HOME | DD

Description
Ésta es la historia dentro de la historia, y no por eso será más o menos importante. Es más bien un paralelo... no, un antes y un después...no, bueno da igual y he aquí que, aunque no quisiera decirlo, lo que están a punto de leer es mi historia. Un tipo normal con algunas ambiciones, altos y bajos, como muchos hoy allá afuera. Una vida normal, un tanto solitaria, monótona, tal vez vacía. Viajaba un día, como todos los días, en el tren sin número, por aquella vía que no existía, a la ciudad que ya todos habían olvidado. O al menos sabía que ese era el destino, pues no sabía con certeza donde estábamos y afuera la noche se alimentaba de las luces y de las almas perdidas que vagaban sin rumbo. No era del todo lógico, pero me sentía emocionado y tranquilo a la vez, estaba cansado.

Reconocí al lado opuesto del tren a una chica, estaba sola y tenía un extraño brillo que envolvía a su alrededor; un brillo que aunque no era propio de ella, era demasiado bello para ignorarlo. Levantó su cabeza, me miró y me saludó con una gran sonrisa. Creí que me había confundido con alguien más pero aún así le saludé de vuelta. Un par de minutos más tarde noté que seguía mirándome y me acerqué a sentarme a su lado (no dejaba de sonreír). “Puedo ver que estás muy bien, tu sonrisa habla por ti” le dije mirándola a los ojos y sin saber que hacer con mis manos. “Si, bueno es que hoy tuvimos un precioso día ¿no crees?” No lo sabía en realidad, no me lo había preguntado y cuando lo hice era demasiado tarde como para distinguir si había sido un día azul y tranquilo o uno negro o gris con lluvias torrenciales. “si claro, supongo... la verdad es que no lo sé, estuve todo el día en mi oficina y he estado tan ocupado que... ya sabes ¿no?”. Su plateada sonrisa de alegría se convirtió en otra más bien compasiva. “No, ciertamente no sé, lo siento”. “Pero si puedo verte, quiere decir que si lo fue” “¡Gracias! Me llamo Yue por cierto y tú, ¿cuál es tu nombre?” “Eso no importa ya, he estado pensado seriamente en cambiar mi nombre de esclavo, sólo que aún no decido...” entonces me interrumpió con una abrupta y pequeña carcajada, aunque no entendí. Es decir, ¿qué clase de nombre es Yue? No creí que ese fuera su verdadero nombre. No quise preguntar. “No está bien cambiarse el nombre –dijo mirando las estrellas – puedes tener muchos, como yo, pero no puedes negar lo que fuiste alguna vez para alguien.” “Pero, ¿como es posible que mantengas varios nombres a la vez? Es ilógico” “Y ¿qué es lógico para ti?” respondió seria por primera vez. No me dio tiempo de responder nada, dos segundos después renació su sonrisa dejándome un poco fuera de mí. “Pasa que en distintos lugares, distinta gente me llama de distintas formas” “Y entonces, ¿cuál es tu verdadero nombre?” “Todos ellos, pero para ti soy solo Yue” La ambigua forma en que se expresaba despertó algo en mí, algo como un cosquilleo en mi interior... era muy molesto.

Creo que después de eso me preguntó a donde iba, siempre en su desagradable manera de hablar; mirando un par de luces que lograron escapar de las tinieblas para iluminar un poco el camino le dije algo así como que no tenía rumbo fijo, que solo había querido salir del ciclo infinito e invariable en que se transformaba mi vida, que había salido con sólo una frase en mi mente “cada minuto que pasa es una oportunidad para cambiarlo todo” TODO. “Ven conmigo, hay un lugar que me gustaría mostrarte” me dijo mirándome fijamente con la sonrisa ahora en sus ojos, mientras bajaba del tren. No quería seguirla, por mi que se bajara y no volver a escucharla, pero no pude quedarme ahí sentado, tuve que bajar con ella. Hubo algo en su manera de caminar que llamó mi atención, era como si estuviera en todas partes a la vez. Un escalofrío recorrió mi espina y una especie de pánico me invadió en ese instante, pensé que había algo mal en mi cabeza y no había tomado un solo trago en semanas, mas pronto algo llegaría para calmarme. Titubeante, caminé hacia la salida con pasos pesados y lentos, cerré los ojos y salté a tierra. Sentí el choque inelástico al caer e inmediatamente después de eso, mis sentidos estaban dormidos. Ya me había pasado antes que había quedado ciego por un golpe en la cabeza, pero esta vez eran los cinco. El mundo parecía tan tranquilo, pacífico, silencioso, solitario, vacío... muerto. Sin sonidos, sin colores ni movimiento, sólo un leve aroma, dulce aroma que se hacía cada vez más intenso, más parte de mí. Podía sentir como se impregnaba en mis huesos y en mi memoria. “Abre los ojos, quiero que conozcas a alguien” No podía, quería pero no podía. Más que nada quería volver a sentir y salir de la oscuridad que ahora me envolvía. Dos gotas de agua se posaron sobre mis párpados como el rocío de la mañana de ayer lo hacía sobre las hojas en mi ventana. Una intensa luz blanca inundó mi pupila, una luz que cambió de a poco a un color amarillo más fuerte a medida que abría los ojos. Luego las formas, luego los otros colores volvieron gradualmente y pude al fin ver. Estaba en el paraíso, aunque no sabía cómo había llegado, y había olvidado muchas cosas en el camino y algunas otras aún me atormentaban, pero aquí estaba y todo era como nunca imaginé.

