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Durante toda la explosión del “retro rock”, fuimos testigos del surgimiento de bandas de todo el mundo (Australia, Suecia, Nueva York, Detroit, etc.); sin embargo, el Reino Unido permaneció silencioso durante un periodo considerable de tiempo; desde el surgimiento de Coldplay, no había saltado al mainstream una banda que causara furor (The Coral y The Music ganaron cierta exposición, pero ello no se tradujo necesariamente en un gran número de seguidores).

Esa falta de grupos emblemáticos causó un problema hasta para la prensa musical británica, acostumbrada a tener siempre un movimiento con bandas que si no trascendían sus fronteras aunque fuera a nivel modesto, por lo menos sí arrasaban localmente.

Fue en ese clima de tensa calma, que a mediados del 2003 un grupo con base en Glasgow, Escocia, empezó a generar interés, siendo etiquetados prematuramente como la respuesta británica a Interpol: el cuarteto conocido colectivamente como Franz Ferdinand, nombre copiado al archiduque cuyo asesinato encendió la mecha de la Primera Guerra Mundial (hecho del cual hablan en su canción “All for you Sophia”).

La agrupación casi podría llamarse paneuropea: Alex Kapranos, voz principal y guitarra, es hijo de padre griego; Nick McCarthy, guitarra, teclados y coros, vivió un tiempo en Alemania; Bob Hardy, pintor y bajista (en orden de importancia) es inglés; y Paul Thomson nació en la capital de Escocia.

Al sacar un sencillo exitoso para los estándares de un grupo indie, el dinámico “Darts of pleasure” (con una divertida coda de himno de fiesta germana), la tendencia del grupo parecía ser art-pop, con canciones que daban mucha importancia a los teclados como los lados B “Van Tango” y “Shopping for blood”. Sin embargo, al lanzar su primer LP con el nombre de la banda, dicha tendencia se revirtió para poder definirse aproximadamente como una cruza del indie rock de principios de los 80’s y el dance.

Muestra palpable de ello son el segundo y tercero sencillos: “Take me out”, cuya primera parte en forma de rock de garage, irresponsablemente cercenada por algunos programadores, da paso a una de las más deliciosas combinaciones a base de tres notas hechas en los últimos años, sustentada en el ritmo machacante de la batería y el bajo, unidos en un beat que causó furor en las discos indie británicas; y “The dark of the matinée”, con un paso tal vez menos bailable que el de su predecesora, pero un coro todavía más pegajoso, si acaso es posible, y un interludio jazzístico que sirven a Kapranos para invitar al escucha a escapar la “fábrica académica”.

Hasta aquí es fácil reconocer las guitarras de Gang Of Four o los compases de Wire, pero la presencia de los Talking Heads, circa su disco “Remain in light”, puede percibirse no sólo en “This fire", sino en todo el disco en general, con la curiosa mezcla de elementos que generan rolas con más melodía que armonía, pero aún así se tararean en un semáforo.

Un elemento más que maneja bien Franz Ferdinand son las atmósferas, que hacen favoritas del público en los conciertos a “Auf acshe”, “Come on home” y “40 feet”, que se apoyan en teclados para transmitir un sentimiento decadente que a veces borda en lo tétrico.

Sentimiento que se refuerza por las letras de Kapranos, donde con personajes que incluso tienen nombre (Jacqueline, Ivor, Terry Wogan, Bob, Gregor) nos habla del rechazo de la juventud a la madurez: “And how in return of the gaze / She can return you the face / That you are staring from”, y de infidelidades: en “Tell her tonight” Kapranos y coros nos dicen “I only kissed her lips but she saw it”, no se diga del título por demás elocuente “Cheating on you”.

Armados con un cocktail perfecto de guitarras y baile, frases y riffs que no se pueden desalojar de la cabeza y una pizca de inteligencia y mordacidad en su mensaje, Franz Ferdinand constituyen la punta de lanza ideal para el surgimiento de una nueva ola británica... tan perfecta que todavía no aparece quién dé también un paso decisivo al frente y suba al vagón.

9/10.

