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A menudo cuando se mencionan a los más grandes genocidas de la historia se trae a colación los nombres o apellidos de Hitler, Mao, Stalin, Pol Pot, Castro, Mussolini, Hirohito, Leopoldo II, y algunos (justamente hay que decirlo) incluyen a personajes que en Occidente son respetados como Victoria I, el vizconde de Palmerston, Napoleón Bonaparte, Ronald Reagan, George W Bush, Richard Nixon, Benjamin Netanyahu, Ariel Sharon, además de los ya conocidos dictadores como Suharto, Franco, Idi Amin Dada, Bokassa, Pinochet, Videla, Los Duvalier, entre otros más.
Pero pocos (salvo los más estudiosos) saben que hubo un hombre en Japón, y en concreto, en el Japón Imperial que en su tiempo de estancia, de solo 4 años, llevó a la muerte a alrededor de 2.5 a 5 (las más escalofriantes cifras elevan hasta a 8 millones de muertos) millones de personas entre civiles y militares tanto de su país como de diversas naciones del orbe, principalmente en Asia (el lejano oriente, indochina, insulindia) y el pacífico. Ungido como primer ministro en 1941, fue uno de los principales responsables de las decisiones bélicas que acontecieron en el teatro del pacífico, asi como también fue responsable de muchas directrices que hoy pueden ser consideradas como criminales. Se sabe que fue eugenésico y ultranacionalista llevando a cabo algunas medidas que en su momento se realizaron tanto en Alemania, Italia como en Inglaterra y EEUU. Pero tras las constantes derrotas bélicas japonesas, fue cuando cayó Guam junto con Saipán que finalmente fue obligado a renunciar, pero en ese tiempo pasó a la historia como uno de los genocidas más grandes y que mayor daño hizo en muy poco tiempo.
Tras el final de la guerra intentó suicidarse para evitar ser capturado, sin embargo, solo se dañó el estómago y los médicos estadounidenses lograron salvarlo para después remitirlo a la prisión de Sugamo. Aunque se considera que se descargó sobre el junto con otros militares las responsabilidades que en realidad pertenecian al emperador Hirohito en un intento de exonerarlo, la realidad es que en si fue responsable de mucho de lo que se acusó en los juicios de Tokio, razón por la cual finalmente fue condenado a muerte en 1948 y ahorcado. Su nombre es Tojo Hideki.

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A menudo cuando se mencionan a los más grandes genocidas de la historia se trae a colación los nombres o apellidos de Hitler, Mao, Stalin, Pol Pot, Castro, Mussolini, Hirohito, Leopoldo II, y algunos (justamente hay que decirlo) incluyen a personajes que en Occidente son respetados como Victoria I, el vizconde de Palmerston, Napoleón Bonaparte, Ronald Reagan, George W Bush, Richard Nixon, Benjamin Netanyahu, Ariel Sharon, además de los ya conocidos dictadores como Suharto, Franco, Idi Amin Dada, Bokassa, Pinochet, Videla, Los Duvalier, entre otros más.
Pero pocos (salvo los más estudiosos) saben que hubo un hombre en Japón, y en concreto, en el Japón Imperial que en su tiempo de estancia, de solo 4 años, llevó a la muerte a alrededor de 2.5 a 5 (las más escalofriantes cifras elevan hasta a 8 millones de muertos) millones de personas entre civiles y militares tanto de su país como de diversas naciones del orbe, principalmente en Asia (el lejano oriente, indochina, insulindia) y el pacífico. Ungido como primer ministro en 1941, fue uno de los principales responsables de las decisiones bélicas que acontecieron en el teatro del pacífico, asi como también fue responsable de muchas directrices que hoy pueden ser consideradas como criminales. Se sabe que fue eugenésico y ultranacionalista llevando a cabo algunas medidas que en su momento se realizaron tanto en Alemania, Italia como en Inglaterra y EEUU. Pero tras las constantes derrotas bélicas japonesas, fue cuando cayó Guam junto con Saipán que finalmente fue obligado a renunciar, pero en ese tiempo pasó a la historia como uno de los genocidas más grandes y que mayor daño hizo en muy poco tiempo.
Tras el final de la guerra intentó suicidarse para evitar ser capturado, sin embargo, solo se dañó el estómago y los médicos estadounidenses lograron salvarlo para después remitirlo a la prisión de Sugamo. Aunque se considera que se descargó sobre el junto con otros militares las responsabilidades que en realidad pertenecian al emperador Hirohito en un intento de exonerarlo, la realidad es que en si fue responsable de mucho de lo que se acusó en los juicios de Tokio, razón por la cual finalmente fue condenado a muerte en 1948 y ahorcado. Su nombre es Tojo Hideki.