Y me habría quedado allí toda mi vida, disfrutando de la belleza infinita de un mundo completamente nuevo, de los colores vivos, los aromas vírgenes, de la suave brisa en el lago al amanecer; había encontrado lo que estaba buscando, lo que me faltaba, pero el destino tenía otros planes para mí ahora... Ese lugar no me pertenecía y tal vez no me pertenecería nunca y no había nada que yo pudiera hacer. Sí, porque la vida tiene formas crueles de mostrarte las cosas y yo aprendería a la fuerza que nada en esta vida es gratis, que las cosas breves y efímeras son las más hermosas, que aún con esfuerzo, dedicación y decisión, no todo se puede lograr pues el destino es uno solo y supremo, que los milagros también existen y sobre todo y más específicamente, que ese tiempo no era mi tiempo y que el tiempo mismo, que siempre fue mi enemigo, sería ahora mi más fiel compañía junto a la soledad. Tal vez otro día, en otra vida quizá seré capaz de reencontrar este lugar y quien sabe después. Por ahora, luego de haber vaciado mis venas, luego de haber muerto por segunda vez y haber renacido en una forma mucho más débil y casi imperceptible, luego de perder el sentido de la vida, sólo me queda esperar otra oportunidad. Y aunque mi vida nunca será tan buena como hasta aquí y nunca más podré olvidar y los momentos quedarán en mi corazón y mis sueños se convertirán en pesadillas, al menos mi vida ya no será un engaño... no completamente

Description
Ésta es la historia dentro de la historia, y no por eso será más o menos importante. Es más bien un paralelo... no, un antes y un después...no, bueno da igual y he aquí que, aunque no quisiera decirlo, lo que están a punto de leer es mi historia. Un tipo normal con algunas ambiciones, altos y bajos, como muchos hoy allá afuera. Una vida normal, un tanto solitaria, monótona, tal vez vacía. Viajaba un día, como todos los días, en el tren sin número, por aquella vía que no existía, a la ciudad que ya todos habían olvidado. O al menos sabía que ese era el destino, pues no sabía con certeza donde estábamos y afuera la noche se alimentaba de las luces y de las almas perdidas que vagaban sin rumbo. No era del todo lógico, pero me sentía emocionado y tranquilo a la vez, estaba cansado.

Reconocí al lado opuesto del tren a una chica, estaba sola y tenía un extraño brillo que envolvía a su alrededor; un brillo que aunque no era propio de ella, era demasiado bello para ignorarlo. Levantó su cabeza, me miró y me saludó con una gran sonrisa. Creí que me había confundido con alguien más pero aún así le saludé de vuelta. Un par de minutos más tarde noté que seguía mirándome y me acerqué a sentarme a su lado (no dejaba de sonreír). “Puedo ver que estás muy bien, tu sonrisa habla por ti” le dije mirándola a los ojos y sin saber que hacer con mis manos. “Si, bueno es que hoy tuvimos un precioso día ¿no crees?” No lo sabía en realidad, no me lo había preguntado y cuando lo hice era demasiado tarde como para distinguir si había sido un día azul y tranquilo o uno negro o gris con lluvias torrenciales. “si claro, supongo... la verdad es que no lo sé, estuve todo el día en mi oficina y he estado tan ocupado que... ya sabes ¿no?”. Su plateada sonrisa de alegría se convirtió en otra más bien compasiva. “No, ciertamente no sé, lo siento”. “Pero si puedo verte, quiere decir que si lo fue” “¡Gracias! Me llamo Yue por cierto y tú, ¿cuál es tu nombre?” “Eso no importa ya, he estado pensado seriamente en cambiar mi nombre de esclavo, sólo que aún no decido...” entonces me interrumpió con una abrupta y pequeña carcajada, aunque no entendí. Es decir, ¿qué clase de nombre es Yue? No creí que ese fuera su verdadero nombre. No quise preguntar. “No está bien cambiarse el nombre –dijo mirando las estrellas – puedes tener muchos, como yo, pero no puedes negar lo que fuiste alguna vez para alguien.” “Pero, ¿como es posible que mantengas varios nombres a la vez? Es ilógico” “Y ¿qué es lógico para ti?” respondió seria por primera vez. No me dio tiempo de responder nada, dos segundos después renació su sonrisa dejándome un poco fuera de mí. “Pasa que en distintos lugares, distinta gente me llama de distintas formas” “Y entonces, ¿cuál es tu verdadero nombre?” “Todos ellos, pero para ti soy solo Yue” La ambigua forma en que se expresaba despertó algo en mí, algo como un cosquilleo en mi interior... era muy molesto.

