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Una de las cosas más descaradas que hay es la romantización de personajes históricos que en realidad fueron nefastos, y uno de esos personajes es la Haseki Kosem. La novela otomana que se centra en su vida ha funcionado muy bien como engañabobos, pues se ha dado la imagen de una supuesta mujer independiente, valiente, capaz, enérgica, decidida e inteligente, capaz de dirigir ella sola si quisiera todo un imperio y más brillante que sus enemigos. La realidad es que si bien esta mujer tuvo carisma y supo ganarse a la gente, no dió pero ni por asomo un periodo de esplendor y riqueza a su imperio como se nos quiere hacer ver en la novela. La realidad es que fue una mujer sumamente intrigosa, ambiciosa, partícipe en los caóticos años que acontecieron por aquel tiempo que va 1603 hasta el año 1651 cuando fue asesinada fruto de su hambre de poder y control. Durante sus años tras las sombras el imperio otomano estuvo a nada de perder para siempre Mesopotamia, se perdió el oriente del cáucaso y los safávidas al comienzo estuvieron a nada de expandir su imperio a costa de los otomanos tal y como en su momento hicieron los sasánidas a costa de los bizantinos. En el norte las cosas no fueron ni por asomo mucho mejor, el propio Osman II vió a sus fuerzas derrotadas por los polacos después de pírricas batallas, además, su regencia estuvo plagada de asesinatos, conjuras, fratricidios, traiciones y despilfarros a tal grado que en varias ocasiones dejó las arcas vacías al borde de la crisis total y si consiguió la lealtad de los jenízaros hacia ella o sus hijos fue gracias a donativos muy costosos para el imperio en materia del tesoro. Se quitó a numerosos visires por temor a que le hicieran sombra o le restaran autoridad e influencia en la corte, llevando a muchos de ellos a ser ejecutados, cosa que le causó a la sublime puerta una acefalia terrible pues Kosem para los temas militares hasta donde se sabe tuvo poco o ningún peso y cuando lo tenía era totalmente incompetente en esa área.
Fue tanta su sed de poder que, al darse cuenta de que no iba a poder controlar a la esposa de su hijo Ibrahim conocido como el loco y que tampoco pudo controlar a su nieto, el sultán Mohammed (Mehmed) IV, decidió entonces envenenarlo. Fracasó en ello y con ello se sentenció definitivamente, pues el propio sultán, parece ser que por indicaciones de su madre aunque algunos historiadores afirman que enfurecido por el intento de asesinato por parte de su abuela, ordenó que Kosem fuese ejecutada, cosa que se hizo pero a costa de una sangrienta purga en la que muchos de sus seguidores y detractores perdieron la vida.
Prueba de que su supuesta regencia y mandato tras las sombras no fue el esplendor y florecimiento que se relata es que tras su muerte y todavía siendo joven su nieto se nombró visir a un miembro de la familia kroprulu, el cual en un periodo breve pero decisivo saneó la administración, implementó la tolerancia religiosa en cierta medida, reformó el ejército, enriqueció el tesoro y lo más importante, logró el tercer momento de mayor expansión del imperio otomano, algo que en el tiempo de Kosem no se había logrado ni por asomo.

La realidad es que Kosem nunca fue un personaje brillante y admirable, y la romantización que se ha hecho de ella es una descaratez hecha para dar a entender una historia que de hecho no fue real. La verdadera Kosem no fue un remedio, fue un problema grave y los mismos hechos históricos lo prueban.

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Una de las cosas más descaradas que hay es la romantización de personajes históricos que en realidad fueron nefastos, y uno de esos personajes es la Haseki Kosem. La novela otomana que se centra en su vida ha funcionado muy bien como engañabobos, pues se ha dado la imagen de una supuesta mujer independiente, valiente, capaz, enérgica, decidida e inteligente, capaz de dirigir ella sola si quisiera todo un imperio y más brillante que sus enemigos. La realidad es que si bien esta mujer tuvo carisma y supo ganarse a la gente, no dió pero ni por asomo un periodo de esplendor y riqueza a su imperio como se nos quiere hacer ver en la novela. La realidad es que fue una mujer sumamente intrigosa, ambiciosa, partícipe en los caóticos años que acontecieron por aquel tiempo que va 1603 hasta el año 1651 cuando fue asesinada fruto de su hambre de poder y control. Durante sus años tras las sombras el imperio otomano estuvo a nada de perder para siempre Mesopotamia, se perdió el oriente del cáucaso y los safávidas al comienzo estuvieron a nada de expandir su imperio a costa de los otomanos tal y como en su momento hicieron los sasánidas a costa de los bizantinos. En el norte las cosas no fueron ni por asomo mucho mejor, el propio Osman II vió a sus fuerzas derrotadas por los polacos después de pírricas batallas, además, su regencia estuvo plagada de asesinatos, conjuras, fratricidios, traiciones y despilfarros a tal grado que en varias ocasiones dejó las arcas vacías al borde de la crisis total y si consiguió la lealtad de los jenízaros hacia ella o sus hijos fue gracias a donativos muy costosos para el imperio en materia del tesoro. Se quitó a numerosos visires por temor a que le hicieran sombra o le restaran autoridad e influencia en la corte, llevando a muchos de ellos a ser ejecutados, cosa que le causó a la sublime puerta una acefalia terrible pues Kosem para los temas militares hasta donde se sabe tuvo poco o ningún peso y cuando lo tenía era totalmente incompetente en esa área.
Fue tanta su sed de poder que, al darse cuenta de que no iba a poder controlar a la esposa de su hijo Ibrahim conocido como el loco y que tampoco pudo controlar a su nieto, el sultán Mohammed (Mehmed) IV, decidió entonces envenenarlo. Fracasó en ello y con ello se sentenció definitivamente, pues el propio sultán, parece ser que por indicaciones de su madre aunque algunos historiadores afirman que enfurecido por el intento de asesinato por parte de su abuela, ordenó que Kosem fuese ejecutada, cosa que se hizo pero a costa de una sangrienta purga en la que muchos de sus seguidores y detractores perdieron la vida.
Prueba de que su supuesta regencia y mandato tras las sombras no fue el esplendor y florecimiento que se relata es que tras su muerte y todavía siendo joven su nieto se nombró visir a un miembro de la familia kroprulu, el cual en un periodo breve pero decisivo saneó la administración, implementó la tolerancia religiosa en cierta medida, reformó el ejército, enriqueció el tesoro y lo más importante, logró el tercer momento de mayor expansión del imperio otomano, algo que en el tiempo de Kosem no se había logrado ni por asomo.

La realidad es que Kosem nunca fue un personaje brillante y admirable, y la romantización que se ha hecho de ella es una descaratez hecha para dar a entender una historia que de hecho no fue real. La verdadera Kosem no fue un remedio, fue un problema grave y los mismos hechos históricos lo prueban.