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rose-sombre — Una Cosa por Otra by-nc-nd
Published: 2011-12-03 16:46:45 +0000 UTC; Views: 332; Favourites: 0; Downloads: 2
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Description Una cosa por otra. Eso pensé exactamente en cuanto vi aquel desenlace al que me había conducido toda una vida llena de actos por los cuales ahora me juzgan y señalan... pero que me hacen sentir tan bien.

No creo que logren atraparme, si, saben que fui yo, sin embargo,  no saben quién soy, en donde estoy, y mucho menos conocen mi apariencia, después de todo, no es tan difícil engañar a las autoridades.


1

Cae la noche en la ciudad, yo me preparo para salir y continuar haciendo lo que sé hacer mejor, lo que me llena de energía y vitalidad, mi pasatiempo favorito.

Me dirijo hacia una zona en la cual nunca antes había entrado. La calle esta sola y en penumbras, apenas pueden distinguirse las sombras en la oscuridad; ni un alma en pena ronda por aquí. Me siento en el rincón más oscuro de todos esperando pacientemente algún ser inocente que se cruce en mi camino. Lo malo de penetrar en una zona virgen es que llego con la incertidumbre de no saber si algún alma se atrevería a estar en ella cuando la obscuridad total cala en lo más profundo de tu ser. Espero alrededor de 2 horas, atento a cualquier ruido por más minúsculo que fuese, hasta que escucho caminar por la calle a una mujer baja, de tez blanca, vestida con una playera negra que provocaría a cualquier espectro en busca de placer, una falda rojo sangre, unas medias negras, un pequeño bolso negro y unos tacones rojos que la hacían parecer mucho más alta. Estando lo suficientemente cerca decido pararme y, sin hacer ruido alguno la sigo dos metros; luego, como suelo proceder comúnmente, le doy un golpe casi sordo en la cabeza dejándola inconsciente.


2

Contemplo el amanecer, al mismo tiempo que cierro la puerta y me dirijo a mi hogar; hoy, como todos los días donde hay un alma nueva, va a ser un día atareado.


Después de un estimulante baño y un aperitivo me dispongo a salir de casa. Camino tres calles hasta aquel santuario que me surte de todo lo necesario para completar mi pasatiempo. Habiendo comprado lo indispensable para esta ocasión, me dirijo hacia mi trabajo.
La mecánica nunca ha sido lo mío, pero a través de los años he ido adquiriendo conocimientos y práctica. Afortunadamente no hay más que un pendiente y mis compañeros pueden realizarlo solos. Me marcho sin mucha prisa, porque sé que el alma sigue ahí, y que, aunque despertase, no puede irse.

Al llegar a mi salón de juegos coloco a mi juguete en su lugar y acomodo los accesorios que había comprado. Para cuando ella despierta yo ya estoy vestido para jugar y todo está en su lugar. Espero a que despierte totalmente y luego camino alrededor de ella observando su reacción; parece estar confundida, pero también parece entender todo lo que pasa. Camino un poco más lento de lo habitual, es la primera vez que veo una reacción así en otro jugador y quiero contemplarla un poco; parece estar resignada a morir, no tiene esa manifestación de horror y miedo que suelen tener los demás jugadores. Teniendo bien capturada su expresión en mi memoria me sitúo frente a ella y le hablo.

-Hola, bienvenida a mi juego. Es muy sencillo, y lo que se apuesta no es gran cosa. Si logras ganarme te salvas y te vas a tu casa con tu vida intacta; pero, si yo gano, decido que es lo que  haré contigo.

Espero a que diga algo.

No dice nada ni demuestra sentimiento alguno.

Está resignada a perder.

-Hay solo una regla: haz todo lo que te diga. Si no lo haces pierdes automáticamente y tu alma es mía. ¿Te parece si empezamos ahora?

Y ella, inmóvil.

Esto no me está gustando.

Por más que estoy tratando de conservar la calma, atisbo un ligero escape de estrés; no es de todos los días que mis rivales muestren signos de antipatía con sus almas, que les importen tanto como el césped que pisan al caminar sobre un parque. Las manos comienzan a temblarme y veo correr la primer gota de sudor por mi frente. Necesito controlarme y seguir siendo el competidor dominante que hasta hace pocos segundos había sido.

-¿Acaso estas tan incauta de ti misma que consideras inexistente la posibilidad de perder? –Quiero darle un poco de esperanza.

Lanza una mirada impasible sobre mí.