Creo que después de eso me preguntó a donde iba, siempre en su desagradable manera de hablar; mirando un par de luces que lograron escapar de las tinieblas para iluminar un poco el camino le dije algo así como que no tenía rumbo fijo, que solo había querido salir del ciclo infinito e invariable en que se transformaba mi vida, que había salido con sólo una frase en mi mente “cada minuto que pasa es una oportunidad para cambiarlo todo” TODO. “Ven conmigo, hay un lugar que me gustaría mostrarte” me dijo mirándome fijamente con la sonrisa ahora en sus ojos, mientras bajaba del tren. No quería seguirla, por mi que se bajara y no volver a escucharla, pero no pude quedarme ahí sentado, tuve que bajar con ella. Hubo algo en su manera de caminar que llamó mi atención, era como si estuviera en todas partes a la vez. Un escalofrío recorrió mi espina y una especie de pánico me invadió en ese instante, pensé que había algo mal en mi cabeza y no había tomado un solo trago en semanas, mas pronto algo llegaría para calmarme. Titubeante, caminé hacia la salida con pasos pesados y lentos, cerré los ojos y salté a tierra. Sentí el choque inelástico al caer e inmediatamente después de eso, mis sentidos estaban dormidos. Ya me había pasado antes que había quedado ciego por un golpe en la cabeza, pero esta vez eran los cinco. El mundo parecía tan tranquilo, pacífico, silencioso, solitario, vacío... muerto. Sin sonidos, sin colores ni movimiento, sólo un leve aroma, dulce aroma que se hacía cada vez más intenso, más parte de mí. Podía sentir como se impregnaba en mis huesos y en mi memoria. “Abre los ojos, quiero que conozcas a alguien” No podía, quería pero no podía. Más que nada quería volver a sentir y salir de la oscuridad que ahora me envolvía. Dos gotas de agua se posaron sobre mis párpados como el rocío de la mañana de ayer lo hacía sobre las hojas en mi ventana. Una intensa luz blanca inundó mi pupila, una luz que cambió de a poco a un color amarillo más fuerte a medida que abría los ojos. Luego las formas, luego los otros colores volvieron gradualmente y pude al fin ver. Estaba en el paraíso, aunque no sabía cómo había llegado, y había olvidado muchas cosas en el camino y algunas otras aún me atormentaban, pero aquí estaba y todo era como nunca imaginé.

Y me habría quedado allí toda mi vida, disfrutando de la belleza infinita de un mundo completamente nuevo, de los colores vivos, los aromas vírgenes, de la suave brisa en el lago al amanecer; había encontrado lo que estaba buscando, lo que me faltaba, pero el destino tenía otros planes para mí ahora... Ese lugar no me pertenecía y tal vez no me pertenecería nunca y no había nada que yo pudiera hacer. Sí, porque la vida tiene formas crueles de mostrarte las cosas y yo aprendería a la fuerza que nada en esta vida es gratis, que las cosas breves y efímeras son las más hermosas, que aún con esfuerzo, dedicación y decisión, no todo se puede lograr pues el destino es uno solo y supremo, que los milagros también existen y sobre todo y más específicamente, que ese tiempo no era mi tiempo y que el tiempo mismo, que siempre fue mi enemigo, sería ahora mi más fiel compañía junto a la soledad. Tal vez otro día, en otra vida quizá seré capaz de reencontrar este lugar y quien sabe después. Por ahora, luego de haber vaciado mis venas, luego de haber muerto por segunda vez y haber renacido en una forma mucho más débil y casi imperceptible, luego de perder el sentido de la vida, sólo me queda esperar otra oportunidad. Y aunque mi vida nunca será tan buena como hasta aquí y nunca más podré olvidar y los momentos quedarán en mi corazón y mis sueños se convertirán en pesadillas, al menos mi vida ya no será un engaño... no completamente