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Description
Siempre había creído en esas cosas del destino, cierta parte de mí sabía que era estúpido pero aún así la parte inocente me hacia creer en eso, solía ser como un modo de aferrarme a una esperanza a todo en la vida que le diera un por que a las cosas, buenas o malas.
Así que ese día cuando lo volví a ver supe que era el destino y decía claramente "él es para ti".
Pero bueno creo que me debo explicar más, el como inicio está pequeña historia que llegó a formar parte de quien soy ahora.
La primera vez que lo vi fue una casualidad, no lo estoy inventando es cierto.
Aquella tarde del mes de marzo, donde el clima estaba vuelto loco por culpa del estúpido calentamiento global nada tenía que hacer ahí, por lo que respecta debía estar en casa, echa bolita bajo mi cobija y en una fortaleza echa de almohadas leyendo un libro, viendo peliculas o simplemente con el celular en la mano, lo típico en un adolescente pero heme ahí en el autobús escolar del contraturno mientras del cielo caía agua a cántaros y yo pensaba claramente que jamás en la vida volvería a reprobar una materia.
Ese día había subido de malas en ese autobús, llegar a la parada desde mi casa fue toda una travesía, parecía que el viento quería empujarme devuelta a la cama. Recuerdo que llevaba un pequeño suéter, sobre este una chamarra con interior de peluche y un gorrito el cual me defendió un poco de la que en ese entonces era una leve llovizna pero acompañada por un fuerte viento el cual por supuesto me despeino a más no poder, el paragüas que había tomado en casa no era de ayuda, se rompió con sólo caminar una calle y debía cargarlo cosa que odiaba porque por roto que estuviera mamá se molestaría si regresaba sin el. En fin, subí a ese autobús en esa hora por tercera vez en dos semanas, y nuevamente me miraban como un bicho raro o como una belleza singular a la que debían conquistar no me decidía por cual era peor pero ahí estaba yo en el último asiento de la última fila, al lado de la ventana empañada leyendo con pereza mi libro de química repitiendome que si bajaba del autobús y me regresaba mi única materia reprobada en toda una vida seguiría así, reprobada. Siendo una chica del último grado con poco tiempo antes de graduarse, no podía ser así, tenía que ir al maldito curso que me haría aprobar y librarme de un peso más. En fin leía mi libro para estudiar por mi examen del dia siguiente, estaba tan concentrada en eso que ya iba a medio camino hacia la Prepa. Justo en ese momento mire por la ventana, estaba empañada por el frío y la lluvia así que para desaburrirme empecé a dibujar muñequitos en el cristal.
Suspire, ir sola a esa hora sin mis amigas en el autobús no era lo mismo. En ese instante el autobús se detuvo, comenzaron a subir estudiantes del turno vespertino, no conocía a nadie pues yo siempre había sido de la mañana y sólo estaba allí para aprobar una materia. Fue entonces cuando lo vi, su sonrisa era hermosa, en ese momento fue como si dejará de llover...de echo paso literalmente, la lluvia finalmente paro. Su cabello rojo resaltaba ante tanta oscuridad, y vaya que sus brillantes ojos azul rey me deslumbraron, todo el estaba diseñado para resaltar, para llamar mi completa atención. Recuerdo perfectamente que él volteó hacia el fondo y fue cuando nuestras miradas se encontraron, azul con azul.
El tiempo por primera vez en mi vida se detuvo, fue incluso como si sólo estuviéramos nosotros dos, estaba perdida porque fue ahí cuando me enamoré. Si hubiera sido por nosotros encerio que nunca habríamos dejado de mirarnos pero fue entonces que un chico peliverde le golpeó el hombro indicando que siquieran, instintivamente sonreí y él sonrió. Regrese la mirada a mi libro de texto cuando empezó a caminar para buscar asiento. No quise volver a mirarlo, el momento fue hermoso casi ancestral pero sabía que no lo volveria a ver nunca más, ese día era la última sesión de mi grupo de estudio en el turno de la tarde, esa sería la última vez que tomaría ese autobús en aquella hora. Pese a eso todo mi ser quería buscarlo con la mirada por todo el autobús pero no lo hice a pesar de sentir su mirada posada sobre mí. El autobús se detuvo porque alfin habíamos llegado, deje que todos se bajarán antes de mí porque me chocaban los empujones, la lluvia volvió y más fuerte aún, corrí a la parada y me quede bajo el techito mientras me abrazaba tratando de aminorar el frío que sentía. Mire el paragüas de mi mano con desprecio, de nada servía y debía de recorrer un par de calles aún para llegar a la escuela. Suspire, no había de otra tenía que correr, deje el paragüas en un asiento de la parada no importaba si mamá creía que había perdido otro yo no cargaria con algo inútil. Me puse el gorrito de la chamarra y cuando estaba dispuesta a correr escuche por primera vez aquella voz profunda y sensual.
—Olvidas tu paragüas—en ese momento no sabía que era él. Me giré y nuevamente me encontré con su mirada.
El viento azotó en ese momento momento a mis espaldas, su cabello volaba casi en cámara lenta.
—Gracias, pero pensaba dejarlo allí no sirve muy bien. Se le destrabaron los fierritos.
—Oh ya veo.
—Sí.
No me molestaba pero ¿por qué me hablaba?
—Mira no es normal que hablé con desconocidos pero te vi al fondo y...bueno se me hizo raro porque no recuerdo haberte visto antes.
—Esque soy del turno matutino.
Levantó una ceja algo confundido.
—¿Entonces...
