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rushv — LA BALADA DE LOS DON NADIE
Published: 2005-04-02 20:38:25 +0000 UTC; Views: 304; Favourites: 0; Downloads: 14
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Description Norteamérica como escucha, en su conjunto, es bastante veleidosa y en ocasiones hasta corriente; cierto es que para muchos artistas y agrupaciones que se apoderan de la conciencia colectiva del Reino Unido y Europa les resulta punto menos que imposible abrirse camino en los USA, lo que a veces puede acreditarse al hecho de que las propuestas son pues... demasiado british (The Stone Roses, Blur, Manic Street Preachers).

Sin embargo, hay ocasiones en las que los estadounidenses melófilos (y América toda con ellos) cometen pecado capital al desconocer cierta música creada allende el Atlántico, tan universal por su calidad como por su contenido que no debería tener más barreras que los hoyos en los bolsillos de los consumidores, y The Smiths constituyen un ejemplo por antonomasia de esa desafortunada tendencia (el autor debe confesar que a pesar de escuchar rock en inglés desde la infancia, fue hasta hace 4 años que se acercó a la obra de los susodichos), pues debieran estar en la misma liga que íconos como Elvis Presley, The Beatles, The Rolling Stones y U2 (por citar algunos ejemplos), y no sólo por haber reinado en el estéril panorama del rock pop británico de los años 80, al grado de terminar con la ola de new wave representada por Duran Duran, Spandau Ballet et al, devolviendo a la guitarra el papel de instrumento central del rock.

A diferencia de otros casos, la conformación de la banda no fue totalmente obra de la casualidad: John Maher, mejor conocido como Johnny Marr, era un joven guitarrista de Manchester, nacido en 1963, quien desde los 16 años ya tenía tablas como miembro de grupos de rock, pero que después de varios intentos por trascender, tuvo que armarse de valor para cierto día de 1982 (inspirado por la manera en que se conocieron Leiber y Stoller, compositores entre otras de “Jailhouse rock”), presentarse personalmente en la casa de una celebridad local en el submundo musical de la ciudad: Stephen Patrick Morrisey, identificado únicamente por su apellido, quien llegó al mundo en 1959 para convertirse en escritor prolífico de cartas a revistas musicales, autor de una pequeña biografía de los New York Dolls, cantante de alguno que otro proyecto modesto, y junto con Marr, miembro de la sociedad que fue catalogada como el mejor par de compositores desde Lennon/McCartney (aunque Marr se encargaría únicamente de la música y Morrisey de las letras).

Antes de que concluyera el año su grupo ya tenía nombre (el más ordinario y sencillo que se le pudo ocurrir a Morrisey), ya habían grabado demos, dado conciertos, y completado la banda con Mike Joyce en las percusiones (quien curiosamente después sería el primer baterista que tuvo Suede) y Andy Rourke, amigo y compañero en la escuela de Marr, tocando el bajo; la suerte estuvo echada en 1983, cuando la banda firmó con el sello Rough Trade, publicando algunos sencillos y finalmente, en febrero de 1984, su estreno discográfico nombrado como la banda.

Siendo ya desde este primer disco que casi todas las características más importantes de The Smiths ya estaban plenamente desarrolladas: la versatilidad y eficacia de Mike Joyce, que se amolda a cualquier exigencia de los compositores y que sin robarse el show tiene la misma preeminencia que la lira; lo que también se puede decir del bajeo de Andy Rourke, quien no sólo contribuía a las canciones con el ritmo, sino además con la melodía, gracias a la producción que permitía que siempre se escucharan claramente las notas de Rourke; Marr, por el contrario, ya domina la creación de tonadas de estructuras únicas y sensibilidad sórdida, pero es hasta tiempo después que conseguirá crear un estilo propio.

Morrisey siempre ha sido punto y aparte; uno de los frontmans más atípico que ha habido en la historia del rock, salía a los escenarios de los conciertos con gladiolos en las bolsas traseras del pantalón; utilizaba un aparato para la escucha, en apoyo a una fanática que se sentía ridícula por utilizar uno de ellos; desató escándalos por supuestas referencias a pedofilia, racismo y homosexualidad en sus letras, pero desarmaba a sus críticos afirmando que vivía en el celibato; habilísimo para las relaciones públicas, polarizó a propósito las opiniones respecto de él mismo, para volverse objeto de adoración, y tuvo una relación simbiótica con el semanario inglés NME como la propia revista reconoce que nunca había tenido, al grado de nombrar a The Smiths el grupo más importante para la publicación en sus primeros 50 años de existencia; rechazaba las drogas y el alcohol, y era vegetariano; culto como pocos, sin ser tan pretencioso como por ejemplo Jim Morrison, lee a Oscar Wilde, cita líneas de libros y películas de arte en sus canciones, y hace referencia a poetas como Keats y a Yeats, escribiendo letras que en ocasiones bordean lo poético, como “End of the pier, end of the bay/You tug my arm and say/Give in to lust, give up to lust/Oh heaven knows we’ll soon be dust”.

