Description
「i n f o r m a c i ó n
g e n e r a l 」
• Nombre: Chimera |Quimera|.
• Significado: En los laboratorios le pusieron ese nombre por las intenciones respecto a su apariencia.
• Edad: Treinta y dos lunas.
• Género: Femenino.
• Sexo: Hembra.
• Rango: Lugarteniente.
• Clase: Rebelión.
• Orientación sexual: Bisexual.
• Orientación romántica: Birromántica.
「d e s c r i p c i ó n
f í s i c a」
- Genes: Gata Maine Coon, león & cabra.
Chimera es una gata con un porte elegante y recto, con una contextura fuerte, no necesariamente fornida, y por unos cuantos centímetros de ganancia es un poco más alta que la estatura de gatos promedio. Su pelaje es corto en mayoría, aunque se espesa en la zona de la cola y por supuesto, del cuello, formando una melena similar a la de un león que a veces le hace sufrir mucho calor. Por esto frecuenta fuentes de agua. Tiene seis ojos almendrados, todos grisáceos y ciegos excepto el derecho superior que tiene matices ambarinos. Del lado izquierdo de su rostro tiene las cicatrices de un fuerte arañazo, uno pasando por encima de uno de sus ojos. Por esto es bastante torpe cuando se trata esquivar ataques. La oreja del mismo lado está rasgada. Tiene dos cuernos posados sobre su cabeza de color negro como sus garras.
「p o d e r e s」
Chimera| Nivel 1 | 3ra Categoría | 35 puntos.
• 1era Categoria | Poder: Fuego.
Es capaz de escupir fuego al oponente, y lo puede hacer continueamente durante máximo un minuto. Es necesario esperar varios segundos para volver a utilizar este poder. También puede crear pequeñas llamas de su boca y de sus garras.
• 2da Categoría | Poder: Negación.
Si se concentra lo suficiente y logra que el oponente mire uno de sus ojos inferiores fijamente durante tres segundos es capaz de suprimir los poderes del oponente durante algunos minutos.
• 3era Categoría | Poder: Telekinesis.
Es capaz de desplazar objetos o individuos con su mente siempre y cuando estos no sean excesivamente pesados. Suele sentir fuertes dolores de cabeza por este poder en específico.
Habilidades.
- Manejo del elemento. 8
- Fuerza del ataque. 5
- Fuerza del poder. 6
- Precisión. 6
- Defensa. 5
「p e r s o n a l i d a d」
Astuta | Determinada | Educada | Persuasiva | Realista | Perfeccionista | Altiva | Manipuladora | Cruel | VengativaElla es astuta en su manera de hablar con elocuencia, educación y hasta picardía a ratos. Está propensa a dar un particular aire pérfido pero a la vez seductivo. Justo lo que busca. Si esto puede enganchar a alguien logrará con gran probabilidad poner las cosas a su favor. Un hábito que la ha hecho conseguir lo que quiere cuando quiere de maneras tan sutiles que es difícil percibir sus verdaderas intenciones. Le encanta llamar la atención, ya sea por su cargo, su actitud, sus cicatrices, su feminidad o su sonrisa encantadora, esa a la que nadie le puede decir que no.
Es frívola, incapaz de sentir ternura o compasión. Es realista hasta la médula, rozando fuertemente lo cruel a través de las palabras destructivas que ofrece a los más débiles a manera de frases ácidas y sarcásticas como ella misma. Débiles es como define a aquellos que se dejan sumir en la autocompasión, que es el sentimiento más patético de todos. Es elegante, pero sin los rasgos rectos de un aristócrata. Es verdad que suelta palabras sotisficadas y complejas con frecuencia, pero en realidad tiene un carisma brioso y fuerte antes que refinado o desdeñoso. Diligente y rara vez quejumbrosa. Es altanera, temeraria y su considerable gusto por la pelea deja relucir su agresividad peligrosamente. No se echará para atrás, ella realmente disfruta de exhibir sus poderes y goza cada oportunidad de hacerlo, a veces sin mediar las consecuencias. Es de las que obtiene montones de ego cuando las cosas le salen bien. Porque en este mundo las cosas te deben bien. Si cometes un error te matan, te atrapan o te quedas solo. Es simple, y ella lo ha tenido muy claro desde hace mucho.
