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cacochia — caer
Published: 2011-12-20 04:20:24 +0000 UTC; Views: 234; Favourites: 0; Downloads: 2
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Description Tuve la sensación de que podía caer dentro de aquellos ojos.

El dolor de cabeza era abrumador. Esa frase daba vueltas en mi cabeza una y otra vez, la leí en algún lado, no lo recuerdo. Ahora no importa de dónde salió, los ojos están frente a mi y me comen a grandes bocanadas.

No se apure mi niño, no hay nada en la oscuridad, no hay nada tampoco en el jardín, ni en el cuarto del fondo, nomás estamos usté y yo, míreme, deje de temblar y míreme.

Desperté sudando, la cama húmeda y revuelta, el sol se salió de mi ventana, muy arriba, qué hora era, qué día era, qué mundo es este. Muy tarde para ir a trabajar, una vez más, otro trabajo que se diluye entre mis desvelos eternos y mis pesados despertares. Dormir es tan difícil, tan peligroso, tan necesario.

Son esos ruidos, los escuchas, como una rata subiendo por la pared, desde el sótano, se arrastra por toda la casa, dentro de la pared siempre, viene a dónde yo estoy, se mueve conmigo, ¿no los escuchas? Ahí está de nuevo, cómo es posible que no lo escuches, juegas con esto, como si no fuera importante, como si estuviera mintiendo, como si estuviera loco. Escucha…

El sol frío y cenizo parece haberse detenido. Dejé el coche hace muchas cuadras, mis piernas toscas y desacostumbradas empiezan a sentir ese hormigueo que de algún modo les recuerda que siguen ahí, casi olvidadas. Camino y la calle se va reconociendo de a trozos en mis ojos, en mi nariz, en mis oídos, tan poco ha cambiado desde hace tanto. Camino lento, sin querer de verdad llegar,  volteó hacia el callejón, esperando encontrar a los amigos y el balón, las tardes, las rodillas raspadas y los rostros sudorosos, una tienda de licores se erige desde la portería de piedras y me devuelve de golpe todos los años de ausencia. Ni siquiera lo echo de menos. Siempre tenía que volver, me esperaba siempre, justo pasando la puerta. Ya no es, me repito, mientras sigo caminando, más lento si se puede.

Mire mi niño, sus papás están muy preocupados, usté no debería hacerles eso, ellos siempre están viendo por usté, ya ni siquiera se van a sus viajes que tanto les gustan, ya mejor ni les diga nada, mire nomás a su mamacita, a veces ni duerme nomás de estarlo velando, y usté que no sale de su sueño y sus figuraciones, no hay nada en estas paredes, ni metido en las lámparas de la cocina, yo misma hago su cama todos los días, y nunca he visto esas manchas que dice que están, no hay nada mi niño, míreme bien, deje de temblar y quédese aquí, quietecito.

El café de la cuadra sigue abierto, las mismas puertas de dos sentidos, el mismo rótulo envejecido, ya era viejo entonces, nunca entraba aquí más que para dar algún recado a mi padre, el aire cargado de tabaco y los tangos que nunca supe de dónde salían, de alguna manera era como entrar a una biblioteca, un lugar lleno de conocimiento que no comprendía, que me atraía y me repelía. Me sentaba a menudo un rato en el quicio de afuera a aspirar el aroma impregnado a mi suéter, era como si ya fuera mayor, como si volviera a casa siéndolo y todas esas cosas que esperaban al niño ya no lo fueran a encontrar.

De dónde salió pues usted, a mi como que se me hace que lo conozco. Yo vivía por aquí, hace mucho. Por dónde mero. Aquí a tres cuadras, en la casa grande. ¡Aaah! No me diga que es usted el chamaco llorón de los cuentos. Si, ese mismo. Discúlpeme, no debí haberlo llamado así, pero usted sabe, los recuerdos se vienen de repente y se salen por la boca antes que uno pueda ponerles educación, pero no es ningún pretexto, mírese ahora, es un hombre derecho y fornido, no debería yo andar sacando esas cosas que ya nadie se acuerda. Yo me acuerdo, no se apure, su café sigue oliendo a la misma rata vieja que olía hace todos esos años. Jajajaja, mire que ya se le quitó lo callado de cuando chiquillo. Le sirvo una rebanada de pastel, ándele, es cortesía de la casa, siéntase usted bienvenido en esta humilde ratonera, su padre era aquí muy apreciado. La alegría en su rostro era genuina, no hay duda, yo no puedo decir lo mismo de mi sonrisa, sentirme abrigado por estos muros manchados de alcohol y tabaco y café me dejan bien claro que todo esto existe, que no son recuerdos fabricados por mi mente de niño, estoy aquí de nuevo, empezando a temblar y todos los años de aprendizaje de la ciencia del hombre, mis estudios y una sólida formación científica erigida para demostrar la falsedad de mis propios delirios empieza a desmoronarse por un vago olor a whisky y el ocre de la tarde que pinta las ventanas.