Debe ser muda, quizá por eso no habla y no puede defender la única posesión que por derecho es suya y que,  ahora, un desconocido con pasatiempos diferentes le quiere arrebatar. No lo sé, estoy perdiendo la cabeza demasiado rápido, jamás un contrincante había actuado tan indiferente desde el principio, claro que lo habían hecho poco antes de perder creyendo que tendría un corto lapso de piedad y, aunque sea, haría de su muerte algo digerible. O quizá. ¡Maldita sea! Los sabuesos me han olfateado y han logrado en ponerme una treta. Si, claro, ella solo es el anzuelo que espera pacíficamente mi primer movimiento en el tablero para vocear a todo pulmón aquella palabra previamente establecida que daría la señal para atraparme con las manos en la masa. Mierda. No puedo dejar que un ser tan mortal e insignificante como cualquier otro me altere así. Ella no es un señuelo y aquellos ineptos policías continúan en el agujero negro que es seguir mi rastro.

-Vamos a hacer esto más personal, – le susurro al oído - ¿Cómo te llamas? – Mi tenue voz resuena por un segundo en la sosegada habitación. Quiero, por lo menos, comprobar que no es muda.

-Clarisa.


3

Otro día por la mañana, ánimas danzando bajo mi ventana cada una en su propio compás y a su único ritmo. Todas las alteraciones del día anterior siguen flotando junto a mí como un recuerdo amargo de una experiencia por olvidar.

Me preparo el desayuno y continúo con mi vida habitual, hoy, rompiendo un poco el esquema, regreso a mi santuario y compro algunos juegos más, si es un contrincante difícil, hay que estar preparados.

Me decido por comprar cosas que son – incluso para mí – un tanto vulgares y carentes de diversión. Salgo de la tienda y me dirijo de nuevo al trabajo, esperando – por primera vez – que haya algo en que ocuparme.

Afortunadamente hay cinco carros en mal estado, todos ellos de una carambola. Ese percance que puso a 5 almas distintas en el mismo lugar a la hora adecuada le dio forma a lo que por mortales corrientes es llamado "tragedia". Es extraño como el estar donde no se debe a la hora equivocada puede conducirte a pasar todo el día en la estación de tránsito o hasta hacerte perder la cabeza.

Llega mi hora habitual de salida y me dirijo a mi salón especial esperando que lo sucedido el día anterior le diera la fuerza suficiente para luchar. Aún tengo presente el sabor que me dejaron las últimas palabras que le dije.

-Te ves algo cansada, y, bueno…para que veas que sigo siendo humano, te dejaré descansar.

Y sin más salí de la habitación.

Detesto dejar que ellos sientan que pueden ganar, que aunque sea por un mínimo instante palpen con su extremo más remoto la emoción de la victoria. Que rueguen, que  gimoteen y que imploren por sus almas casi extintas, que por un momento me hagan sentir que de verdad merecían estar aquí. Jajá, aunque bueno…yo sé que no.

Estoy justo frente a la puerta, una huella de cobardía comienza a marcarse en mis pasos y me dice que me detenga, que la deje morir esperando, con la incertidumbre y la esperanza de ganar. Dejarla morir de hambre y sed podría ser un juego nuevo. ¡No! Eso es peor que su agria actitud. Necesito jugar y demostrar que puedo seguir siendo el superior rival que siempre he sido.

Sin sopesarlo más veces saco la llave y abro la puerta de un solo golpe. Ella sigue ahí con la misma mirada vacía que había tenido ayer, con la misma escases de brío en su ser. Necesito reacciones de súplica, de debilidad, de quebranto, y las necesito ahora.

Sin decir una sola palabra entro a mi cuartel de jugador especial y comienzo a preparar todas las ideas que se cruzan por mi inclemente camino. Si su alma no tiene valor para ella, que –aparentemente- dedica su vida a saciar ánimas indecentes, a llenar con vulgares placeres del inframundo a espíritus depravados, debe irse pronto.


4

Los rayos nacientes del sol emprenden su viaje hasta colarse en mi ventana. Uno de ellos logra acariciar un reducido pedazo de mi piel. No estoy enteramente complacido con el día anterior, tengo el recuerdo de su sangre escurriendo de lo que un día fuese su cuello, la desagradable imagen de esa supresión momentánea dándome vueltas en la cabeza, atormentándome con lo precipitado de mis acciones. A lo mejor me podía haber esperado más, indagado y haberla hecho ser una participante más entusiasmada. Pero era más que claro que quería y debía morir. O tal vez no. Por supuesto que debía morir, en esa tiniebla imponente y con esas prendas incitantes a actos impuros no buscaba nada correcto. Bueno… No. Era otra viciada alma más que imploraba a gritos desaparecer.

