵𝒾𝑔 𝑜𝓅𝑒𝓃 𝒶𝒾𝓇,
𝓎𝑜𝓊 𝒻𝑒𝑒𝓁 𝓉𝒽𝑒 𝓉𝒾𝒸𝓀𝓁𝑒 𝑜𝒻 𝓉𝒽𝑒 𝓉𝓇𝑒𝑒𝓈
𝑜𝓃 𝓎𝑜𝓊𝓇 𝒸𝒽𝑒𝓈𝓉
La primera vez que lo escuchó fue en casa de sus abuelos. En Pueblo Plié; estaban de visita, como todos los Domingos desde que la abuela había enfermado gravemente.
Y Cosette, arodillada cerca de un arbustito, intentaba hacer que un pequeño Morelull se le acercara. Una suave melodía salía de sus labios, pero ni un rastro de felicidad en los mismos. Y tan concentrada estaba, que no se percató de los pasos que se le acercaban, sólo del grito que les siguió:
—¿¡𝗡𝗼 𝘁𝗲 𝗵𝗮𝗻 𝗱𝗶𝗰𝗵𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗰𝗮𝗻𝘁𝗮𝘀 𝗺𝘂𝘆 𝗯𝗼𝗻𝗶𝘁𝗼!?— La voz estruendosa de su abuela se hizo escuchar.
El pokémon salió corriendo de las manos de la niña y ella dio un pequeño salto sobre si misma. No estaba acostumbrada a ruidos fuertes. No estaba acostumbrada a los ruidos, en general. Sin cambiar de expresión, se dirigió a su abuela.
—¿𝗔𝗵?
—𝗤𝘂𝗲 𝗰𝗮𝗻𝘁𝗮𝘀 𝗺𝘂𝘆 𝗯𝗼𝗻𝗶𝘁𝗼.
—... 𝗔𝗵.
Le respondió con indiferencia, como solía hacer siempre, pero su rostro se ruborizó ante el cumplido. A sus 6 años, Cosette no era la niña más expresiva que digamos, sus padres se habían dado cuenta de ello desde hace tiempo. Había aprendido a hablar tardíamente, y tenía algunos ''problemas de audición'' como ellos describían... mas tampoco había intento alguno de su parte por hacer que la niña cambiase.
Se levantó sin prisa, y con el ''Vamos'' de su abuela, le tomó la mano para volver a casa. Seguramente habrían galletas esperando, eso le emocionaba. Un poquito.
En el camino de vuelta, Cosette devolvió la mirada para volver a ver los pequeños hongos luminosos que se alejaban con cada paso. En medio de estos, el Morelull la observaba. Tímidamente, se despidió con la mano de él.
Entonces, sólo por un instante se le cruzó por la mente una duda: la razón por la cual la abuela había salido de casa e ido a buscarla a pesar de que había estado pasando esos últimos días postrada en cama.
Miró de nuevo a la abuela, y estaba pálida.
Pero Cosette se calló.
❅
La segunda vez que lo escuchó fue a los 12 años. Hablando con sus padres, expresándoles un deseo suyo, cosa que muy raramente hacía.
No existía la mejor comunicación entre los tres, si es que siquiera existía - ''cosas qué hacer'' se decían ellos, muy metidos en el éxito de su empresa. Y luego Cosette, que ya no hallaba el sentido a ninguna conversación.
Sólo esta vez alzó la voz.
'' Quiero cantar.
No quiero ser entrenadora.''
Con esas exactas palabras, Cosette se paró en frente de ellos en medio de una discusión, ambos adultos preguntándose cuándo la chica por fin saldría de casa a explorar otras regiones. En un caso excepcional, en su rostro se podía ver una mezcla de emociones complicadas: ¿Acaso era tristeza? ¿Acaso era rabia? No podía deducirlo, ella sólo sentía lo que veía: en sus padres, dos personas que querían implantar en ella metas que no habían podido cumplir por su cuenta.
Pero la abuela había muerto justo el día después de haberle expresado aquel sentimiento, y por esa razón a Cosette se le había quedado guardado ese recuerdo. Un remordimiento quemando en el frio de su corazón.