Es vengativa y aparenta ser incapaz de perdonar. Cuando se trata de cobrar viejas cuentas sacará a la luz sus facetas más rencorosas y su personalidad más tóxica y dominante. Es ambiciosa y no le gusta para nada ser dominada. No acata órdenes si no hay una buena razón de por medio. Hablarán de ella como una fémina despreciable, pero tal y como le dan igual los demás también este tipo de comentarios. Para ella, la vida es un juego sin reglas que ella domina.
「h i s t o r i a」
Concedido ya el proyecto para la nueva arma de laboratorio al excéntrico profesor que encabezaría los experimentos venideros, se comenzó a aplicar en los sujetos de pruebas que insistentemente llenaban las jaulas de maullidos. Se sabía de sobra que para obtener éxito se necesitaría experimentar incontables veces. Unos meses después llevaron a una hembra de afuera de los laboratorios que no pertenecía al programa de cría con la que el equipo tuvo éxito. Fue trasladada a una jaula distinta para las observaciones, y así asegurar que el sistema inmunitario no rechazara los fuertes químicos ni los cambios radicales al genoma; varios sujetos de prueba habían fracasado en esa fase, falleciendo al instante o no durando más de algunas horas. Algunos otros sufrieron corrosiones en su cuerpo y tuvieron que ser dormidos inmediatamente. Sin embargo, se habían dado resultados positivos esta vez y conforme el sujeto iba creciendo, iba lentamente cambiando...
♦ ♦ ♦
No lo dejaron defenderse, él no merecía morir así. Solo vinieron y lo mataron a la mala.
Y cuando él murió una parte de ella también. Cuando lo vio caer, presa del pánico salió a esconderse debajo del escritorio donde él escribía y escribía. Todavía su aroma estaba suspendido en el aire, pero diluído en la esencia amarga de su miedo. Escuchó voces, muchas de esas. No supo cuánto tiempo pasó, hasta que la descubrieron y la agarraron por la fuerza por muchas mordidas y rasguños que soltó. Y cuando la sacaron vio su cuerpo en el suelo en una laguna de sangre, y un montón de personas desconocidas que mojaban con algo apestoso todas sus cosas. Luego la metieron en una jaula, y mientras se alejaban, vio como su casa ardía en llamas. Y él seguía adentro. Y ella no pudo ni siquiera despedirse del que le había dado de comer y la había cuidado las escasas cuatro lunas que había existido. Él siempre se veía tan ansioso, temía que lo descubrieran. ¿Quienes y por qué era tan malo eso? Ahora lo vió, porque lo descubireron y lo mataron a la mala. Y ella empezaba su nueva y miserable vida. Y todo sería irreversible a partir de ahora.
En el lugar a donde la llevaron le hicieron muchas cosas malas. Le dolía, le quemaba por dentro. A veces se desmayaba del dolor y al despertar no recordaba nada. Y no solo su vida entera cambió, sino también ella. Podía encontrarse con su propio reflejo en la superficie brillosa y metálica de la jaula donde vivía, y no se reconocía. ¿Quién era ella ahora? Era un monstruo, lo decía los cuernos y la melena totalmente ajena a la que tenía antes cuando era una cachorra normal. Una vez se dio cuenta cuenta que los señores de bata blanca se enojaron mucho entre ellos luego de que la habían regresado a su jaula. ¿Algo había salido mal? Con los días se dio cuenta. Un horrible dolor le atravesaba el rostro. A veces quedaba inconciente, y cuando no lo estaba le inyectaban algo para que no gritase del dolor ni se golpeara en su jaula. No supo cuántos días pasaron. Una vez fue al laboratorio de nuevo y dejó de sentir dolor. Y lo primero que hizo cuando dejó de sentir dolor fue ver su reflejo. Y vio esos horribles ojos grisáceos debajo de los que ya tenía. No los sentía, podía moverlos pero no sentía nada especial. Estaban ciegos.
