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Los artistas independientes surgen ocasionalmente en condiciones extrañas, totalmente ajenas a su esencia, y tal es el caso de Interpol: sin deberla ni temerla, fueron incluidos como parte del movimiento del retro rock, igualándolos a bandas con las que no tienen mucho en común, pues en lugar de venerar al rock de garage la Policía Internacional registra notas extraídas del post-punk, de la misma manera que otros grupos nativos de la misma ciudad, Nueva York, como stellastarr* o Calla.

Interpol es un caso más de banda estudiantil; alrededor de 1998, el guitarrista Daniel Kessler de la Universidad de Nueva York y el baterista Greg Drudy serían la simiente de la agrupación, aunque Kessler sería la bisagra común pues las cosas empezaron a tomar forma cuando intrigado por la manera de vestir de su compañero de clase Carlos D (nacido Dengler), Daniel se le acercó y lo invitó a su grupo, y siendo el único que tenía conocimientos teóricos de música, fue fácil para Carlos dejar la guitarra para tocar el bajo y los teclados. Tiempo después, en un golpe de suerte Kessler se encontró en la ciudad a Paul Banks, guitarrista y vocalista que había conocido en Francia; y el último movimiento en el grupo ocurrió cuando Drudy dejó vacante el asiento detrás de la batería, que sería ocupado por Sam Fogarino, a quien Kessler conocía de la tienda de discos donde Sam trabajaba.

En pocos lugares es tan cierta la máxima “nadie es profeta en su propia tierra” como en Estados Unidos, pues Interpol empezó a ganar su reputación en el Reino Unido, apareciendo en un par de compilaciones independientes y en un famoso programa de radio, las sesiones de John Peel; con ese renombre, la famosa disquera independiente estadounidense Matador Records ganó la guerra por firmar a Interpol, y fue bajo ese sello que lanzaron al mercado en agosto del 2002 su ópera prima, “Turn on the bright lights”, donde inmerecidamente se ganaron comparaciones con Joy Division, tan sólo por el hecho de que las vocalizaciones de Banks tenían un tono parecido al del malogrado Ian Curtis; no obstante, las comparaciones terminaban ahí pues en el debut de Interpol se permeaban otras bandas del movimiento post-punk como Echo & The Bunnymen, The Smiths, los indie The Afghan Whigs y sobre todo The Chameleons en la época de su disco “Script of the bridge”.

Con su segundo álbum, “Antics”, lanzado a la venta a finales de septiembre de este año, Interpol evita irse por la libre y sacrifica la gratificación casi instantánea por canciones que son más honestas y menos fáciles de digerir que las de su predecesor, pues no está tan plagado de ritmos acelerados o riffs de guitarra memorables como en su momento lo fueron “PDA” u “Obstacle 1” del primer disco, estilo que es conservado sólo por el primer sencillo de “Antics”, llamado “Slow hands”.

Por el contrario, en la misma línea de “Hands away" y “Stella was a diver and she was always down”, el grupo se decanta por piezas que se componen de minisecciones atmosféricas, en buena medida gracias a los arreglos de teclados de Carlos D, rayando casi en lo etéreo de no ser por la firme sección rítmica de Dengler y Fogarino, casi relegando a las guitarras de Kessler y Banks a segundo plano, mezcla que es bastante notoria en el inicio de “Not even jail”.

“Next exit” es el soul interpretado por Interpol; “Narc” es una puesta al día de “Ghost song” de The Doors interpretada por los ya mencionados The Chameleons; “Take you on a cruise” merece mención especial por los cambios que atraviesa la canción, aparte de que Banks encuentra un estilo propio para interpretar; y “A time to be so small” es regrabada del EP “Precipitate”, haciendo a un lado los ecos de la original para ganar fuerza y dramatismo.

Siendo honestos, “Antics” nunca ocupará un lugar alto en los charts pues carece casi totalmente de la accesibilidad del pop, en aras de una obra cohesionada y coherente con el objetivo de una evolución musical, que recompensa al escucha mientras más veces presione play.