—𝗢𝗵, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗰𝗹𝗮𝗿𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗰𝗮𝗻𝘁𝗮𝘀 𝗯𝗶𝗲𝗻...
Su madre suspiró.
—... 𝗣𝗲𝗿𝗼 𝘀𝗮𝗯𝗲𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼...
No era posible, sí. Una persona que no podía cantar frente a otros, una persona que apenas prestaba atención al mundo exterior, una persona que no hablaba con absolutamente nadie. ¿Cómo sería posible que una persona así triunfara como coordinadora?
No hubo reclamos. Cerrando la boca con fuerza, volvió a su cuarto. Esta vez tuvo también que cerrar los ojos con fuerza, para evitar las lágrimas.
Tenía que empezar a buscar su futuro, uno que no le importaba para nada.
Ser campeón era en definitiva un objetivo mayor para ella; más con aún el miedo que había adquirido a los Pokémon. Pokémon de todo tipo, claro, excepto las hadas. Y es que guardaba aún buenos recuerdos con ellas; siempre presente entre ellos, una pequeña, casi olvidada melodía retumbaba en su cabeza. Entre las lágrimas y la almohada tapándole la cara, podía oler el perfume de su abuela.
❅
No lo volvió a escuchar nunca más.
No se volvió a escuchar nunca más.
Cumplidos los 14 años, y tras un arduo entrenamiento previo, partió a Kalos. No le importaba el desafió en Galar, quería irse lejos. Y Kalos fue la mejor opción que encontró, porque en medio de retos de gimnasio podía encontrarse con las estrellas que veía por la tele. Se volvió como un pasatiempo suyo - una pequeña fuente de felicidad - el buscar rostros famosos, modelos, actrices, cantantes, y pedirles un autógrafo. Así se sentía parte de ese mundo, por lo menos por un momento.
Enfrentando por fin a la campeona, Cosette siendo derrotada sin problema, se dio cuenta que eso, definitivamente, no era lo suyo.
Pero estaba en Kalos, y le gustaba. ¿Qué más podía hacer? No iba a volver a casa.
De vuelta en Ciudad Luminalia, no tomó el vuelo de vuelta. En cambio, se dirigió a Ciudad Romantis. A sus 16 años, había cortado todo lazo familiar. Tampoco es como si le quedara mucha familia - mamá y papá - pero aún le costaba asimilar su soledad en un mundo tan vasto.
En la pequeña habitación de hotel, el celular podría vibrar y vibrar, mostrando insistentemente en la pantalla un número que conocía bien, pero Cosette no se levantaba para atender. Lo miraba, simplemente, y dejaba que el cuarto se llenase del ruido monótono causado por la vibración. Para ella, era una canción... la más desagradable, en realidad.
En ese entonces, sus días se los pasaba retando a los entrenadores en búsqueda de la Líder de tipo hada, parte del desafío previo antes del combate final. Vistiendo un precioso kimono a su medida y con la cara tapada en maquillaje caro, su mirada vacía no había cambiado.
Los entrenadores iban y venían, todos ellos ganaban con facilidad y continuaban con una sonrisa orgullosa en sus caras. Cosette se preguntaba cuántos de ellos llegarían hasta la campeona.
Sólo uno de ellos le llamó la atención. Era un día caluroso, y Cosette estaba molesta por las prendas que vestía a la vez que combatía. Más irritada que de costumbre, le expresó a su rival:
—𝗦𝗶...𝘀𝗶𝗹𝗲𝗻𝗰𝗶𝗼... 𝗾𝘂𝗲 𝗺𝗼𝗹𝗲𝘀𝘁𝗮𝘀.
Sus palabras salieron en un tono muy débil. Había tenido que suavizarse, siguiendo el papel que le habían otorgado.
—¿¡𝗔𝗛!? ¿𝗬 𝗺𝗲 𝗺𝗲 𝘃𝗶𝗲𝗻𝗲𝘀 𝗮 𝗺𝗮𝗻𝗱𝗮𝗿, 𝗮 𝗺í? ¿𝗦𝗮𝗯𝗲𝘀 𝗾𝘂𝗶é𝗻 𝘀𝗼𝘆?