Con el tiempo dejó de ir al laboratorio. Tampoco recordaba mucho de los experimentos que hicieron en ella, aunque entre sueños y gruñidos de dolor podía sentir en carne propia los recuerdos de las incisiones, las fuertes inyecciones y los químicos que llenaban su cuerpo. Venían fugaces imágenes de las manos ensangretadas de los científicos y los cuerpos desfigurados de otros gatos a los que ya no volvía a ver nunca más. Como a muchos de sus vecinos de jaula luego de ir al laboratorio. Una vez la pusieron al lado de una hermosa gatita himalaya de más o menos su edad. A diferencia de Chimera, ella parecía no padecer los efectos deformantes de los experimentos humanos: a simple vista era una cachorra normal. Luego supo que se llamaba Zafiro. Con el paso del tiempo terminaron formando una bonita amistad que superaba los barrotes que las separaban. Por primera vez desde que quemaron su hogar, Chimera dejó de sentirse sola. Por eso temía el día en que a ella también se la llevaran para siempre. Lo temía con todas sus fuerza. Y Zafiro se dio cuenta, tal vez por eso dijo lo que dijo:
—Chimera, escapemos juntas
Ante la curiosa mirada de Chimera, Zafiro daba vueltas en su jaula, con la preocupación inundando sus ojos azules. Ella en el fondo también quería abandonar ese lugar, pero tenía miedo. Ella no era como Zafiro. Zafiro le contó que conocía el exterior. Chimera también lo hacía, pero no tanto como la himalaya. Pero esta estaba convencidísima de que era mejor largarse de ahí. Nada garantizaba que una vez afuera estarían mejor, pero sabía que tenían que escapar, de una u otra forma.
♦ ♦ ♦
Desde que dejó de ir a los laboratorios ahora Chimera se veía sometida a múltiples pruebas de sus nuevos poderes. Y a veces regresaba agotada, con quemaduras y golpes en todo su cuerpo. Una vez, cuando Quimera estuvo de vuelta en su jaula, se había tumbado a dormir, sin haber volteado a la jaula de su amiga. Ahora que estaba fuera de su pequeño y extravagante plano onírico, se había percatado que la pequeña gata himalaya no estaba ahí. Se preguntó si los tipos de bata blanca ya se habían dado cuenta de que había desaparecido, o si habían sido estos los que se la llevaron. De todas formas ya era demasiado tarde. Se tumbó derrotada y se quedó viendo el exterior de su jaula. Soltó un bostezo y volvió a cerrar los ojos. No supo si durmió o no, pero lo que hizo que abriera fue un grito agonizante proveniente de algún lado entre los largos corredores. Se pegó lo más que pudo a los barrotes, y entonces vio a Zafiro corriendo hacia su jaula.
—¡Retrocede!
Chimera dio un salto hacia atrás, sorprendida. Zafiro había escupido algo a los barrotes de su jaula, y ante la mirada atónica de Chimera estos se deshicieron en cuestión de segundos como si estuvieran hechos de papel. Ahora, sin nada que obstruyera la vista del gata grisácea, pudo darse cuenta que el delicado pelo de su amiga estaba cubierto de sangre.
—¡Sal de ahí!
—¿Q-qué t-tramas?
—Sacarte de este infierno.
¿Había llegado la hora? Chimera se obligó a tragar la última gota de duda que tenía sobre Zafiro y corrió tras de ella. Pero apenas salió de la jaula una alarma resonó en todas las paderes del sitio. Confundida, estuvo a punto de regresar, pero la determinada mirada de Zafiro le dio la voluntad que necesitaba en ese momento. Esa que evitó que el miedo la dominara, la que convirtió la sangre de sus venas en hielo como los ojos azules y fríos de Zafiro. En su carrera vio varios cuerpos de científicos inmóviles en el suelo, con un largo rastro de sangre rodeándolos y los ojos tan vacíos como los que tenía debajo de sus ojos ambarinos. Así una vez estuvo la persona con quien vivió su apacible infancia. Y entonces sintió un escalofrío de placer. Uno que no llegó a entender en ese instante, pero que sin duda repercutiría más de una vez en su vida. Lograron escapar del laboratorio. De una u otra forma, pero definitivamente una que Quimera no acababa de comprender, así como el complejo sistema de supervivencia que el mundo exterior exigía.