Preparo el café cotidiano de los fines de semana, tratando así de calmar las voces en mi interior diciéndome que algo estaba mal. No sé exactamente a que se refieren, si bien no fue mi diversión acostumbrada, logré mi objetivo y libré al mundo de un pecador más. Mientras bebo el café mis ojos se deslizan por la habitación, viendo exactamente lo mismo que he observado desde hace ya varios años… veinte, para ser exactos. Desde que la perra de mi ex mujer me abandonó. Hay un par de sillones algo roídos por el paso del tiempo, pero intactos. No acostumbro tener visitas. Ni siquiera suelo relacionarme con las personas. Aquellos que salen a la luz del día son los más temibles, usan su mejor antifaz y es más difícil distinguir a los indecentes. También hay un librero de madera con tres cajones en el medio y dos puertas abajo, algo abarrotado. Tres fotografías en la pared, una mía con un par de amigos cuando me gradué de la universidad, otra de mis padres frente a la casa donde pasé los peores años de mi vida; y otra de mi hija cuando aún vivía conmigo, tenía escasos dos años. Y luego se fue. Quizá su concepción no estuvo precisamente dentro de los cánones sociales. Fue un fugaz amorío que terminó en, lo que mi ex mujer solía llamar "un pequeño y dulce accidente". Poco antes de su nacimiento su madre y yo decidimos casarnos sencillamente, sin parientes ni cosas ostentosas, y luego vivir juntos. Para como empezaron, las cosas marchaban bien el primer año; pero después, todo cambió y, un día, así sin más, al regresar del trabajo ellas ya no estaban.  Esa arpía con la que decidí casarme dijo a las autoridades que yo era un peligro para ellas dos y me dieron orden de restricción. Esa foto es lo único que me queda de ella, pues al marcharse no solo consiguió esa estúpida orden, si no que cambió sus nombres para que realmente me fuese imposible encontrarlas y borró todo rastro de lo que una vez había sido, de todo vínculo que la condujera a mí. Con el paso de los años dejé de tomarles importancia hasta que se volvieron más un sueño distante que una realidad de años atrás.

No puedo permitir que la alteración de mi pequeño juego me afecte. Así que es hora de prepararme para la siguiente partida.

Planifico el sitio que quiero limpiar y salgo a comprar la careta que me provee de la privacidad que necesito.

No puedo creer que elegir mi próximo personaje me resulte tan difícil; el miedo se ha apoderado de mí nublándome la vista y obstruyendo mis ideas. Es la cosa más absurda del mundo que por esa maldita alma turbia yo esté titubeante.

Me cuesta más de lo normal –bastante- elegir algo nuevo pero igual a las demás de una forma a penas sutil. La sensación de indecisión y la cobardía de no haberme desecho de su cuerpo la noche anterior me induce a una cólera inmoderada que debo apaciguar momentáneamente.

Llego a mi casa y la furia, si acaso, ha desvanecido un poco, pero sigue ahí, latente, esperando un pensamiento instigador que desate a la persona irascible dentro de mí. Justo en la mitad de mi debate mental entre si debo jugar otra vez o darme un descanso, resuena en mi cabeza como un eco constante y nítido aquella voz suave y sin brillo que había extinguido un día atrás. Sentí una Corazonada. ¿Corazonadas? ¿Yo? Jamás las he tenido y no creo que sea momento para hacerles caso.


5

Crepúsculo otra vez, y la corazonada que sentí al medio día sigue subyacente.

Decido sentarme –por primera vez en mucho tiempo- en uno de los sillones gastados de la sala. Sentado ahí, con la mirada inmersa en mis pensamientos y el tiempo siguiendo un curso distinto al mío, la corazonada saltó sobre mí haciéndome dirigir la vista a la fotografía más pequeña en la pared. Mi hija. No. No, no y no. Eso es prácticamente imposible, se fueron para no volver jamás.

Veo abalanzarse sobre mí su voz que rebota constantemente incrementando su fuerza y nitidez cada vez más. Lo sé. Ahora lo sé. Exactamente por eso no pude hacer nada aquel maldito día en el que escuche su nombre. Ya he oído esa voz. Era la misma que tenía mi ex mujer días antes de cambiar por completo y tomar la decisión de separarse de mí y desaparecerme de sus vidas. Observo mejor la foto. No.

Llego a mi salón, cansado, sudoroso y agitado. He corrido todas las cuadras desde mi casa hasta aquí, con la fotografía de mi hija en manos tratando de constatar lo inevitable. Vacilo un poco frente a la puerta, pero es estúpido, lo hecho, hecho está y nada se puede hacer para cambiarlo. Así que me decido a entrar de una buena vez. Al abrir la puerta entro rápido y la cierro despacio –discreción ante todo-, corro  hacía donde yace el cuerpo inerte de… bueno, ella. Acerco la foto a su cara solo para darme cuenta de que era la misma cara inocente que había visto sonreír y llorar frente a mi dos años y luego, en una gastada fotografía otros veinte años más.

¿Qué hacía ahí?

No.

No puede.