La voz estruendosa de la chica se hizo escuchar.
Y Cosette entrecerró los ojos a ver si la reconocía mejor así. Hmmm, no. A pesar de que estaba combatiendo contra la misma persona que le había hecho el vestido, años atrás, eso a ella no le importaba. Desde hace un tiempo que ya no memorizaba nimiedades como tales; no recordaba rostros, no recordaba voces.
La esperanzada entrenadora ruidosa y la chica perdida en sus pensamientos no se volvieron a encontrar hasta mucho tiempo después.
❅
Fue en Ciudad Luminalia. A sus 20 años, Cosette trabajaba de maquilladora en un buen puesto que se había asegurado hace un par de años. Se había esforzado para obtenerlo y no le disgustaba precisamente, una voz en su cabeza le decía que no podía quejarse.
Pero era muy rutinario. Podía ver nuevas estrellas surgir, gente talentosa como nunca ella había logrado ser.
Y en el fondo, hervía de la envidia. En los peores días, cuando los pensamientos eran más fuertes que ella y sus manos temblaban con la brocha en pleno trabajo, sólo se limitaba a sonreír.
Vivía un día a día encerrada en la impotencia.
Una tarde volviendo del trabajo, agotada, se percató que un grupo se acercaba hacia ella. ¿Sintió miedo? Un poquito, pero siguió caminando. ¿Qué mal le iban a hacer un par de niñas uniformadas?
Se replanteó la pregunta cuando una de ellas sacó una espadota. Espera-- ¿Era un pokémon? ¿Empuñaba su pokémon?
Dio un paso atrás, dudando de la cordura de esa persona.
Pronto las voces provenientes de las figuras, todas femeninas, hicieron presencia.
—¡𝗧ú! ¡𝗘𝗿𝗲𝘀 𝘁ú 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗻 𝘀𝗲 𝗿𝗼𝗯ó 𝗲𝗹 𝗦𝗽𝗿𝗶𝘁𝘇𝗲𝗲 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝗮 𝗽𝗼𝗯𝗿𝗲 𝗻𝗶ñ𝗮!... ¿𝗖𝗶𝗲𝗿𝘁𝗼?
—¡𝗔𝘆, 𝗻𝗼 𝘀𝗲𝗮𝘀 𝘁𝗼𝗻𝘁𝗮! 𝗟𝗮 𝗝𝗲𝗳𝗮 𝗻𝗼𝘀 𝗱𝗶𝗷𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝗿𝗮 𝘂𝗻𝗮 𝗺𝘂𝗷𝗲𝗿 𝗮𝗹𝘁𝗮, 𝘆 𝗺í𝗿𝗮𝗹𝗮 𝗮 𝗲𝗹𝗹𝗮: 𝗲𝘀 𝘀ú𝘂𝘂𝗽𝗲𝗿 𝗯𝗮𝗷𝗮.
—¡𝗣𝗲𝘀𝗮𝗱𝗮! ¡𝗘𝗿𝗲𝘀 𝘂𝗻𝗮 𝗽𝗲𝘀𝗮𝗱𝗮! 𝗡𝗼 𝗹𝗲 𝗵𝗮𝗴𝗮𝘀 𝗰𝗮𝘀𝗼, 𝗰𝗵𝗶𝗰𝗮, 𝗲𝗿𝗲𝘀 𝗽𝗿𝗲𝗰𝗶𝗼𝘀𝗮 𝘁𝗮𝗹 𝗰𝘂𝗮𝗹 𝗲𝗿𝗲𝘀.
—¿𝗣𝗲𝗿𝗼 𝗲𝗻𝘁𝗼𝗻𝗰𝗲𝘀, 𝗲𝘀 𝗼 𝗻𝗼?
—𝗡𝗼 𝘀é.
—𝗛𝗺𝗺....
—¡𝗘𝗲𝗲𝗵! ¡𝗔𝗵í 𝘃𝗶𝗲𝗻𝗲, 𝗮𝗵í 𝘃𝗶𝗲𝗻𝗲!