La noche en que Quimera tocó por primera vez el exterior, cumplía su quinceaba luna.
♦ ♦ ♦
La vida no es nada amable para las armas fugitivas. El científico encargado de Chimera, cuyo cargo y control no era cualquiera dentro del laboratorio sino uno de los más altos, inició la búsqueda de su experimento desaparecido, iniciando la persecución que pasó desapercibida para el conocimiento de ambas gatas. Sin saberlo, estaban condenadas. Mientras tanto la única preocupación de ellas era encontrar un sito cálido donde dormir con el estómago lleno, lejos de criaturas peligrosas que pudieran atacarlas. Un capricho de tamaño descomunal en ese mundo.
De cuanto en cuanto iban encontrando sitios donde hospedarse durante la noche. Durante esos días, Zafiro le ofreció a Chimera mostrarle a manejar mejor sus poderes, y hacer así más poderosa. Chimera aceptó, ansiosa de venganza. Las imágenes de los científicos muertos en el suelo carmesí del laboratorio siempre regresaban a ella, y quería ese acontecimiento que repitiera. Una, y otra, y otra vez.
Pasó el tiempo. Una madrugada, tras quedarse dormidas debajo de un puente, la felina plateada se despertó al escuchar a su amiga decir:
-Chimera... no estamos solas...
Levantó su cabeza y vio Zafiro de pie, tensa y con el lomo erizado. Más adelante, el reflejo de un par de misteriosos ojos posados en la oscuridad se acercaban sin prisas. No era un humano... ¡era un gato! La reacción no se hizo esperar. Chimera se incorporó de un salto y saltó al lado de Zafiro lista para defenderse. El otro felino no tardó ni un par de segundos en empezar a correr hacia las dos y saltar sobre Chimera. Era un gato monstruoso, aquel par de ojos carmesíes solo eran una cosa entre la colección de mutaciones que alojaba en su cuerpo. Parecía un jabalí, pero era gigantesco, con garras finas con las que se aferró sin piedad a la carne de Chimera. La gata soltó un rugido encolerizado, y ambos gatos comenzaron a luchar con toda la fuerza que le permitían sus poderes. Chimera se dio cuenta de que la fuerza del otro podía matarla, así que debía mantenerse lo más alejada de él.
Unos segundos después pudo escuchar voces humanas que venían de la misma dirección en que el intruso había llegado, ¿ese gato era parte del plan de captura acaso? En cuanto se distrajo, el enemigo le propino un fuerte zarpazo en su ojo derecho. Chimera justamente retrocedió gritando a Zafiro que huyera, quien se había quedado viendo unas sombras extrañas en la lejanía. Solo reaccionó cuando algo estalló cerda de ahí, dando directamente el monstruoso gato. La explosión puso a ambas gatas en huída, que entre la nube de polvo se separaron, y corrieron tan lejos como sus patas les permitieron en direcciones opuestas.
No supo cuánto corrió, solo sabía que debía alejarse todo lo que podía. Las piezas empezaron a encajar. Ese gato no había llegado a intentar atraparlas, ¡él también había huído! Pero con su tamaño colosal... ¿cómo había sido posible? Tal vez solo las cosas con su experimentación se habían salido de control y por eso lo mataron. Pero ahora el sitio estaba rodeado de humanos, y ella había perdido a Zafiro.