© 2004

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Durante toda la explosión del “retro rock”, fuimos testigos del surgimiento de bandas de todo el mundo (Australia, Suecia, Nueva York, Detroit, etc.); sin embargo, el Reino Unido permaneció silencioso durante un periodo considerable de tiempo; desde el surgimiento de Coldplay, no había saltado al mainstream una banda que causara furor (The Coral y The Music ganaron cierta exposición, pero ello no se tradujo necesariamente en un gran número de seguidores).

Esa falta de grupos emblemáticos causó un problema hasta para la prensa musical británica, acostumbrada a tener siempre un movimiento con bandas que si no trascendían sus fronteras aunque fuera a nivel modesto, por lo menos sí arrasaban localmente.

Fue en ese clima de tensa calma, que a mediados del 2003 un grupo con base en Glasgow, Escocia, empezó a generar interés, siendo etiquetados prematuramente como la respuesta británica a Interpol: el cuarteto conocido colectivamente como Franz Ferdinand, nombre copiado al archiduque cuyo asesinato encendió la mecha de la Primera Guerra Mundial (hecho del cual hablan en su canción “All for you Sophia”).

La agrupación casi podría llamarse paneuropea: Alex Kapranos, voz principal y guitarra, es hijo de padre griego; Nick McCarthy, guitarra, teclados y coros, vivió un tiempo en Alemania; Bob Hardy, pintor y bajista (en orden de importancia) es inglés; y Paul Thomson nació en la capital de Escocia.

Al sacar un sencillo exitoso para los estándares de un grupo indie, el dinámico “Darts of pleasure” (con una divertida coda de himno de fiesta germana), la tendencia del grupo parecía ser art-pop, con canciones que daban mucha importancia a los teclados como los lados B “Van Tango” y “Shopping for blood”. Sin embargo, al lanzar su primer LP con el nombre de la banda, dicha tendencia se revirtió para poder definirse aproximadamente como una cruza del indie rock de principios de los 80’s y el dance.

Muestra palpable de ello son el segundo y tercero sencillos: “Take me out”, cuya primera parte en forma de rock de garage, irresponsablemente cercenada por algunos programadores, da paso a una de las más deliciosas combinaciones a base de tres notas hechas en los últimos años, sustentada en el ritmo machacante de la batería y el bajo, unidos en un beat que causó furor en las discos indie británicas; y “The dark of the matinée”, con un paso tal vez menos bailable que el de su predecesora, pero un coro todavía más pegajoso, si acaso es posible, y un interludio jazzístico que sirven a Kapranos para invitar al escucha a escapar la “fábrica académica”.

Hasta aquí es fácil reconocer las guitarras de Gang Of Four o los compases de Wire, pero la presencia de los Talking Heads, circa su disco “Remain in light”, puede percibirse no sólo en “This fire", sino en todo el disco en general, con la curiosa mezcla de elementos que generan rolas con más melodía que armonía, pero aún así se tararean en un semáforo.

Un elemento más que maneja bien Franz Ferdinand son las atmósferas, que hacen favoritas del público en los conciertos a “Auf acshe”, “Come on home” y “40 feet”, que se apoyan en teclados para transmitir un sentimiento decadente que a veces borda en lo tétrico.

Sentimiento que se refuerza por las letras de Kapranos, donde con personajes que incluso tienen nombre (Jacqueline, Ivor, Terry Wogan, Bob, Gregor) nos habla del rechazo de la juventud a la madurez: “And how in return of the gaze / She can return you the face / That you are staring from”, y de infidelidades: en “Tell her tonight” Kapranos y coros nos dicen “I only kissed her lips but she saw it”, no se diga del título por demás elocuente “Cheating on you”.

Armados con un cocktail perfecto de guitarras y baile, frases y riffs que no se pueden desalojar de la cabeza y una pizca de inteligencia y mordacidad en su mensaje, Franz Ferdinand constituyen la punta de lanza ideal para el surgimiento de una nueva ola británica... tan perfecta que todavía no aparece quién dé también un paso decisivo al frente y suba al vagón.

9/10.

© 2004