De entre las sombras, así con harto dramatismo, salió una muchachita conocida. Muy distinta de lo que la recordaba, pues mirándola a la cara podía notar unos intentos de ''figura amenazante'' de su parte. Cosette deseó echarse a correr cuando la mirada de la contraria cambió de análisis a una amplia sonrisa. Pero no alcanzó a evitar el abrazo, pues se le tiró encima.
—¡𝗔𝘆, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝘀𝗶 𝗲𝗿𝗲𝘀 𝘁ú! . ¡𝗡𝗼 𝗹𝗲 𝗵𝗮𝗴𝗮𝗻 𝗻𝗮𝗱𝗮, 𝗲𝘀 𝘂𝗻𝗮 𝗮𝗺𝗶𝗴𝗮! — La voz dominante sentenció, a lo que su compañía celebró en unísono. Todas, menos Cosette.
—𝗬-𝘆𝗼 𝗻𝗼 𝘁𝗲 𝗰𝗼𝗻𝗼𝘇𝗰𝗼, 𝗹𝗼𝗰𝗮.
❅
Tras ese primer fatídico encuentro, la habían invitado a un café (las ocho muchachas presentes, por lo que se vio obligada a aceptar) y en él, habían conversado. Si es que un monologo cuenta como conversación, claro, pues la denominada Jefa podía hablar por dos personas a la vez.
''¿A qué te dedicas?''
''¿Ah, y no es aburrido?''
''Pues tienes cara de aburrida.''
''¿Y sabes que hacemos nosotras?''
''¡Somos justicieras, sí señor!''
Justicieras, esa palabra se le quedó metida en la cabeza. Sería una frase en código para algún tipo de negocio ilegal, que en Kalos había gente muy extraña. Pero cuando vio las heridas en cada una de ellas, junto a las sonrisas sinceras en sus rostros, cayó en cuenta de que no eran un peligro.
El refinado café en el que compartían, con el pasar de las horas, fue reemplazado por un bar cercano. Al principio los gritos de las demás la irritaban en lo más profundo de su ser, pero no tardó mucho en unirse a ellas. Hace tanto tiempo que no se soltaba, menos con un grupo de personas. Aún menos con personas que acababa de conocer.
¿Y acaso eso importaba? Por el momento, por lo menos, se sentía feliz.
... Demasiado, tal vez. Porque en plena calle y entre risas, empezó a cantar. Su voz empezó suave como siempre, pero poco a poco subió el tono para que la escuchasen. En el fondo de su corazón, esperando que todo el mundo la escuchase.
La líder de la pandilla femenina se quedó en silencio, mirándola. Medio sacada de onda porque de la nada alguien como ella - que no daba para nada la impresión de ser del tipo que arma escándalo - ahora estaba cantando una única melodía a todo pulmón.
Una melodía repetitiva, pero con cierto aire a nostalgia.
—¡𝗣𝗲𝗿𝗼 𝘀𝗶 𝗰𝗮𝗻𝘁𝗮𝘀 𝗺𝘂𝘆 𝗯𝗼𝗻𝗶𝘁𝗼!— expresó entonces, animando a esa interprete improvisada.
Cosette se calló, esta vez no porque alguien se lo había ordenado, ni porque sentía que era lo mejor. El rubor se fue apoderando de sus mejillas, como aquella vez.
Una sonrisa casi imperceptible se formó en su rostro.
—... ¿𝗗𝗲... 𝘃𝗲𝗿𝗱𝗮𝗱?
❅
Una semana después, Cosette se encontraba tan uniformada como ellas. Se sentía parte de un culto, especialmente con eso de llamar ''Jefa'' a una chica que era menor que ella. Por eso mismo, ella siempre la llamaba por su nombre: Miyu, a ver si así se bajaba de la nube un poco.
Y a pesar de su poca convicción inicial, y con el tiempo que fue pasando con ellas, entre palizas a delincuentes, rescate de pequeños pokémon, búsqueda de bolsos perdidos, y salidas a cafés casi todos los días, empezó a darse cuenta que aquel entorno la hacía vivir de una manera que nunca había esperado.