No... ella no volvería al laboratorio. Se escondió dentro de unos largos túneles de concreto durante muchas horas, intentando lavar las heridas que le habían dejado otro ojo inútil. Al atardecer del día siguiente salió de su escondite e intentó buscar a su amiga. Anduvo sin rumbo varias horas. El polvo de la explosión no la había dejado ver bien a dónde se dirigía, y no sabía bien a donde iba ahora. La tierra había sido despojada de todo aroma y no pudo seguir ningún rastro oloroso. Era como estar ciega, y de hecho estaba solo a un ojo de estarlo. Solo... siguió el dictamen de sus patas. Y estas la llevaron nada más ni nada menos que al lugar de la explosión. Pero ahora no estaba abajo sino encima del puente. Se acercó a la orilla y se asomó con cuidado. Justo en el lugar esperado avistó al gato que las había atacado, destripado por la explosión. Había unos pocos -tres o cuatro- agentes del laboratorio alrededor, dando reportes de lo que había pasado. Chimera no tardó en darse cuenta que uno de los humanos tenía un rostro muy familiar. En ese momento una gota de sangre de su herida bajó por su hocico y cayó hacia el fondo del puente, aterrizando justo enfrente del científico que Chimera había reconocido. Este alzó su vista con una ceja arqueada, y entonces, profesor y criatura intercambiaron miradas. Quimera respiraba agitadamente, aquel era el científico que encabezaba todas las experimentaciones en ella. Este mantenía una expresión indescifrable detrás del reflejo de sus anteojos. Chimera no se había quedado observando: había huido.
Los días siguientes se encontró buscando a Zafiro, debajo de las rocas y las ruinas, pero no debajo de los puentes. Entonces no sabía si su amiga seguía viva, pero algo en ella le decía que no era así. ¿Seguía valiendo la pena buscarla? ¡Por supuesto! Aunque Chimera se encontrara en los huesos, ella nunca abandonaría su búqueda ni a su amiga. Las lunas pasaron hasta convertirse en incontables. Aún viviendo sola, fue tratando de prácticar sus poderes hasta volverse más poderosa. En el trasncurso de esas lunas, conoció a un grupo de gatos que de una u otra manera compartían ideales y filosofías. Chimera ofreció unirse a ellos, y no se negaron. Con el tiempo logró tener un lugar importante entre ellos, y tras una lucha con el lugarteniente en el que quedó malherido, logró tomar su lugar. Desde entonces las cosas parecen ir viento en popa, pero su insaseable deseo de más nunca abandonó sus entrañas. Y algún día planea tomar lo que se merece con tal de derrotar al laboratorio.
「r p」
• Ejemplos de rol:
♦ Su nueva morada no llegó a ser muy acogedora desde que llegó a vivir ahí. No era tanto por su acompañante, que tenía tal mal humor para hacer resguardarse bajo tierra a todo el bosque, ni por el irritante sobrenombre con el que había insistido dirigirse a ella. No, había aprendido a tenerle paciencia.
Lo que sucedía era que todavía no lograba acostumbrarse a su nueva casa. Las noches que había pasado durmiendo en madrigueras abandonadas no habían sido tan desoladoras como las noches en ese granero. No tenía idea de qué era lo que la agobiaba, pero tendría que quitarse esa mala sensación que envolvía su cuerpo como un entumecimiento. La medicina parecía ser salir de ahí lo antes posible. Iba a regresar, pero por ahora añoraba estar en el bosque.
Salió apenas el cielo abandonó su azul absoluto y llegó al río cuando el sol estaba en lo más alto.♦ Amanecía y de la noche no quedaban más que unos pocos residuos en el cielo, dotándole de un aspecto sucio como todo lo que alcanzaba su vista ahí en la tierra.
La congregación de colores rojizos y amarillos se reflejaron en su melena mientras salía de su escondite. Era una mañana cálida, que auguraba un día cálido y una noche cálida, para variar. De llover seguro no llovería mucho, o lo haría para inundar absolutamente todo. Las inclemencias eran caprichosas como un cachorro, pero a diferencia de estos, no se podían acallar solo mostrándole los colmillos. Habría que aceptar lo que fuera que viniera con voluntad. Esa que a muchos les faltaba esos días.
Trazó el desagrado que emergió de sus entrañas en su rostro, fruto de las repentinas imágenes de ciertos felinos. Intentó sosegarlo agitando bruscamente su cola. No era tiempo de andar divagando tanto. Tenía un largo día por delante.
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