Ya no se apure mi niño, ya verá que mañana amanece y usté sigue enterito en su cama, con sus piernitas y sus ojitos tan rechulos donde mismo, nadie le va a hacer nada, yo lo voy a ver siempre y usté va a poder abrir sus ojos y mirarme si siente cualquier cosa mala, ya le dije, estése tranquilo y nada le va a pasar, ya vio que fuimos hasta la huerta y no hay nada allá, nomás usté y yo caminando sobre las hojas ruidosas y amarillas, ya no le voy a dar de cenar más que galletas y leche, yo creo la comida en la noche le hace tener esas visiones que se le ocurren, acuéstese ándele, míreme bien y acuérdese que aquí no hay nada que le valla a hacer algo, nomás estamos usté y yo.

Salgo después del vigésimo café, no encuentro más pretextos para demorar esto, la noche ya cerró sobre la calle, es tarde, pienso, debería volver otro día antes de oscurecer, no es educado llamar a una casa desconocida a estas horas. Pero no es una casa desconocida, aunque la gente que la habité sea otra, aunque los años hallan quitado de la puerta la placa con el mis apellidos, sigue siendo mi casa y pasé el punto sin retorno desde que desperté y sin proponérmelo me encaminé hacia acá. Ya desapareció el temblor en mis piernas, la flacidez desagradable de mis brazos, ahora tengo una tabla la espalda y piedras en el cuello, incluso siento la rigidez de mi sexo, es incluso más incómodo que cuando temblaba. Toco la puerta y no espero mucho. Hola.

Hola mi niño! Pues dónde andabas todo este tiempo, mira nomás como vienes, estuviste llorando, quién te maltrató esta vez, y yo aquí sentada espérete y espérete, ya sabía que tenias que volver en cualquier rato, pásate ándale, ahorita caliento el chocolate que preparé hace rato, ya sabía yo que no tardabas, siéntate aquí silencito, ya estás conmigo otra vez, ya nomás nos quedamos tu y yo otra vez, ya no hay nada que te pase.

Hace cuántos años de eso. Más o menos unos 25 señora, aquí pasé toda mi primaria y ya después tuvimos que vender la casa por el trabajo de mi padre, nos fuimos a la ciudad y desde entonces no había vuelto. Ha de ser muy bonito para ti ver otra vez los rincones de esta casa, tantos buenos recuerdos que debes de tener, aunque supongo que ahora es muy diferente. Si, se ve mucho más pequeña de lo que recuerdo, y hay tantas cosas que son diferentes, pero en si, la casa sigue siendo la misma. No, ya no hay ninguna huerta, cuando compramos hace unos cinco años ya estaba ahí la alberca y el quiosco, sólo queda un durazno que dicen que es de cuando estaba la huerta, ¿quiere pasar a verlo?.

Mire mi niño, siéntese aquí al pie del durazno y no se aflija de nada, yo estoy aquí para cuidarlo, ya le dije que no hay nada colgado de las ramas, cómo le tiembla su carita, hasta me zarandea las manos, quítese esas lagrimotas y míreme derechito, ya ve como yo no tengo miedo y estos ojos míos lo ven todo por aquí, no hay nada que le haga daño, nomás estamos usté y yo.

El gusto fue mío joven, y ya sabe, siempre que quiera venir a acordarse un rato de sus días de niño, yo encantada de recibirlo, ya mis hijos crecieron y se fueron y no tengo muchas visitas, ya ve que esta sigue siendo su casa, tan tranquila y apacible como cuando la dejó hace tanto año.

Camino de vuelta al auto pensado en esos dos adjetivos. Tranquila y apacible, no encuentro mejor manera de describirla. Mis miedos de toda la vida se amontonan y se confunden en una vorágine de incertidumbres, indudablemente estaba en la casa, nunca sucedió fuera de ella, estaba en las paredes y en la huerta, en el sótano y en la cocina, en el armario y en mi cama, en las lámparas, en el pasillo de la entrada, en la bodega de la comida, siempre esperándome, nunca fuera de la casa. Me lleno de cobijas y me doy vueltas en mi insomnio, ni siquiera sé cómo regresé al departamento, ¿ya puedo dormir entonces? Cierro los ojos cargados de café y me quedo en silencio, así, calladito, ya ve mi niño, que le cuesta, ya no se apure, míreme bien, nomás estamos usté y yo, no hay nada más.
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Comments: 3

EleoG [2012-01-27 02:50:54 +0000 UTC]

Excelente....

me gusto mucho esta frase ---> "Dormir es tan difícil, tan peligroso, tan necesario."

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cacochia In reply to EleoG [2012-02-24 01:04:50 +0000 UTC]

gracias por pasarte siempre a leerme

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EleoG In reply to cacochia [2012-04-07 02:40:04 +0000 UTC]

De nada, me gusta tu estilo, aún tengo muchas cosas pendientes qué leer ....

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