No era rutinario, ganaba bastante dinero con ellas. Y por sobre todo, se sentía bienvenida.
Cuando Miyu la llamaba por su nombre, Cosette rodaba los ojos, pero acudía a su llamado obedientemente... y con una pequeña sonrisa que se esforzaba por reprimir.
A sus 21 años, volvía a sentir que tenía un futuro con otras personas.
Un año, dos años pasaban, y poco a poco ella iba soltándose más alrededor de su grupo.
Si tan sólo eso hubiera durado por siempre...
❅
—𝗧𝗲𝗻𝗴𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝘃𝗼𝗹𝘃𝗲𝗿... 𝗮 𝗰𝗮𝘀𝗮.
Rumores habían comenzado a surgir; algo había cambiado, aunque aún ligeramente, en todas las regiones. Cosette se daba codazos con las personas para tomar un barco, un crucero, lo que fuese, con tal de llegar a su región natal: Galar.
Entre llantos y gritos ajenos, veía poco a poco el puerto alejarse. El cielo estaba de un extraño color gris, la vegetación seca como nunca la había visto. Y eso que era tan sólo el comienzo de algo que daba la impresión que se volvería cada vez peor.
En ese momento se preguntó cómo estarían las demás, pues nunca había avisado de su partida. Había sido una decisión impulsiva, una decisión hecha por miedo. ¿Miedo a qué?
—𝗧𝗲𝗻𝗴𝗼 𝗾𝘂𝗲... 𝘃𝗲𝗿𝗹𝗼𝘀...
Cerrando los ojos en la barcaza que había alcanzado a tomar, repleta de gente, la pequeña melodía volvió a aprisionar sus oídos, sus pensamientos.
Sólo que esta vez, estaba acompañada de un recuerdo apenas visible: una canción de cuna, de hace mucho tiempo atrás.
Cosette sentía miedo a perder a su familia, y por ello había abandonado el único entorno en el cual se había sentido como en casa.
Las brutales olas del mar la mecían violentamente, los gritos la ensordecían, pero nada le impidió quedarse dormida durante el trayecto. Una extraña paz se apoderó de ella, quizá porque estaba segura que ese era su fin.
Lamentablemente no fue así.
Cuando finalmente llegó a su casa, con sus pies llenos de heridas, su cabello todo desordenado, y cubierta de moretones, se encontró cara a cara con la soledad. Cuartos saqueados, vidrios rotos, y sin rastro de sus padres, excepto por las minúsculas manchas de sangre que podía encontrar por el piso de ciertas habitaciones.
No, no quería eso.
Quería a mamá, quería a papá, quería a la abuela.
Quería a Miyu.
Cosette, otra vez inmersa en su soledad, se sentó suavemente en el suelo y comenzó a llorar como nunca lo había hecho. Por suerte esta vez nadie la escucharía.
❅
Los días pasaban; Cosette había decidido encerrarse al interior de su casa pues todo afuera era un caos absoluto. El frio habitual de Pueblo Auriga desaparecía por completo durante algunos días, sólo para volver cuando nadie se lo esperaba, y con más fuerza que antes. No podía esperar nada de ese clima cambiante. Por lo tanto, solamente salía para buscar comida y, claro, espantar de alguna manera los Pokémon que intentaban esconderse en su refugio.
El previo camino desde su llegada a Galar hasta su casa había tomado unos cuantos días; un viaje en el que pudo observar el rápido deterioro de la región y descontrol de los Pokémon que la habitaban. Tras ver el fenómeno Dinamax una y otra vez, ya no confiaba en ninguna de esas criaturas. Las ahuyentaba, las odiaba. ''Si es que aún puedo sentir algo'' se decía a si misma, ''esto es definitivamente odio''
Eran mentiras.
Esto lo comprobó en una ocasión en la cual volvía a su cuarto con provisiones y la intención de encerrarse por un par de días más. En medio de la oscuridad y el miedo de toparse con un desconocido, encontró en su cama un pequeño Snom. El Snom la miró, ella lo miró a él.
Hubo un pequeño silencio, como si ambos estuvieran evaluando sus situaciones.