¿Cómo? Si ella…

Recapitulo aquella noche donde me apropie de ella, recuerdo haberle visto un pequeño bolso negro. Volteo todo el salón hasta encontrarlo para revisar sus pertenencias y alguna pista de por qué estaba ahí.

Dinero, maquillaje, toallas femeninas, nada que me sirva de… vaya, un celular. Y tiene batería. Tiene varias –bastantes- llamadas perdidas y alrededor de diez mensajes de texto. Las llamadas provienen de números diversos, pero los mensajes son todos de la misma persona que ella había bautizado en su móvil como "Ab. Lari." Si la memoria no me falla, Larissa era el nombre de la madre de, bueno… su abuela. Aunque mi ex mujer no nos presentó jamás, recuerdo que cada vez que decía el nombre de su madre, lo hacía con desprecio. Decido leerlos, podrían darme información.

"Sigo sin entender tu desesperación por ir a buscar a alguien del que tu madre solía hablar con tal aborrecimiento y que, además, ni se dignó en presentar. Pero me tranquiliza que hayas llegado bien. Escríbeme si logras encontrarlo."

"¿Ya lo encontraste? ¿Ya le dijiste lo de tu madre? … Espero que no sigas enojada con ella por haberte ocultado eso durante tanto tiempo, recuerda que no es bueno guardarle rencor a los muertos."

"Clarisa, hace un día que no sé nada de ti. Comunícate en cuanto veas esto."

Y otros ocho más de preocupación y amenazas para que se comunicase con ella.

No.

Esto no.

No se puede porque…

Imposible.

¿Ella?

La cabeza comienza a darme vueltas, siento como por segunda vez se comienza a quebrantar mi ser.

Las ideas sobre qué hacer y qué no hacer comienzan a emerger de todos lados y se amontonan unas sobre otras.

Debía deshacerme de ella, pero no de la misma manera que de los demás. Oh claro que no. Desconozco el porqué de su vestimenta tan… impúdica e inmoral, pero en algún momento fue mi hija, y solo por eso merece un trato especial.


6

Domingo temprano, la sensación de pesadez que tuve toda la semana ha desaparecido casi por completo.

Me preparo el habitual café de los fines de semana y enciendo el televisor para ver las noticias. Pasan dos noticias vagas, vanas, y luego… lo que había esperado.

"Encuentran cadáver decapitado de una joven de aproximadamente 22 o 23 años en un terreno baldío, encima de lo que parecen ser una cantidad alarmante de restos humanos. Se presume rivalidad de bandas o un posible asesino serial. La policía no ha hecho declaraciones aún sobre eso.

El cadáver fue hallado bien vestido y arreglado, según los forenses fue post-mortem. También tenía una rosa en una mano y fue delicadamente colocado en un ataúd improvisado. Los investigadores relacionan este hecho con algún parentesco entre el asesino y la víctima.

No hay señales de agresiones sexuales ni de violencia extrema en el cadáver de la joven, solo ataduras en manos, pies y una ligera contusión. Al parecer tiene alrededor de 2 días de haber fallecido. Les estaremos informando."


7

Ha pasado un mes desde que dejé a mi hija en aquel terreno elegido al azar. La policía ya alertó a la ciudad sobre un "despiadado asesino" que, según ellos, están por encontrar. Las personas comenzaron a hacer campañas –inútiles- para atraparme, condenando mis actos sin saber que por mí hay menos almas pecaminosas en el mundo. Me consideran un desquiciado por haber matado a alguien con quien tenía "fuertes nexos sentimentales" -¿Y ya me van a atrapar eh?- .Y quien puede, me condena públicamente o frente a un grupo de gente en alguna reunión solo para enmascararse y esconder esa alma corrompida con la que cargan.

No creo que logren atraparme, si, saben que fui yo, sin embargo,  no saben quién soy, en donde estoy, y mucho menos conocen mi apariencia, después de todo, no es tan difícil engañar a las autoridades.

Hoy, que las aguas están más calmadas y la gente comienza a caminar más despreocupada. Quiero jugar otra vez.
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Comments: 1

rose-sombre [2011-12-03 17:07:50 +0000 UTC]

ok...este comentario es de parte de un amigo (osea que no es mio ¬¬) que no tiene cuenta pero que aun asi quiere dejar su opinion sobre mi trabajo (yeiiii eso me hace sentir bien! jajaja) y pues bueno...aqui esta:

"Perfecto!!! una historia que te envuelve que te hace pensar, que te hace imaginar y que te hace ver un lado algo oscuro de tu ser, ¿pero que serian tus escritos si no les pones un pedazito de tu alma? me encanto completamente mi querida Brendx (: poco a poco te veo crecer y me agrada que seas cada vez mejor.."

att: Victor

Gracias viic !!

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