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En todo este tiempo nunca pensé que esto pasaría, era una noche tan perfecta… aunque lo sería si no fuera él quien me acompañaba y me estrechaba en sus brazos; después de una tarde contemplando el cielo en la quietud de las alturas, llegó la noche con un silencio eterno, tan pacifico que nos acercamos mas de lo debido y sentí su respiración en mi cuello… me estremecí.

-¿En que estás pensando?- Pregunté con la conciencia patinando en la confusión.
-No lo sé, estoy totalmente ausente…eres tu…
-Te equivocas, tato que no se lo que estoy haciendo

Presionó mas nuestro abrazo, mordió mi cuello provocando que un quejido saliera de mi garganta. Solo podía ver desorientada la luna que nos observaba apenada desde el cielo mientras yo acariciaba sus cabellos dorados totalmente drogada por su aroma.

Me besó, con tanta necesidad y fuerza que no supe como responder, la brisa acariciaba nuestros cabellos, la noche se hacia oscura, y yo solo me formulaba una pregunta “¿Que está pasando?”. Después del amargo beso, nos abrazamos con fuerza por la necesidad y el enojo que se escapaban en nuestras lágrimas, los dos amábamos a una sola chica, nosotros dos solo éramos amigos, amigos que buscaban consuelo y no sabían como conseguirlo.

Ya dentro de casa, yacíamos los dos en silencio, acariciándonos sin ningún tipo de conciencia, más no hacíamos algo inapropiado.

Los dos ya teníamos nuestra dueña.

Solo éramos amigos.
Llegó un momento, donde me encontré acariciando su rostro, el acariciaba el mío, su sonrisa ya no brillaba, sus ojos húmedos me miraban con suplica y sus caricias se volvían mas insistentes.

-¿Porque esa mirada tan triste?- Me preguntó, y hasta ese momento no me había dado cuenta de lo que pasaba, seguía sintiéndome en un trance.
-Es un reflejo de la tuya, confundida- Le respondí con una sonrisa y el volvió a besarme.

El era frió.
Y no me hacia sentir nada.
Sus labios buscaban a alguien más, igual que los míos.

Solo éramos amigos.
Rivales también.

-Esto ha de ser algo prohibido.- Me dijo con una sonrisa
-Estamos rompiendo todas las reglas, pero esto es solo una pequeña burbuja.
-Una burbuja feliz.
-¿Escuchaste lo que acabas de decir? –Susurré limpiándome las lagrimas, preparándome para volver a la burbuja que la droga producía al estar nuestros aromas tan cerca, un vampiro y un hombre lobo no pueden estar juntos. Creaturas que tienen la fuerza y el poder de la seducción, poderes tan fuertes, para un solo propósito, alimentase, pero al estar estos dos juntos es algo distinto… es una batalla por quien es mas fuerte y seductor que el otro, y después no pueden separarse aunque no se amen.
-Si, plop- Su vos me hizo volver a la realidad y asentí
-Plop –suspiré- Lo siento – Atravesé la puerta
-No, es mi culpa – Me abrazó antes de irme y sonreímos a la vez.

Solo somos amigos.

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En todo este tiempo nunca pensé que esto pasaría, era una noche tan perfecta… aunque lo sería si no fuera él quien me acompañaba y me estrechaba en sus brazos; después de una tarde contemplando el cielo en la quietud de las alturas, llegó la noche con un silencio eterno, tan pacifico que nos acercamos mas de lo debido y sentí su respiración en mi cuello… me estremecí.

-¿En que estás pensando?- Pregunté con la conciencia patinando en la confusión.
-No lo sé, estoy totalmente ausente…eres tu…
-Te equivocas, tato que no se lo que estoy haciendo

Presionó mas nuestro abrazo, mordió mi cuello provocando que un quejido saliera de mi garganta. Solo podía ver desorientada la luna que nos observaba apenada desde el cielo mientras yo acariciaba sus cabellos dorados totalmente drogada por su aroma.

Me besó, con tanta necesidad y fuerza que no supe como responder, la brisa acariciaba nuestros cabellos, la noche se hacia oscura, y yo solo me formulaba una pregunta “¿Que está pasando?”. Después del amargo beso, nos abrazamos con fuerza por la necesidad y el enojo que se escapaban en nuestras lágrimas, los dos amábamos a una sola chica, nosotros dos solo éramos amigos, amigos que buscaban consuelo y no sabían como conseguirlo.

Ya dentro de casa, yacíamos los dos en silencio, acariciándonos sin ningún tipo de conciencia, más no hacíamos algo inapropiado.

Los dos ya teníamos nuestra dueña.

Solo éramos amigos.
Llegó un momento, donde me encontré acariciando su rostro, el acariciaba el mío, su sonrisa ya no brillaba, sus ojos húmedos me miraban con suplica y sus caricias se volvían mas insistentes.

-¿Porque esa mirada tan triste?- Me preguntó, y hasta ese momento no me había dado cuenta de lo que pasaba, seguía sintiéndome en un trance.
-Es un reflejo de la tuya, confundida- Le respondí con una sonrisa y el volvió a besarme.

El era frió.
Y no me hacia sentir nada.
Sus labios buscaban a alguien más, igual que los míos.

Solo éramos amigos.
Rivales también.

-Esto ha de ser algo prohibido.- Me dijo con una sonrisa
-Estamos rompiendo todas las reglas, pero esto es solo una pequeña burbuja.
-Una burbuja feliz.
-¿Escuchaste lo que acabas de decir? –Susurré limpiándome las lagrimas, preparándome para volver a la burbuja que la droga producía al estar nuestros aromas tan cerca, un vampiro y un hombre lobo no pueden estar juntos. Creaturas que tienen la fuerza y el poder de la seducción, poderes tan fuertes, para un solo propósito, alimentase, pero al estar estos dos juntos es algo distinto… es una batalla por quien es mas fuerte y seductor que el otro, y después no pueden separarse aunque no se amen.
-Si, plop- Su vos me hizo volver a la realidad y asentí
-Plop –suspiré- Lo siento – Atravesé la puerta
-No, es mi culpa – Me abrazó antes de irme y sonreímos a la vez.

Solo somos amigos.