Ella, por su parte, se contempló si matarlo o no.
Tenía en su bolsillo siempre una navaja, por lo cual sí estaba preparada para seguir las intenciones que rodeaban su mente. Pero cuando su mano se deslizó al bolsillo para encontrarse con el filo, empezó a temblar. Se quedó tiesa, en esa posición.
Patética, se veía muy patética. El Pokémon al que se enfrentaba tuvo todo el tiempo del mundo para arrastrarse y aferrarse a su pierna. Al escuchar unos pequeños ruiditos lastimeros a sus pies, Cosette se dio cuenta que habían extremos que no iba nunca a cruzar.
Tímidamente se agachó a su altura y lo tomó en brazos. ¿Había perdido él también a su familia? ¿Se sentía tan solo como ella? Sin pensarlo mucho más, acarició su cabecita y empezó a cantarle una pequeña canción para que se calmase, guardando la navaja, jurándose que sería la última que cantaría en su vida.
❅
Ahora Cosette no sólo se pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en su cuarto, durmiendo y esperando que algo peor ocurriese, sino que lo hacía con compañía: el pequeño Snom, ahora bautizado ''Olwen''. Lo abrazaba día y noche, como si fuese un peluche. A veces los tempanos en su espaldita se afilaban sin querer, en especial como reacción a ruidos fuertes, y eso molestaba a Cosette (ahora llena de cicatrices en los brazos por lo mismo) pero nada que aflojase su abrazo.
Así, los peores días, si es que uno de ellos tendría que morir de frio, la chica se aseguraba de que no fuera el pequeño.
Somnolienta, apática, estaba tirada en la cama con su compañero. La estática proveniente de la televisión siempre encendida era el único ruido de fondo, y lo único que necesitaba como melodía para hacer callar sus pensamientos.
Así que cuando esta se detuvo, ella también se paró a ver que pasaba.
''Habitantes de todo el mundo. Sabemos que algunos perdieron nuestro anterior mensaje, por ello lo hacemos nuevamente. Novaeu Monde, la organización liderada por Viktor Magnus es quien--''
—𝗔𝗵, 𝘁𝗲𝗹𝗲𝘁𝗶𝗲𝗻𝗱𝗮...—, se dijo a si misma - o a Olwen - antes de darse media vuelta y volver a intentar dormir. Intento que no duró mucho. —𝗘-𝗘𝗦𝗣𝗘𝗥𝗔, 𝗤𝗨É.
''-- ...Novaeu Monde, la organización liderada por Viktor Magnus es quien está detrás de todas estas catástrofes. Hemos intentado enfrentarlos una vez más, pero aún nos falta gente valiente que quiera aportar a la causa. Juntos, ¡podremos hacerlos caer! No nos falta mucho. Ustedes pueden hacer un cambio. Si alguien quiere sumarse, por favor acuda a las siguientes coordenadas."
La pantalla mostró unos dígitos extraños, pero comprensibles para cualquiera que hubiera prestado mínima atención al mensaje. Cosette sólo miraba, petrificada en su posición. ¿Un segundo mensaje? Claro que se había perdido las noticias, se la pasaba todo el día durmiendo, ni siquiera había cable. ¿Viktor Magnus? Pues vaya nombre tenía ese hombre. ¿Nouveau Monde? Cada vez más extraños estos grupos de música punk.
Le costó asimilar un poco las cosas. Sentada en su cama, ahora abrazando sus rodillas, se contemplaba la idea de seguirlos.
Entonces, comenzó a reír. Fuerte. La Cosette tranquila, callada, impasible... ¿había perdido la cabeza? Después de los últimos meses, no era de sorprenderse.
—¿𝗨𝗻𝗮 𝗿𝗲𝘀𝗶𝘀𝘁𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮? ¡𝗤𝘂é 𝗲𝘀𝘁𝘂𝗽𝗶𝗱𝗲𝘇! 𝗘𝘀𝘁á𝗻 𝗿𝗲𝗮𝗹𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗱𝗲𝘀𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮𝗱𝗼𝘀...— apenas podía con las lágrimas, sólo que no sabía si provenían de la risa anterior o de algo que se había quebrado dentro de ella. —... 𝘆 𝘀𝘂𝗽𝗼𝗻𝗴𝗼 𝗾𝘂𝗲... 𝘆𝗼 𝘁𝗮𝗺𝗯𝗶é𝗻.