9/10

© 2004

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Los artistas independientes surgen ocasionalmente en condiciones extrañas, totalmente ajenas a su esencia, y tal es el caso de Interpol: sin deberla ni temerla, fueron incluidos como parte del movimiento del retro rock, igualándolos a bandas con las que no tienen mucho en común, pues en lugar de venerar al rock de garage la Policía Internacional registra notas extraídas del post-punk, de la misma manera que otros grupos nativos de la misma ciudad, Nueva York, como stellastarr* o Calla.

Interpol es un caso más de banda estudiantil; alrededor de 1998, el guitarrista Daniel Kessler de la Universidad de Nueva York y el baterista Greg Drudy serían la simiente de la agrupación, aunque Kessler sería la bisagra común pues las cosas empezaron a tomar forma cuando intrigado por la manera de vestir de su compañero de clase Carlos D (nacido Dengler), Daniel se le acercó y lo invitó a su grupo, y siendo el único que tenía conocimientos teóricos de música, fue fácil para Carlos dejar la guitarra para tocar el bajo y los teclados. Tiempo después, en un golpe de suerte Kessler se encontró en la ciudad a Paul Banks, guitarrista y vocalista que había conocido en Francia; y el último movimiento en el grupo ocurrió cuando Drudy dejó vacante el asiento detrás de la batería, que sería ocupado por Sam Fogarino, a quien Kessler conocía de la tienda de discos donde Sam trabajaba.

En pocos lugares es tan cierta la máxima “nadie es profeta en su propia tierra” como en Estados Unidos, pues Interpol empezó a ganar su reputación en el Reino Unido, apareciendo en un par de compilaciones independientes y en un famoso programa de radio, las sesiones de John Peel; con ese renombre, la famosa disquera independiente estadounidense Matador Records ganó la guerra por firmar a Interpol, y fue bajo ese sello que lanzaron al mercado en agosto del 2002 su ópera prima, “Turn on the bright lights”, donde inmerecidamente se ganaron comparaciones con Joy Division, tan sólo por el hecho de que las vocalizaciones de Banks tenían un tono parecido al del malogrado Ian Curtis; no obstante, las comparaciones terminaban ahí pues en el debut de Interpol se permeaban otras bandas del movimiento post-punk como Echo & The Bunnymen, The Smiths, los indie The Afghan Whigs y sobre todo The Chameleons en la época de su disco “Script of the bridge”.

Con su segundo álbum, “Antics”, lanzado a la venta a finales de septiembre de este año, Interpol evita irse por la libre y sacrifica la gratificación casi instantánea por canciones que son más honestas y menos fáciles de digerir que las de su predecesor, pues no está tan plagado de ritmos acelerados o riffs de guitarra memorables como en su momento lo fueron “PDA” u “Obstacle 1” del primer disco, estilo que es conservado sólo por el primer sencillo de “Antics”, llamado “Slow hands”.

Por el contrario, en la misma línea de “Hands away" y “Stella was a diver and she was always down”, el grupo se decanta por piezas que se componen de minisecciones atmosféricas, en buena medida gracias a los arreglos de teclados de Carlos D, rayando casi en lo etéreo de no ser por la firme sección rítmica de Dengler y Fogarino, casi relegando a las guitarras de Kessler y Banks a segundo plano, mezcla que es bastante notoria en el inicio de “Not even jail”.

“Next exit” es el soul interpretado por Interpol; “Narc” es una puesta al día de “Ghost song” de The Doors interpretada por los ya mencionados The Chameleons; “Take you on a cruise” merece mención especial por los cambios que atraviesa la canción, aparte de que Banks encuentra un estilo propio para interpretar; y “A time to be so small” es regrabada del EP “Precipitate”, haciendo a un lado los ecos de la original para ganar fuerza y dramatismo.

Siendo honestos, “Antics” nunca ocupará un lugar alto en los charts pues carece casi totalmente de la accesibilidad del pop, en aras de una obra cohesionada y coherente con el objetivo de una evolución musical, que recompensa al escucha mientras más veces presione play.

9/10

© 2004