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Bajo la luz de la luna los pozos de fuego y las bestias del horror parecían en paz y maravillosas para visitar. Mas aquellos magníficos aullidos de dolor sonaban como canciones de sirenas y los llantos de furia se derramaban como cascadas increíbles junto a la luz de la noche. Aun así, no entre a ese reino mágico. Aun así, no busque sus puertas o sus llaves. Puesto que mis manos andaban atadas a un árbol que sollozaba. No lo hacia por tal visión a nuestro alrededor, ni menos aun por las cadenas que raspaban su corraza y lastimaba mis muñecas. No sabia por que lo hacia, ni menos que hacia yo atado a este árbol tan triste, pero yo miraba feliz al paisaje. No recuerdo como llegue aquí, pero no estoy seguro de querer marcharme. Pero, si recuerdo una mujer. Sí, una mujer bella, fue ella quien me puso aquí. Tuvo que serlo, pues ella estaba a mi lado antes de olvidar.

No hay otra mujer como ella, y nunca la hubo y nunca la habrá. Al verla tus labios se derriten y tu corazón late a velocidades inimaginables. Tal vez eso paso, auque todavía respiro, mi corazón late como si durmiera y mis labios están en su lugar, Pero esa mujer tenia el cabello hasta los pies, tan negro como la noche misma, tan suave como la seda que vestía. Esa mujer tenía escondidas unas palabras que utilizaba como cuchillas para cortar por mi mente. Tal vez por eso no recuerdo, aunque aun puedo pensar. Y ahora mirando este paisaje bajo la luz de la luna, recuerdo como se veía la luz en ella, como en su cuerpo semidesnudo la luz se dejaba caer como el agua de lluvia intocable en nuestras manos; como de ella casi resplandecía mi cuerpo y como al igual que la luna era imposible de no mirar.

Ahora solo miro este paisaje, la mujer no esta, solo el árbol me acompaña. No importa que esas bestias desfiguradas caminen a lo lejos y hasta cerca, porque es como si no me vieran. Es como si fuera invisible. Algo se refleja en el fuego, parece ser una persona. Creo conocerla, creo que la he visto antes. Pero no puedo pensar muy bien ahora, solo en la mujer, aquella mujer. ¿Será ella en la flama? ¿Será su rostro, o mas su cuerpo quien ha venido a mi lado nuevamente? Mis ojos no se apartan del pozo donde veo el reflejo. Un pequeño destello me arrebata la atención y veo como otro hay otro reflejo. Decepcionado, contemplo de mejor manera mi cara sucia y sangrienta. Entonces, no era la mujer, era solo yo todo el tiempo. Pero, ¿Cómo llegue aquí? La mujer, la contestación esta en la mujer.

Lo que mis ojos no han captado todavía es que ella esta a mis espaldas, al otro lado del árbol, encadenada junto a mi. Lo que mi mente no ha captado es que ella es igual a mí, que por eso confundí mi reflejo con el suyo. Lo que mi pobre razón no ha parado para encontrar es que ambos compartimos el mismo castigo, que ambos compartimos el mismo destino. Y que este árbol nos protege de ese mundo tan bello de fuego ardiente y bestias hambrientas. Que estas cadenas no son un castigo, sino un don. Lo que yo aun no entiendo, es como llegue aquí. Pero ya no importa.

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Bajo la luz de la luna los pozos de fuego y las bestias del horror parecían en paz y maravillosas para visitar. Mas aquellos magníficos aullidos de dolor sonaban como canciones de sirenas y los llantos de furia se derramaban como cascadas increíbles junto a la luz de la noche. Aun así, no entre a ese reino mágico. Aun así, no busque sus puertas o sus llaves. Puesto que mis manos andaban atadas a un árbol que sollozaba. No lo hacia por tal visión a nuestro alrededor, ni menos aun por las cadenas que raspaban su corraza y lastimaba mis muñecas. No sabia por que lo hacia, ni menos que hacia yo atado a este árbol tan triste, pero yo miraba feliz al paisaje. No recuerdo como llegue aquí, pero no estoy seguro de querer marcharme. Pero, si recuerdo una mujer. Sí, una mujer bella, fue ella quien me puso aquí. Tuvo que serlo, pues ella estaba a mi lado antes de olvidar.

No hay otra mujer como ella, y nunca la hubo y nunca la habrá. Al verla tus labios se derriten y tu corazón late a velocidades inimaginables. Tal vez eso paso, auque todavía respiro, mi corazón late como si durmiera y mis labios están en su lugar, Pero esa mujer tenia el cabello hasta los pies, tan negro como la noche misma, tan suave como la seda que vestía. Esa mujer tenía escondidas unas palabras que utilizaba como cuchillas para cortar por mi mente. Tal vez por eso no recuerdo, aunque aun puedo pensar. Y ahora mirando este paisaje bajo la luz de la luna, recuerdo como se veía la luz en ella, como en su cuerpo semidesnudo la luz se dejaba caer como el agua de lluvia intocable en nuestras manos; como de ella casi resplandecía mi cuerpo y como al igual que la luna era imposible de no mirar.

Ahora solo miro este paisaje, la mujer no esta, solo el árbol me acompaña. No importa que esas bestias desfiguradas caminen a lo lejos y hasta cerca, porque es como si no me vieran. Es como si fuera invisible. Algo se refleja en el fuego, parece ser una persona. Creo conocerla, creo que la he visto antes. Pero no puedo pensar muy bien ahora, solo en la mujer, aquella mujer. ¿Será ella en la flama? ¿Será su rostro, o mas su cuerpo quien ha venido a mi lado nuevamente? Mis ojos no se apartan del pozo donde veo el reflejo. Un pequeño destello me arrebata la atención y veo como otro hay otro reflejo. Decepcionado, contemplo de mejor manera mi cara sucia y sangrienta. Entonces, no era la mujer, era solo yo todo el tiempo. Pero, ¿Cómo llegue aquí? La mujer, la contestación esta en la mujer.

Lo que mis ojos no han captado todavía es que ella esta a mis espaldas, al otro lado del árbol, encadenada junto a mi. Lo que mi mente no ha captado es que ella es igual a mí, que por eso confundí mi reflejo con el suyo. Lo que mi pobre razón no ha parado para encontrar es que ambos compartimos el mismo castigo, que ambos compartimos el mismo destino. Y que este árbol nos protege de ese mundo tan bello de fuego ardiente y bestias hambrientas. Que estas cadenas no son un castigo, sino un don. Lo que yo aun no entiendo, es como llegue aquí. Pero ya no importa.