Miró a Olwen, el pequeño temblaba. Miró a sus alrededores, los restos de la habitación de sus padres, un verdadero desastre. Se miró las manos, callosas y entumecidas. De nuevo comenzó a temblar, pero de pronto el Pokémon se lanzó encima de ella; el contacto con otro cuerpo le traía paz.
Sí, tal vez estaba siendo muy cobarde. En el pasado ya había aprendido que reprimir las emociones era mucho más eficiente.
Le acarició la cabecita, como ya acostumbraba a hacer, y silenciosamente se prometió a si misma que nadie nunca más la tendría que ver en este estado. Ahora tenía que concentrarse en otros asuntos; de momento, recoger sus cosas.
Se levantó sin prisa, y le ofreció los brazos levemente extendidos para que la acompañara. Con el ''Vamos'' que salió de sus labios, en el mismo tono tranquilizador que usaba su abuela, ambos se dieron cuenta que se guiaban por el mismo objetivo: encontrar un nuevo hogar.
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『 PERSONALIDAD 』
𝒜𝓃𝒹 𝓌𝒽𝓎'𝒹 𝓎𝑜𝓊 𝑔𝑜 𝒶𝓃𝒹 𝓌𝒶𝓈𝓉𝑒 𝒾𝓉?
𝒯𝒽𝑒 𝓉𝒽𝒾𝓃𝑔𝓈 𝓉𝒽𝒶𝓉 𝓎𝑜𝓊 𝓀𝓃𝑜𝓌 𝒶𝓇𝑒 𝓂𝒶𝓀𝒾𝓃𝑔 𝓎𝑜𝓊
𝒶 𝓈𝓉𝑜𝓃𝑒 𝓌𝒶𝓁𝓁, 𝓈𝓉𝑜𝓃𝑒 𝒻𝑒𝓃𝒸𝑒
Está realmente perdida en otro mundo. La poca atención de sus padres en su período de desarrollo trajo consigo a una niña que apenas habla, que apenas escucha, que apenas siente. Pero ese ''apenas'' es ya suficiente para volverla tan humana como cualquiera. Cosette es capaz de reír y de llorar, sólo que como en su infancia no se permitió hacerlo por la vergüenza de expresar sus sentimientos en un mundo en el cual ella pensaba que nadie los quería, ahora no está acostumbrada a los mismos.
Ahí se pueden observar rastros de inseguridad y auto-odio, aunque ella ni es consciente de ello... si con suerte es consciente de algo a su alrededor. Entonces, compararla con un cuerpo congelado es apropiado: incapaz de reaccionar como su corazón le dice, fría al tacto, y varada en el tiempo.
Puede estar con los ojos pegados en un espacio vacío por todo el tiempo del mundo y no va a haber cambio alguno en su expresión, a la par de su voz monótona y carente de emoción. No le preocupa el resto, ni se preocupa de si misma, porque no se toma el tiempo de pensar en consecuencias, no es del tipo de mirar al futuro; a la vez, tampoco es del tipo que se para a pensar en la importancia de las cosas, porque hay mucho de la vida que no entiende. Ha intentado entender en el pasado, pero ahora mismo se ha vuelto a bloquear en su indiferencia ignorante.
Si hay algo que le guste, fácilmente es capaz de mostrar una sonrisa, si algo le disgusta, lo va a exteriorizar; lo complicado es encontrar algo que de verdad le llame la atención como para quitarla de este trance eterno en el que está.
Y probablemente si vienes y te acercas a ella con un ''Hola'', te va a responder un ''Muy bien y tú''. La interacción humana no es su campo, menos el prestar la atención a otros.