Sin embargo, el grupo como conjunto no estuvo exento de turbulencias, pues Andy Rourke fue despedido temporalmente en alguna ocasión, por su adicción a la heroína; en el ínter, Craig Gannon fue llamado para sustituirlo, y cuando Rourke regresó Gannon fue retenido como guitarra rítmica por un tiempo (concretamente durante la era del magistral LP “The queen is dead”), para finalmente ser despedido.

También fueron enfrentados contra la prensa amarillista, por las posturas de Morrisey tan bien definidas, como por ejemplo la vez que se negó a participar en el concierto benéfico contra el hambre en Etiopía “Live Aid”, toda vez que según Stephen, era un evento encaminado a que la clase media resolviera los problemas de las clases bajas, generados por las clases altas.

De la misma manera que otras grandes bandas, The Smiths se deshicieron por diferencias personales de las personalidades principales; “Moz” (como también se le conoce a Morrisey) estaba cada vez más obsesionado con su ego y con la música pop de los 60s, mientras que Marr trataba de ampliar su horizonte musical (colaboró con los Talking Heads y en su era post-Smith formó el supergrupo pop “Electronic” junto a Bernard Summer de Joy Division/New Order y Neil Tennant de los Pet Shop Boys). Así, los rumores de una inminente separación en 1987 fueron recogidos por la NME, al grado que su número del 1 de agosto tenía como encabezado de su sección de noticias “Los Smiths se separan”; Marr y Morrisey lo negaron, pero el hecho de que nunca se comunicaron entre sí para demostrar algún interés de reconciliarse demuestra que la revista no era responsable de la separación de la banda, sino que únicamente la aceleró.

De una forma u otra todos siguieron sus carreras; Moz con una carrera solista que en este año ha ganado nuevo impulso con su disco “You are the quarry”; Marr, además de lo ya mencionado, se convirtió en guitarrista de sesión y ha sacado algunos discos desapercibidos; Rourke ayudó a Morrisey en algunas canciones de su nueva etapa, Joyce con su breve paso en Suede, y los pilares de la base rítmica demandaron a los compositores (que célebremente querían hacer contratos “de palabra”), obteniendo sustanciosas compensaciones.

The Smiths sólo grabaron 4 LPs en forma: “The Smiths”, del que vale la pena destacar “Reel around the fountain”, por su delicadeza pianística y la interpretación de Morrisey; “Hand in glove”, primer sencillo; “Pretty girls make graves”, primera muestra de misoginia del cantante; y “This charming man”, retomada hasta cierto punto por Interpol en su canción “Say hello to the angels”.

El disco menos afortunado puede considerarse “Meat is murder”, que de cualquier manera contiene joyas como “That joke isn’t funny anymore” y “How soon is now?”, al cual es bastante fiel el decente cover de T.A.T.U.

Es hasta “The queen is dead” (1986) que The Smiths dan en la diana y crean una obra atemporal, que contiene su canción más famosa y la mejor para empezar a conocer su obra, “There is a light that never goes out”; en “Cemetry gates” y “The boy with the thorn in his side” Marr se muestra en plenitud generando melodías pop intrincadas e irresistibles, creando finalmente su propio estilo; “Bigmouth strikes again” es una autocrítica de Moz, y “I know it’s over” es una sentidísima balada.

El canto de cisne “Strangeways, here we come” (1987) es una excelente obra final, con piezas como “Girlfriend in a coma”, con un título elocuente que contrasta con una tonada alegre, y “Last night I dreamt that somebody loved me”, una más de las canciones de soledad y angustia contagiosas.

Pero la obra de The Smiths no termina ahí, pues lanzaron infinidad de EPs y sencillos con lados B memorables, como “Oscillate wildly”, “The draize train”, “Shoplifters of the world unite”, “Panic” y “Ask”, parte del testamento para las futuras generaciones de EL grupo inglés de la década de los 80s, que con la inteligencia poética de Morrisey y las artesanías musicales de Marr devolvieron las guitarras al rock... como debe ser.

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