—Esque vengo a un grupo de estudio para aprobar una materia reprobada, vengo en contraturno porque no quería interferir con mi horario.
—Oh con razón—sonrió—Si fueras de la tarde ya te abría visto, una chica tan guapa como tu no se olvida tan fácil.
Sentí como mis mejillas se encendían.
—¿Tu cres que soy guapa?
Por supuesto que sabía que era guapa, siempre fui una chica segura de si pero en ese momento brotó la pregunta, él me parecía guapo así que quería confirmar que él pensaba lo mismo de mí.
—Claro que lo creo—me dijo con una sonrisa.
Sonreí de tal manera que mis mejillas de empezaban a tensar.
—Pues gracias—dije yo.
—Si tu paragüas ya no sirve, ten—levanto el suyo.
—¿Qué? no puedo tomarlo.
—Claro que puedes—tomo mi muñeca, se que ambos sentimos ese escalofrío al tener un contacto tan cercano porque ambos nos paralizados.
No era el frío, era algo más. Nuestras miradas se conectaron nuevamente, fue hasta que el reacciono que dejamos de mirarnos, no me soltó de echo el plan inicial era tomar mi muñeca y luego mi mano para colocar en ella el paragüas y es lo que hizo.—Pero ¿qué hay de ti? te mojaras.
Se colocó el gorrito de su chamarra.
—No hay problema me ire con mi hermano y mis amigos en taxi—los señalo, a distancia vi a un peliverde y a un chico de cabello rizado—...deberías de venir con nosotros.
—No lo sé, no quiero estar de sobra.
—Para nada. Pero aún debemos esperar a uno de nuestros amigos, quizá venga en el siguiente autobús.
Encerio quería ir con él pero había un predicamento.
—Si me gustaría ir con ustedes pero debo llegar temprano a mi grupo de estudios—mire la hora, ya se hacia tarde—Debo de irme, lo siento.
Me encoji de hombros y le dedique una sonrisa de lado.
—Okey pero almenos llevatelo para que no te mojes.
—Bueno...gracias.
—Y bueno quizá cuando tu grupo de estudio acabe podríamos salir a algún lado ¿qué te parece?
—Suena bien. Mi curso termina a las ocho.
—Genial, mi última clase es a las ocho paso por ti ¿en qué salón estarás?
—Doscientos quince edificio B.
—Entonces iré por ti. Por cierto mi nombre es Phineas.
Extendió su mano.
—Mi nombre es Isabella.
Acepte su mano. Ambos nos sonreimos.
—Entonces nos vemos más tarde—le dije.
Y me fui hacia la escuela bajo la lluvia, recuerdo que volteé y nos sonreimos una vez más.
Como me lo esperaba él no llego al salón de donde saldría a las ocho. Supuse que era lo mejor, ¿cómo tener una relación con un chico que estaría en la escuela por las tardes mientras yo lo estaba por la mañana?
Paso un mes más antes de graduarme, pasaron las vacaciones. Y alfin iba a ir a la Universidad que había escogido y en la cual me habían aceptado.
Recuerdo mi primer día, apenas había llegado al edificio donde viviría por lo menos el primer año, estaba bajando las cajas con mis pertenencias de mi nuevo coche cuando él apareció con esa misma sonrisa.
—Hola.
Levanté una ceja llena de confución.
—Hola.
—Vaya parece que ambos estudiaremos aquí. Seguro estarás molesta por esa noche.
—No realmente.
—Genial, déjame explicarme.
—No es necesario.
—No para ti pero si para mí. Esa noche lluviosa mi madre sufrió un accidente en su auto así que tuve que irme antes de la escuela.
—Oh cielos, ¿cómo está tu madre?
—Bien gracias, no fue nada tan grave. Desde ese día empecé a ir a la escuela por las mañana pero nunca te encontré y no sabes cuanto me lamente no pedirte tu número.
—Bueno creo que aprendiste una lección para cuando veas una chica linda.
—Sí, así es. ¿Oye?
—¿Sí?
—¿Me podrías dar tu número?
Solté una risita.
—No—le conteste.
—¿No?—pregunto decepcionado.
—Bueno, sino me equivoco aún me debes una cita.
La sonrisa y el brillo en sus ojos volvieron de inmediato.
—Claro, vamos.
—Wow wow wow para tu tren, aún debo instalarme en mi habitación.
Tomó una de mis cajas.
—Vamos, esta vez no te dejaré escapar.
Sonreí.
Tome otra caja y ambos entramos al edificio.
Tuvimos esa cita, la mejor de mi vida me permito decir y luego de esa hubieron muchas más.
Después de un tiempo nos hicimos novios, años más tarde nos mudamos juntos y un par de años más tarde nos casamos. ¿Por qué influyó en quién soy yo está historia? pues es el que ahora soy Isabella García de Flynn.

Siento un abrazo por la espalda y un beso en el cuello.
—¿Y qué está haciendo?—me pregunta mi esposo.
—Terminó de escribir el inicio de mi nuevo libro—me giro para verlo.
Nos besamos un rato mientras sonreimos como la primera vez.
—Feliz segundo aniversario señora Flynn.
—Feliz segundo aniversario señor Flynn.
—Seguro será un gran éxito como el primero. ¿Y ahora de qué trata?
—Es sobre el verdadero amor, el que te tiene deparado el destino.
—Así que hablaras de mi en el libro.
Suelto una risita.
—Sí, así es.
—¿Incluiras el embarazo?
Bajo la mirada y miro mi pancita, sólo tengo dos meses.
—Quizás a la próxima.

Fin.