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『 EXTRA 』
𝒴𝑜𝓊𝓇 𝓈𝓉𝑜𝓇𝒾𝑒𝓈' 𝓈𝑜 𝑜𝓁𝒹 𝓎𝑜𝓊 𝒿𝓊𝓈𝓉 𝓉𝑒𝓃𝒹 𝓉𝑜 𝓀𝑒𝑒𝓅 𝓉𝒽𝑒𝓂
❖︎ 𝐆𝐮𝐬𝐭𝐨𝐬:
- Comida casera, platos calientes.
- Temperaturas bajas, se ha acostumbrado y hasta las soporta más.
- Olwen, el Snom. Su única compañía de momento.
- Quedarse mirando a un punto fijo sin realmente mirarlo, así medio pérdida en el espacio-tiempo (?)
- Teorías conspirativas... no porque les crea, pero le impresiona la creatividad.
- El silencio; le da espacio para pensar en lo suyo.
- El ruido; justamente porque evita que piense.
- Paisajes naturales.
❖︎ 𝐃𝐢𝐬𝐠𝐮𝐬𝐭𝐨𝐬:
- Cantar; le trae malos recuerdos, y recuerdos de momentos felices que sabe que ya no volverán.
- Música, pues le recuerda lo que no fue.
- La soledad; es abrumadora.
- Los Pokémon en general, con una (1) excepción.
- La gente que habla mucho.
- La gente que habla poco.
- Tener que repetirse. La culpa es tuya, sordo.
- El mar, es tan extenso que se siente insignificante.
- Por eso mismo, las alturas.
❖︎ 𝐓𝐫𝐢𝐯𝐢𝐚:
- VA: Saori Hayami [personaje: Yotsugi Ononoki] .
- Music theme: Stone wall, Stone fence .
- La navaja aún la tiene ; )
- También sabe de defensa personal, pero ahora mismo no está en su mejor estado físico (por falta de energía).
- No sabe ni en qué año estamos.
- Ha aprendido a cocinar, lo hace medianamente bien.
- Le cuesta dormir en las noches a menos que esté abrazando algo.
- No si en realidad está harto falta de relaciones interpersonales y de afecto, ayudenla (??)
- Tiene una pulserita que guarda de su época dorada (?) ''BFF'' dice, y se la regaló su Jefa hace mucho tiempo.
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『 DATOS DEL POKÉMON 』
❆ 𝐍𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞: Olwen.
❆ 𝐄𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐞: Snom.
❆ 𝐆é𝐧𝐞𝐫𝐨: Másculino.
❆ 𝐇𝐚𝐛𝐢𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝: Polvo Escudo.
❆ 𝐍𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚𝐥𝐞𝐳𝐚: Miedosa.
❆ 𝐍𝐢𝐯𝐞𝐥: 10
❆ 𝐄𝐱𝐩𝐞𝐫𝐢𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚: 575.
❆ 𝐀𝐭𝐚𝐪𝐮𝐞𝐬: Nieve Polvo; Estoicismo; Picadura.
❆ 𝐇𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚:
Si se pudiera tener peor suerte, este pequeño nació en medio del desastre en Galar. No conoce otro mundo más que el presente: caótico e impregnado del temor de la gente. Al tener que luchar para defenderse desde muy pequeño, tiene algo de experiencia en batallas... lo básico, por lo menos. Sabe que si muerde, hace dañito.
Sus primeros días los pasó viviendo a las afueras de Pueblo Auriga, más se separó de su familia en medio de una batalla con un Pokémon Dinamax, perdiéndose y viéndose obligado a merodear por los alrededores en búsqueda de un refugio. Y el más cercano que encontró fue la casa de Cosette. Entró por una ventana rota y, tranquilo como si nada, se quedó dormido en una cómoda cama... hasta que ella llegó.
Ese fue su primer encuentro. Tras ser capturado por ella, empezó a ser su compañero.
❆ 𝐏𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝:
Le teme a todo, odia todo, es muy mañoso con su entrenadora y con el mundo, pues aprendió que hay que pelear para vivir. Sin embargo, no rechaza las muestras de afecto- pues al igual que Cosette, es algo que necesita sin siquiera saberlo. Muy parecido a ella en ese sentido: odia la soledad.
VIVO AL LÍMITE.